En España, desde hace cientos de años, se han utilizado remedios populares de lo más variopinto para paliar todo tipo de dolencias. Uno de los más populares es el de la taza de agua caliente con miel y limón. Si bien es cierto que este brebaje puede resultarnos sabroso y relajante en un momento dado, no menos cierto es que durante años esta combinación natural de ingredientes baratos y accesibles se ha vendido como un remedio milagroso para múltiples dolencias: reducir la grasa corporal, eliminar el acné, acabar con las toxinas corporales, prevenir o incluso curar un resfriado, y un largo etcétera. En realidad, la ciencia ha desmontado muchas de estas supuestas bondades.

Si bien la miel y el limón pueden tener beneficios puntuales para la salud, su combinación ha acabado por ser una exageración sin fundamento científico alguno, llevando a algunos a creer que incluso podrían consumirse como remedios curativos comparables a la medicina. No es así.

La miel y limón son populares por su uso como aderezo en diversos platos. Por un lado, la miel suele usarse como sustituto natural del azúcar procesado, aunque en realidad, a nivel de contenido de azúcar, no difieren en exceso, y la cantidad de micronutrientes que aporta no compensa su uso como "azúcar natural". Por otro lado, el limón es una fruta cítrica ácida con un elevado contenido de vitamina C y otros compuestos vegetales. Pero ser rico en nutrientes no lo convierte en un remedio milagroso.

La miel

La miel es uno de los alimentos más antiguos del mundo, usado tanto como alimento como medicina durante miles de años. Sin embargo, cabe recordar que dichos usos se basaban en la miel cruda sin filtrar, la cual posee más compuestos y micronutrientes que su análogo procesado.

Por un lado, se sabe que la miel tiene efectos curativos en heridas y quemaduras: los antiguos egipcios, griegos y romanos ya usaban la miel como tratamiento de diferentes dolencias de la piel, y se sabe que este alimento sí tiene efectos terapéuticos en este ámbito. De hecho, en una revisión de 26 estudios con más de 3.000 participantes, la miel demostró ser más efectiva en el tratamiento de determinadas quemaduras respecto al uso de tratamientos convencionales.

Por otro lado, la miel se habría usado como remedio natural para los resfriados y la tos. Si bien sabemos que no es un tratamiento efectivo contra los resfriados, sí parece que tiene una eficacia reducida a la hora de aliviar la tos en niños. De hecho, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) publicó un informe en 2009 en el que señalaba que la miel no aumenta las defensas, no es antioxidante, no tiene propiedades antitusivas y no aporta beneficios sustanciales para el sistema inmune. 

¿Y el limón, qué?

El limón, por su parte, es popular por su sabor cítrico y su elevado contenido en vitamina C, a la par que contiene pequeñas cantidades de vitamina B y potasio, junto a otros compuestos como ácido cítrico y flavonoides. Y sí, tiene algunos beneficios probados para la salud.

Por un lado, se sabe que el limón puede ayudar a prevenir, en parte, la formación de cálculos renales o "piedras de riñón". Se trata de compuestos minerales que se forman en los conductos urinarios, pudiendo llegar a causar muchos problemas, siendo el más conocido el cólico de riñón. En los limones hay ácido cítrico, el cual puede prevenir la formación de estos cálculos o "piedras", dado que puede unirse a los cristales de oxalato cálcico, inhibir su crecimiento y por tanto evitar la formación de cálculos basados en dicho compuesto.

Cabe destacar, eso sí, que no todos los cálculos renales se forman en base a oxalato cálcico, y también hay compuestos por otras sustancias. Por tanto, el limón solo ayudaría a prevenir la formación de algunos tipos de piedras renales, pero no de todas, y no siempre. De hecho, los estudios actuales sugieren que debe seguir investigándose al respecto, dado que no sería una medida de prevención significativamente eficaz.

Por otro lado, algunos estudios sugieren que las frutas cítricas en general contienen micronutrientes saludables para el corazón, como la mencionada vitamina C y otros compuestos vegetales. Un ejemplo de dicha protección sería un estudio con más de 10.000 personas que sugirió una relación entre un mayor consumo de frutas cítricas y un menor riesgo de enfermedad cardio y cerebrovascular. Además, el zumo de limón contiene un compuesto llamado limonina, el cual podría colaborar en la reducción de los triglicéridos y el colesterol LDL o "colesterol malo", al menos en estudios en animales. De nuevo, se requiere más investigación al respecto.

Finalmente, se sabe que los compuestos vegetales del limón también tienen funciones antioxidativas. De hecho, consumir unos 30 ml de jugo de limón ya aportaría el 21% de la vitamina C diaria recomendada, un micronutriente con propiedades antioxidativas conocidas. La vitamina C en general se ha relacionado con un menor riesgo de enfermedad cardio y cerebrovascular, y con menor riesgo de cáncer como es el caso del cáncer de esófago. Aunque, recordemos, no es un compuesto exclusivo del limón. Además, los alimentos ricos en flavonoides, como el limón, también se habrían relacionado con un menor riesgo de diabetes y deterioro cognitivo.

Mezclar miel y limón: algunos beneficios

¿Podría entonces la combinación de ambos alimentos resultar beneficiosa para el organismo? Por un lado, algunos autores sugieren que el agua con miel y limón podría ayudar a perder peso. Pero, cuidado, porque dicha afirmación se basa más en el consumo de agua por su potencial saciante que en el uso de miel y limón, que serían meros saborizantes: al aumentar la ingesta de agua también se aumenta la saciedad y la sensación de plenitud, reduciendo la necesidad de consumir otros alimentos.

Por otro lado, los micronutrientes como la vitamina C y moléculas vegetales del limón junto al potencial de la miel para reducir la tos en intensidad y frecuencia en niños podrían ayudar cuando se está enfermo. De nuevo, de forma colaborativa y sin poder compararse a las medicaciones específicas, pero es mejor que nada. En adultos, por el momento, hay falta de evidencia.

Finalmente, la hidratación adecuada sería esencial para mantener la salud gastrointestinal: la deshidratación causa estreñimiento, y la toma de agua con miel y limón podría ayudar a prevenir dicho estado. De nuevo, es el agua la base de esta prevención, y la miel y el limón solo funcionarían como saborizantes y aromatizantes naturales, pero en el caso de niños y ancianos ese uso asociado podría marcar la diferencia.

Sin embargo, no hay evidencia de que el agua con miel y limón sea eficaz para "eliminar toxinas", mejorar el acné o aumentar el rendimiento cognitivo como muchas veces suele venderse. Existen beneficios, sí, pero leves y en casos muy específicos. No se trata de una mezcla milagrosa, por muy naturales que sean sus ingredientes.

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