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    Más fibra, menos hambre, menos calorías

    El común de los mortales considera que las dietas son un castigo. En el desayuno se preparan una triste rebanada con “pavo”; a media mañana mordisquean una barrita de muesli garrapiñado que se pega a los dientes; y, a la hora de la comida, pinchan su tenedor con desgana en una ensalada salpicada de productos etiquetados como light. Alguno habrá por ahí que coma tortitas de maíz por placer, quién sabe.

    Hartos de ultraprocesados insípidos, muchos de los que inician sus dietas se las acaban saltando con un ultraprocesado peor. Se tiran arrodillados al suelo y con los brazos al cielo preguntándose en qué clase de universo cruel viven en el que el placer de comer se paga con la ganancia de peso. No hay que desesperarse: cada vez son más las voces de quienes nos advierten que el problema no está en las calorías, sino en la calidad de las mismas y el efecto saciante de un determinado alimento.

    Dejar de comer alimentos como las legumbres o los frutos secos, porque tienen muchas calorías, es un error. Los beneficios que aportan a la salud compensan el aporte calórico. Pero, además, las legumbres, los frutos secos, las verduras y las frutas contienen fibra, un componente que es muy conocido por su función reguladora del tránsito, pero que sirve para más cosas. Mejora la salud cardiovascular y también proporciona efecto saciante. Es decir, comer alimentos sin procesar evita consumir grandes cantidades y, en consecuencia, sobrepasar las recomendaciones de calorías diarias.

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    El aguacate

    Esta fruta está de moda, y con razón. El aguacate aporta algo más de 140 calorías por cada 100 gramos y tiene un 12% de grasa. Sin embargo, las grasas que contiene son monoinsaturadas y aporta un 2% de fibra. Este alimento, por tanto, es bueno para la salud cardiovascular y para el tránsito.

    El Centro de Investigación Nutricional del Instituto de Tecnología de Illinois, en Estados Unidos, realizó un estudio en el que concluyó que quienes desayunaban aguacate se saciaban antes a la hora de la comida. El aguacate en una tostada puede ser un desayuno saludable y, por tanto, recomendable para perder peso.

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    El salmón

    Se trata de uno de los pescados que más calorías tiene: 182 por cada 100 gramos. Sin embargo, sus calorías provienen de sus proteínas, que suponen un 20% de la composición y contienen todos los aminoácidos, y de sus grasas, que ocupan un 12%, pero son, en su mayoría, del tipo insaturado. Es fuente de ácidos grasos omega-3 que son beneficiosos para la salud cardiovascular.

    El salmón puede formar parte de una dieta de adelgazamiento saludable. Especialmente si se consume cocinado al horno o a la plancha, para evitar añadir grasas.

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    El melocotón

    La temporada del melocotón es el verano. Por esta razón, a partir de los próximos meses podrán encontrarse en abundancia en el mercado. Se trata de una fruta con muy pocas calorías: tan sólo 40 por cada 100 gramos. Sin embargo, tiene un sabor muy dulce y, por tanto, puede sustituir a los procesados azucarados.

    El azúcar que contiene la fruta se considera intrínseco, siempre y cuando se consuma junto con la pulpa. Su 1,5% de fibra le confiere efecto saciante y casi el 90% de su composición es agua, un componente importante durante el verano.

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    Los anacardos

    Los frutos secos también pueden formar parte de una dieta saludable e, incluso, ayudar a perder peso. Eso sí, para aprovechar todos sus beneficios debe consumirse crudos o tostados y no hacer un consumo abusivo. Tienen un gran valor energético: unas 550 calorías por cada 100 gramos.

    Los frutos secos tienen grasas insaturadas, buenas para la salud cardiovascular. El mejor momento para consumir este tipo de alimentos es después de hacer deporte, otra de las claves para perder peso.

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    El queso de Burgos

    Los quesos, en general, tienen un gran aporte de proteínas, pero también de calorías y de grasas del tipo saturado. El queso de Burgos, sin embargo, tiene un valor energético moderado: 190 calorías por cada 100 gramos de producto. Además, en su caso las grasas ocupan un 11% de su composición total y poco más de la mitad son del tipo saturado.

    El queso de Burgos mantiene un alto aporte de proteínas, a pesar de tener menos calorías. Sin embargo, su principal beneficio reside en que se trata de un alimento probiótico. Estos alimentos son todos aquellos que contienen microorganismos beneficiosos. Los del queso y el yogur se ubican, entre otras partes del cuerpo, en el tracto intestinal. Sus principales funciones es prevenir la infección de microorganismos perjudiciales y mejorar la absorción de nutrientes.