En España tenemos una epidemia de obesidad y sobrepeso sin precedentes. Casi la mitad de la población de nuestro país sufre este problema. En el resto de Europa ocurre tanto o más de lo mismo y, según un estudio publicado en la revista The Lancet, la cosa puede ir a peor: dos de cada tres europeos sufrirán sobrepeso en 2030. Ante este drama, muchas personas recurren a todo tipo de dietas milagro para perder esos kilos de más lo antes posible sin pensar que semejante esfuerzo es muy probable que sea en balde o, lo que es peor, que se jueguen la salud en el intento.

"La pérdida de peso debe ser la consecuencia de adoptar unos buenos hábitos de vida, no el objetivo y el pretexto para hacer cualquier dieta", aseguraba el dietista-nutricionista Daniel Ursúa, autor del blog Nutrihabits, en otro artículo en EL ESPAÑOL. Teniendo esto en cuenta, existe un factor determinante a la hora de perder peso que el común de los mortales desconoce y que influye de forma muy importante para que no se produzca el temido efecto rebote: la adherencia.

Pero, ¿qué es la adherencia? Se trata de la capacidad de una persona para adquirir un nuevo hábito alimentario que perdure en el tiempo y que le lleve a cumplir con sus objetivos de pérdida de peso. "Tanto dentro de la alimentación como fuera, la adherencia es la clave para cualquier cambio de hábitos", explica Ursúa. "Conseguir una nueva adherencia a un nuevo patrón alimenticio implica que no nos cueste esfuerzo mantenerlo y que incluso lo echemos en falta cuando nos salimos del mismo", añade.

Cada día disfrutamos de todo tipo de productos y alimentos. De hecho, llegamos a alimentarnos hasta en cinco o seis ocasiones, muchas de ellas a través de opciones insanas o superfluas, por mera ansiedad e incluso por aburrimiento: tomamos un zumo a media mañana durante una reunión de trabajo, compramos unas patatas fritas en la máquina de vending para aguantar hasta la hora de la cena, o acabamos engullendo unas palomitas mientras vemos una película por la noche. "Comer es un acto que hacemos a diario y que está cargado de implicaciones más allá de las meramente fisiológicas. Si conseguimos que comer de forma saludable no nos suponga ningún esfuerzo, estaremos invirtiendo en nuestra salud", subraya.

Es precisamente por esta razón por la que la adherencia es el factor más importante no sólo para conseguir una pérdida de peso a través de hábitos saludables, sino también para que esta pérdida se mantenga en el tiempo "Un cambio de hábitos es muy difícil de llevar a cabo. Somos animales de costumbres. Mantener las cosas tal y como las hacemos es a lo que vamos a tender siempre. Por ello es tan difícil cambiar de rutina".

Contra las dietas milagro

El concepto de adherencia choca de frente con el de dieta milagro. De hecho, se encuentra en el extremo opuesto. El principal atractivo de este tipo de regímenes tan estrictos radica en que prometen resultados espectaculares -de ahí su nombre- en un periodo de tiempo muy corto. Un pequeño esfuerzo, dicen, es suficiente para perder 5 o 10 kilos en apenas unas semanas. Da igual cómo. La realidad es que no se tarda demasiado tiempo en recuperar el peso perdido. "No podemos obviar que muchas de estas dietas tienen efectos sobre nuestro metabolismo que van a facilitar la ganancia de peso al dejarlas", subraya Ursúa.

Tal y como explicaba hace unas semanas el dietista-nutricionista Pablo Ojeda en otro artículo en este periódico, con una dieta milagro de este tipo "se incurre en un déficit nutricional severo y, con la pérdida de líquido, se pierden cinco o seis kilos de forma rápida". Sin embargo, "al tener seis kilos menos, el gasto metabólico es mucho menor y basta con tomar cuatro o cinco bocados que, con semejante déficit nutricional, se recupera el peso inmediatamente".

La educación nutricional es, en opinión de Ursúa, la mejor herramienta para conseguir la tan ansiada adherencia. "Mientras que un plan dietético no incluya la educación nutricional, sus resultados, más tarde o más temprano, desaparecen y volveremos a los hábitos que teníamos antes de comenzar el plan", advierte Ursúa. "De hecho, probablemente, los empeoremos por el hartazgo de haber estado en un plan restrictivo", añade.

¿Qué estrategias podrían llevarnos a ello? Ojeda aseguraba que evita directamente que sus pacientes se pesen. "El hecho de ponerse un número como objetivo es un factor muy condicionante", decía. Y advertía de la importancia de manejar el peso psicológico antes que el fisiológico. Ursúa apunta en la misma línea: "La clave para crear una buena adherencia es fijar objetivos alcanzables y fáciles de mantener. Cuando te plantees un cambio, pregúntate si te ves manteniendo ese mismo cambio después de 10 años. Si la respuesta es no, debes replanteártelo". Y finaliza: "Además es importante también verlo como una carrera de fondo. No obsesionarse ni poralizarlo a un 'o todo sano o todo insano'".