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    Un exceso de comida poco recomendable

    Si hay un ritual que nos gusta en España, ése es el de salir a disfrutar de una buena comida, ya sea un almuerzo, una cena o incluso un desayuno en nuestro bar o restaurante favorito. Una terracita al sol, un buen café con unas tostadas a primera hora de la mañana, o con un cruasán, y el resto del día por delante para afrontar con energía cualquier tarea que se nos ponga por delante, desde limpiarle el polvo a la estantería hasta inventarnos un informe sobre nuestros últimos avances en el trabajo. Porque con un poco de azúcar en el cerebro todo funciona mucho mejor.

    En realidad, no es así. Pese a que la glucosa es un combustible primario para nuestro cerebro, no es cierto que necesitemos atiborrarnos de alimentos con azúcar cuando nos levantamos para que nuestro organismo funcione mejor. Los seres humanos somos capaces de extraer la glucosa de diversas fuentes de alimentos saludables, y no necesitamos recurrir a alimentos insanos como los cereales o la mermelada. De hecho, los nutricionistas recomiendan que los evitemos. De la misma forma, tampoco es necesario tomar "un desayuno fuerte" cada día si no nos apetece, porque el desayuno ni es la comida más importante del día ni, como siempre se ha creído, ayuda a adelgazar.

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    El desayuno completo del bar Paco

    Cuando uno acude a un bar y pide un desayuno completo, lo más normal es que nos ofrezcan unas rebanadas (grandes) de pan blanco con tomate, un zumo de naranja y un café. O lo que es lo mismo: un desayuno altamente insano. ¿Por qué? Lo primero que tenemos que saber es que comer pan blanco es, según algunos prestigiosos médicos expertos en Medicina Preventiva y Salud Pública, "como comer azúcar". El pan blanco, la variedad más consumida en nuestro país, se elabora con harina refinada, un ingrediente rico en almidón que, tras ser ingerido se transforma rápidamente en azúcar. Además, algunos estudios han demostrado que el consumo de dos o más porciones de esta variedad al día se relaciona con un mayor riesgo de sobrepeso. 

    Así, el zumo de naranja natural, por muy natural que sea, también es perjudicial para nuestra salud. ¿Por qué? Porque beber zumo no es lo mismo que tomar fruta. En la fruta encontramos los azúcares en su matriz, y además incorporamos la fibra propia de la dieta a nuestro cuerpo. En cambio, cuando uno se toma un zumo se toma el azúcar propio de tres naranjas que, además, se encuentra en su forma libre. De hecho, algunos estudios han relacionado el consumo de un vaso de zumo natural al día con enfermedades tan graves como el cáncer. 

    Los bocados efímeros
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    El clásico cruasán (mixto o vegetal)

    Otro de los clásicos en el desayuno de los bares es el cruasán, ya sea solo, con un par de lonchas de York y queso, o en su versión vegetal (esto es: con tres hojas de lechuga, atún, pavo, pollo o jamón de York). Lo primero que conviene señalar es que el cruasán, por muy rico que esté, es un alimento tan perjudicial como un bizcocho o una galleta. Se trata de bollería. Si nos fijamos en la composición nutricional de una galleta y de uno de estos bollos originarios de Francia podemos comprobar que tienen porcentajes de grasa similares (alrededor del 20% del total del producto es grasa, con alrededor de un 10% de grasa saturada). En lo que varían más es en el porcentaje de azúcar, que suele ser mayor en las galletas industriales. 

    Así, un cruasán contiene principalmente azúcar, harinas refinadas y mantequilla. Los dos primeros poseen un altísimo índice glucémico (la rapidez con la que un alimento puede provocar un pico de azúcar en sangre), y la mantequilla es un ingrediente que también conviene evitar porque en España tenemos grasas más saludables como el aceite de oliva, por ejemplo. Además, en el caso de que el cruasán sea mixto, estaremos incorporando una carne procesada como el jamón de York, que está muy lejos de ser un alimento saludable, y queso fundido, que en la mayoría de las ocasiones ni siquiera es queso de verdad

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    Las clásicas tostadas con mermelada

    El tercer desayuno que suele acompañar al café y/o al zumo cuando acudimos a un bar suelen ser las tostadas con mermelada. Como ocurre con las rebanadas de pan con tomate o con aceite, la variedad que se suele utilizar es el pan blanco, que debería ser siempre sustituido por integral, ya que éste incorpora la fibra que se encuentra en la parte externa del grano de trigo. Sin embargo, lo peor de las tostadas con mermelada ni siquiera es el pan, sino la propia mermelada, que aunque la vistan de melocotón, fresa o albaricoque, es un despropósito alimenticio en toda regla. 

    Las mermeladas, según su propia definición, son conservas de frutas que directamente se cuecen en azúcar. Es cierto que incorpora fruta, que puede estar troceada o entera, pero esto no la hace saludable, porque como hemos dicho, contiene cantidades ingentes de azúcares libres. Así, tal y como ilustran desde sinazucar.org, un bote de mermelada ‘zero’ de frutos del bosque contiene un 50% de azúcares libres (unos 35,6 terrones). De la misma forma, un bote de mermelada de naranja que podemos comprar en el súper tiene un 52% de azúcar.