El dolor puede que sea una de las cosas más complicadas y difíciles de la vida. Quizá no podamos hacernos a la idea, pero hay personas que sufren y padecen dolor todos o casi todos los días del año. Se trata de una enfermedad llamada dolor crónico que padece un 18% de la población española. O lo que es lo mismo, ocho millones de personas en España se levantan todos los días con dolor. Pese a lo malo, hay algunos factores o elementos que ayudan a reducir y a mejorar ese dolor. Uno de ellos es la dieta y la alimentación que llevemos en el día a día.

"Una alimentación basada en la dieta mediterránea con abundancia de alimentos vegetales, alimentos antiinflamatorios y antioxidantes ayuda a mejorar el dolor", afirma a EL ESPAÑOL la doctora en Alimentación y Nutrición Laura Arranz, profesora de la Universidad de Barcelona, especializada en pacientes con dolor crónico y problemas gastrointestinales y autora del libro La dieta para el dolor (Amat Editorial). La alimentación o la dieta, añade la experta, mejora en tres bloques fundamentales: en el dolor, en el peso corporal y en la función gastrointestinal.

Sin embargo, y como en todo, aclara esta experta, es muy importante que adaptemos esa dieta a cada persona. Ver qué alimentos les sientan mejor a cada paciente, ya que no todo el mundo tolera igual los mismos vegetales o los mismos alimentos. Por ello es importante conocer aquellos alimentos que mejor nos sientan, siempre dentro del marco del patrón del estilo o dieta mediterránea

La alimentación ayudará a mejorar el dolor o ciertos síntomas como el cansancio, también mejorará la salud, pero nunca curará la enfermedad. Porque a día de hoy no existe ninguna dieta, por muy milagro que digan que sea, que por sí sola cure enfermedades que cursen con dolor crónico.

Antes de seguir explicando qué alimentos funcionan mejor para esta enfermedad, veamos en qué consiste. Seguramente conozcamos a alguien cercano que la tenga. Según explica la Sociedad Española del Dolor (SED), un 18% de la población de la población española sufre dolor crónico. Una enfermedad en la que el dolor generalizado o en alguna parte del cuerpo vivirá con nosotros para siempre.

De hecho, la Organización Mundial de la Salud en el año 2008, clasificó el dolor crónico como una enfermedad en sí misma y no como un síntoma de cualquier otra. Desde entonces, el dolor crónico se debe tratar como tal. Así, y según informa la SED, llamamos dolor crónico a "un dolor que se mantiene durante 3 o más meses y que no responde al tratamiento médico habitual".

El abordaje de esta enfermedad es multidisciplinar, es decir, no sólo farmacológico sino también psicológico, conductual, con actividad física y dieta. Los pacientes deberán adoptar unos hábitos saludables en su día a día. Como hemos visto, la alimentación y la dieta pueden ayudar a mejorar ese dolor. Veamos ahora qué alimentos son más recomendables y cuáles sería mejor evitar.

La importancia de los alimentos antiinflamatorios

Dentro de la alimentación, existen alimentos que nos pueden aportar nutrientes antiinflamatorios y otros que son proinflamatorios, explica Arranz. Las personas con dolor crónico deben potenciar e incluir en su dieta alimentos antiinflamatorios y evitar los proinflamatorios, o bien reducirlos al máximo posible.

Entre los alimentos antiinflamatorios, expone la experta, se incluyen todos los alimentos de origen vegetal: todos los vegetales, frutas y verduras, legumbres, frutos secos, semillas o cereales integrales. "También existen alimentos antiinflamatorios muy potentes como son el pescado azul y el aceite de oliva virgen extra. Todos estos alimentos tienen que estar y predominar en la dieta. En cuanto a la carne, que sea carne blanca y magra", asegura.

Por otro lado, incluimos como alimentos proinflamatorios aquellos que "son ricos en grasas saturadas como la carne roja, los embutidos o derivados cárnicos como salchichas o hamburguesas; el exceso de lácteos (los lácteos son buenos en la dieta, sobre todo el yogur, pero no el exceso); los alimentos procesados y los azúcares añadidos".

Además es importante incluir alimentos antioxidantes naturales que están presentes en el reino vegetal. Tal y como afirma la experta, "comer gran variedad de frutas, verduras, frutos secos, semillas, etc, nos ayudará a aumentar la ingesta de estos componentes que también ayudan a disminuir la inflamación. Cuando hay inflamación también hay oxidación celular y el cuerpo lucha contra ello con los antioxidantes". 

Como todo en alimentación, no hay alimentos prohibidos -excepto si hay intolerancias- pero es mejor evitarlos y que sean de consumo ocasional o excepcional. "Se sabe que existe una relación directa entre sobrepeso y dolor. Cuanto más sobrepeso hay, peor es el dolor. No solo porque el peso sea una carga física para el cuerpo sino porque cuanta más grasa acumulamos, más inflamación, y eso empeora el dolor, ya sea general o en un punto concreto", afirma Arranz.

Por otro lado, se conoce también, "aunque no existe una relación causa-efecto tan clara, que muchas personas con dolor crónico tienen alteraciones de la función gastrointestinal o de la microbiota", matiza. Por ello lo que "se observa es que una persona que tiene dolor crónico es fácil que pueda presentar, colon irritable u otros problemas intestinales. En cuanto se mejora la función intestinal con la alimentación, también baja el nivel de inflamación", explica.

Y por último, otro factor que influye en la forma de comer, es el sueño. Muchos pacientes duermen mal por su enfermedad y el dolor y dormir poco puede derivar en dos cosas. "Una, en que el metabolismo funcione peor (vamos a gestionar peor las grasas y los azúcares, vamos a ser más propensos a coger peso, más propensos a diabetes) y otra, en que afectará y condicionará nuestra conducta alimentaria, es decir, vamos a ser más propensos a buscar sistemas de recompensa en la comida, como por ejemplo los dulces".

La dieta ideal que deberían llevar los pacientes con esta enfermedad es "una dieta basada en la dieta mediterránea, rica en alimentos antiinflamatorios y antioxidantes, evitando o reduciendo lo más posible los proinfamatorios. Y los alimentos vegetales deberían predominar mucho más en nuestra alimentación", concluye Arranz.

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