La sociedad española tiene serios problemas con enfermedades como la hipercolesterolemia, la hipertensión, la obesidad y el cáncer. En estas patologías juega un papel fundamental la alimentación, especialmente la cantidad y el tipo de carne que se ingiere. Por ello, a la hora de seleccionar el menú que se va a tomar cada semana, es importante saber distinguir entre la carne roja y la blanca (que es más saludable).

"La carne blanca es la que tiene muy poca cantidad de hemoglobina, muy poca cantidad de hierro y, por tanto, una coloración más blanca", explica a EL ESPAÑOL Antonio Villarino, presidente de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación. En concreto, el experto apunta al pollo, conejo, pavo, cordero lechal y cochinillo (la cría del cerdo con muy pocos días de vida) y algunas partes del cerdo como el solomillo.

La carne roja es la que tiene altas cantidades de hemoglobina y hierro como puede ser la de vaca, cordero, caballo, cabra y el cerdo (salvo la parte destaca anteriormente). Mención aparte merece la denominada ternera blanca de Ávila, que el profesor universitario indica que -a pesar de su nombre- no deja de ser carne roja.

A pesar de ello, sí que existe una excepción respecto a las vacas, como indica Natalia Moragues, dietista-nutricionista y farmacéutica, a EL ESPAÑOL: "Igual que pasa con el cordero lechal, también se podría aplicar la categoría de carne blanca a los terneros que solo se hayan alimentado de leche. Pero es muy raro y poco frecuente encontrarlos". 

Una vez han sido diferenciados los dos tipos de carne y de qué animales proviene cada una, ambos expertos apuntan a que la carne blanca es más saludable y engorda menos. Villarino explica que es mejor para la salud porque, teniendo una cantidad de proteínas similar, lo que varía es la grasa: "Las carnes rojas tienen una grasa intramuscular que en gran parte es saturada".

Además, la carne blanca tiene el beneficio de que "se digiere mejor porque tiene menos colágeno", explica el catedrático. "El colágeno hace las digestiones más pesadas", añade. "Por eso siempre se recomienda carne blanca cuando estamos enfermos y tenemos que consumir dietas blandas", explica Villarino. "La carne roja es más recia y se digiere algo peor que la blanca", apostilla.

Una excepción en las carnes rojas es el cerdo ibérico de bellota, según indican ambos especialistas. El profesor universitario señala que "tiene una grasa intramuscular muy saludable porque tiene una alta cantidad de ácido oléico".

Se consume demasiada carne 

Villarino apunta a que se consume demasiada carne roja en esta sociedad y cada vez más: "Es curioso porque venimos de la dieta mediterránea en la que la ingesta de carne roja no era muy grande. Pero en los últimos tiempos ha empezado un culto a este tipo de alimento que viene del exterior". "En España se come menos pollo del que podríamos tomar", añade. 

Respecto a la frecuencia de consumo, Villarino señala que la carne blanca se puede comer entre tres y cuatro veces por semana, pero "la carne roja hay que espaciarla más". "La idea sería consumir carne roja una vez por semana". Pero en estas raciones no solo entra en juego el número, "también es un tema de cantidad" para el catedrático. "Ir a un asador y comerte 200 gramos de carne roja es un disparate", señala el especialista.

Por su parte, Moragues indica que el consumo de estas dos carnes "depende mucho del tipo de alimentación de cada persona. Si comes carne y pescado, yo recomendaría comer más pescado. Si a esta dieta se le añaden legumbres, yo recomendaría comer más legumbres". La nutricionista prefiere no indicar una cantidad concreta ya que hay personas, como los vegetarianos, que no necesitan este consumo.

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