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    La amenaza de la obesidad

    La obesidad es un problema en España y en el mundo occidental en general. Sin embargo, y aunque las causas de la obesidad son múltiples, el pilar básico y esencial de esta patología sigue siendo el mismo tras años de estudios: las personas comen en exceso, consumen más calorías de las que acaban gastando; pero las razones por las que se está produciendo este fenómeno son muy variadas, complejas y difíciles de solucionar. Sabemos cómo se acaba produciendo la obesidad, pero no cómo solucionar todos los factores que dan lugar a la misma.

    Aun así, sí se saben algunas cosas, como por ejemplo algunos de los alimentos que causarían más problemas y colaborarían con el desarrollo de esta patología de una forma significativa. Todos ellos comparten algunas características clave: son alimentos procesados o ultraprocesados ricos en grasas, azúcares, sal y calorías. Hoy veremos diez de ellos.

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    Los refrescos

    Las bebidas azucaradas o refrescos son uno de los alimentos que más engordan. Son muy fáciles de consumir, y también es muy fácil saturarlos de calorías, dado que contienen unos niveles ingentes de azúcar y ningún nutriente esencial. Son calorías vacías.

    Además, los estudios corroboran todos estos datos: los individuos que más refrescos consumen tienen más probabilidades de acabar aumentando de peso respecto a aquellos que no lo hacen.

    En total, según algunos trabajos, los individuos que toman refrescos llegan a consumir hasta un 17% más de calorías que aquellos que no lo hacen, dando lugar a un aumento de peso significativo, pero también a enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y cáncer.

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    El café con azúcar

    Si bien es cierto que el café como bebida puede tener múltiples beneficios para la salud, el café con azúcar o endulzantes similares no lo es tanto. De hecho, un café endulzado puede llegar a contener tanto azúcar como un refresco de cola u otros similares.

    Y, como sucede con el caso anterior, un café con azúcar puede tener similares efectos a los refrescos, tanto a nivel de salud como a nivel de aumento de peso.

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    Los helados

    Aunque existen helados de muchos tipos, la mayoría de ellos están saturados de grasas y azúcares añadidos. Además, estos alimentos suelen usarse como postre, otorgando muchas calorías innecesarias a las comidas y desplazando otros alimentos como las frutas.

    Pero eso no significa que se deba desterrar totalmente el helado de cualquier dieta: puede ser un capricho muy ocasional, pero no consumirse como norma. Además, también es posible elegir algunos helados más sanos, siempre priorizando que no contengan más de 15 gramos de azúcar por porción completa de alimento.

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    Las pizzas

    Las pizzas preparadas son una comida rápida muy popular, sobre todo en adolescentes y adultos jóvenes. Si bien es un alimento muy sabroso, dicha hiperpalatabilidad se debe a su ingente cantidad de grasas, azúcares refinados, y exceso de calorías.

    Algunas de estas pizzas se elaboran con enormes cantidades de quesos y carnes ultraprocesados, ricos en grasas y sal. En el último de estos casos, se sabe que una elevada ingesta de carnes procesadas se ha relacionado con la obesidad y un aumento drástico del riesgo de enfermedad cardiovascular.

    Pero, por otro lado, cabe destacar que no todas las pizzas son iguales: puede consumirse pizza elaborada a base de ingredientes saludables, como masa integral y verduras, siempre controlando no pasarse con el consumo calórico. Que un alimento esté íntegramente elaborado con ingredientes saludables no implica que no pueda engordar.

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    Las galletas

    Tanto las galletas como las rosquillas se basan en una masa colmada de harina refinada, azúcar y grasas saturadas. Se trata del pack completo de un alimento denso en calorías, poco saludable y desaconsejado totalmente si se quiere mantener un peso equilibrado.

    De nuevo, como sucede con los helados, puede consumirse muy de vez en cuando y con moderación, pero no como norma general: una rosquilla mediana puede contener hasta 200 kilocalorías, y algunas varidades con glaseado externo rozan las 300 kilocalorías.

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    Las patatas fritas

    Las patatas fritas, en sus múltiples variedades, ya sean en forma de bolsa de patatas comercial o en forma de típita tapa española. Sin embargo, no es la tapa más saludable de la carta: una porción de apenas 150 gramos puede superar las 420 kilocalorías fácilmente, convirtiéndolo en un alimento muy denso a nivel calórico.

    Además, las patatas fritas comerciales suelen ser la peor opción, dada su ingente cantidad de grasa y sal.

    A todo ello hay que añadir las salsas, muy comunes cuando se consumen en forma de tapa. Ya sea mayonesa, ketchup o salsa brava, todas ellas incrementan el consumo calórico sin que el comensal llegue a percatarse; su hiperpalatabilidad nubla los sentidos del consumidor. Y los estudios lo confirman: el consumo de patatas fritas engorda. Es mejor opción consumir patatas en sus formas hervidas, horneadas o al vapor.

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    El chocolate con leche

    Si bien el chocolate negro se ha relacionado con múltiples beneficios para la salud cardiovascular y cerebrovascular, no ocurre lo mismo con el chocolate con leche y el chocolate blanco. Pero, cuidado, dado que si bien el chocolate negro puede ser beneficioso en cantidades controladas, su densidad calórica desaconseja totalmente un consumo excesivo del mismo.

    El problema llega con chocolates con menor porcentaje de cacao puro, a la par que aumenta la densidad de azúcar y grasas saturadas añadidas: en estos casos el sabor es más dulce, el alimento más palatable, y su densidad calórica también aumenta. Los beneficios conocidos del chocolate desaparecen si se tienen en cuenta los perjuicios que acarrearía el consumo de azúcar añadido.

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    El zumo de naranja

    Consumir frutas enteras es muy buena opción, pero echar mano de sus zumos, sobre todo si se consumen de forma comercial, es la peor de las opciones. De hecho, muchas marcas de zumos de frutas llegan a cargar estas bebidas con niveles de azúcar similares a los refrescos, y desechando toda la fibra y los nutrientes que contendría una fruta entera. Al final, todos los beneficios acaban perdiéndose, a la par que aumenta el consumo calórico a base de azúcar.

    De nuevo, beber un zumo de frutas de vez en cuando, sobre todo si es natural, es buena idea. Sin embargo, los zumos de frutas de forma continuada, incluso naturales, no son buena opción.

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    El peligro de los ultraprocesados

    Finalmente, están los alimentos ultraprocesados en general. Cualquier comida preparada y envasada que se venda en el supermercado suele ser mala opción, en comparación al consumo de alimentos frescos basados en comida real, y preparados en casa, sin azúcares, grasas, sal ni aditivos añadidos.

    No todos los alimentos procesados son mala opción; de hecho, las legumbres que se venden en bote de cristal contarían como un "buen procesado". El problema llega cuando se consume una lasaña preparada y comercializada en un envase de plástico, por poner un ejemplo.

    En general, todos los alimentos ultraprocesados comparten características: azúcar añadido, grasas saturadas, exceso y sal y gran densidad calórica. No son una buena opción.