La alimentación vegetariana y vegana desembarcó hace muchos años en España y, aunque muchos pensaron que sería una moda, ha llegado para quedarse. Cada vez más personas se apuntan a este estilo de vida para favorecer un mejor trato a los animales, para contribuir a la lucha contra el cambio climático o, simplemente, para tener una mejor salud. Al contrario de lo que se pensaba al principio, estas dietas son perfectamente saludables.

De hecho, lo que sí se considera perjudicial es el consumo excesivo de carne. El informe más importante, en este sentido, aparecía en el año 2015 de la mano de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tras recopilar la experiencia de una gran cantidad de estudios científicos al respecto, el organismo supranacional vinculó la carne roja y procesada con el desarrollo de ciertas enfermedades: básicamente, cardiovasculares y oncológicas.

Estos tipos de carne, por suerte, no son las únicas fuentes de proteínas que podemos encontrar. La carne de ave, de pescado e, incluso, los huevos son fuentes de proteínas de origen animal que se han relacionado con menos riesgos para la salud. De todas formas, los vegetales también tienen proteínas y, si sabemos cómo sacarles el máximo partido, pueden ser de gran ayuda para nuestra salud.

Legumbres en la dieta

Las proteínas vegetales se encuentran, mayormente, en las legumbres, los frutos secos y los cereales. Ahora bien, estas sustancias tienen una peculiaridad y es que no están completas. ¿Qué significa esto? Las proteínas están formadas por aminoácidos y, entre ellos, hay un grupo conocido como aminoácidos esenciales porque nuestro cuerpo no los produce y, por tanto, necesitamos obtenerlos en la comida. Mientras que la carne contiene todos los aminoácidos esenciales, a los vegetales casi siempre les falta uno de ellos.

Esta característica no supone, en realidad, un problema. Lo habitual es que el aminoácido que le falta a un tipo de alimento vegetal lo contenga otro y, al combinarlos, el aporte de proteínas se completa. Uno de los ejemplos más populares son las lentejas con arroz: esta combinación de legumbres con cereales da como resultado una receta que es fuente de proteínas vegetales completa.

Las legumbres, en este sentido, son la principal fuente de proteínas vegetales. Se trata de un tipo de alimentos que deberíamos consumir más a menudo, pero que tenemos olvidado. Una de las principales características que más preocupan a la hora de incorporar las legumbres de manera habitual a nuestra dieta es que provocan gases. Esto es cierto, estos vegetales son ricos en oligosacáridos, un tipo de almidones que sirven de alimento a las bacterias intestinales.

El problema de los gases

Precisamente, estas bacterias son las que producen los gases una vez se han alimentado de estas sustancias y, su presencia, es un signo de buena salud. Ahora bien, algunos alimentos pueden causar más gases y, sobre todo, con olores desagradables. Aunque pueda parecer que este último grupo está formado en mayor medida por las personas que llevan a cabo dietas con mayor protagonismo de vegetales, esto no es así.

Según Gemma del Caño, farmacéutica y experta en Seguridad Alimentaria, ha explicado en su perfil de Twitter que, efectivamente, los vegetales y las legumbres pueden provocar gases, pero sólo de manera temporal. "Pero… ejem, huelen menos mal que quien come mucha carne porque hay más azufre entre sus proteínas y eso da peor olor".

Pasarnos a una alimentación en la que los alimentos de origen vegetal son protagonistas tiene, por lo tanto, muchos beneficios. No sólo contribuye a reducir el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y oncológicas, sino que, además, también contribuye a mantener un estado de salud óptimo a nivel intestinal y gases menos desagradables.

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