Si el perro se ha labrado a lo largo de la historia el título de mejor amigo del hombre no es por casualidad, sino porque se lo ha ganado a pulso.  Estos animales no sólo nos regalan un amor incondicional, sino que también resultan de gran utilidad en el desarrollo de tareas como el diagnóstico de enfermedades, la previsión de desastres naturales o el rastreo de personas desaparecidas.

Ahora, además, una perrita de 12 semanas llamada Riley ha demostrado que también pueden ser los salvadores de cientos de obras de arte, luchando contra la peor pesadilla de los museos: las plagas de insectos.

Riley, la perrita del Museo de Boston

Los humanos no somos los únicos seres vivos que disfrutamos del contenido de los museos.  Sus pasillos, repletos de miles de obras de interés cultural hacen las delicias de los amantes del arte y, de una forma bastante menos intelectual, también de todo tipo de insectos.

Desde cucarachas hasta pececillos de plata y polillas, son muchas las especies que adoran el sabor de la pintura de los cuadros, los lienzos o el papel de los libros. Incluso existe un escarabajo cuya afición a los museos le ha valido ser bautizado como Anthrenus museorum.

Como consecuencia, algunos museos han optado por poner sus nuevas adquisiciones en cuarentena hasta asegurar que no portan ningún tipo de huésped incómodo. Y para eso, no hay nada mejor que alguien con un agudo sentido del olfato.

Nacidos para olfatear

Es sobradamente conocido que el sentido del olfato de los humanos es casi inexistente si se compara con el de los perros. Esto les convierte en grandes rastreadores, que pueden encontrar desde un alijo de droga hasta una persona sepultada bajo los escombros de un derrumbe. Pero su súper olfato podría llegar mucho más allá, permitiéndoles detectar algo tan pequeño como una plaga de insectos.

La primera candidata a demostrar si esta posibilidad es viable ha sido Riley, una cachorro de Weimaraner que actualmente está siendo entrenada para ello en el Museo de Bellas Artes de Boston . De su entrenamiento se está encargando su dueña, Nicki Luongo, quién además ostenta el puesto de directora del Departamento de Servicios de Protección del museo.

Ninguno de los artistas que crearon las obras que Riley custodiará imaginaría jamás que un simple cachorrito sería el salvador de su trabajo. Aún queda un año de entrenamiento hasta que esto pueda ocurrir; pero, sin duda, será toda una hazaña cuando lo consiga.

Noticias relacionadas