En 2014, en la plaza de Callao, un anciano caballero se acercó a una mesa informativa del Partido Animalista (Pacma). Silvia Barquero le había visto rondar en torno a ellos durante varios minutos. "Verás la que me va a soltar", pensó. Aquél hombre, efectivamente, había sido cazador. Pero ahora estaba arrepentido, confesaba, y buscaba "una catársis". El motivo: una gatita. Desde el día en la que la adoptó ya no pudo empuñar la escopeta, relató. "Miraba sus ojos y pensaba en todos los que apagué en mis cacerías..."

Aquél día, la presidenta del Pacma lloró. Otro gato la había puesto en la senda de la protección de los derechos de los animales cuando era una niña. Lo encontró en la calle con una pata rota, guiada por sus maullidos lastimeros. Se lo llevó a casa y lo cuidó toda la noche, pero no logró paliar su dolor. "En aquél momento descubrí mi vocación", cuenta. La experiencia de empatía es lo que inspira La revolución pendiente (La esfera de los libros, 2017), su primer libro, en el que aboga por una Ley Integral de Derechos de los Animales que reconozca su condición de "seres sentientes".

Los toros ya no son el principal foco de los animalistas. Aunque el Pacma lamenta ser el único partido que se ha atrevido a proponer prohibir la tauromaquia, consideran que se trata de una práctica "arrinconada". Barquero cita datos de Cultura que cifran en un 9,5% de los españoles los asistentes a corridas en el periodo 2014 - 2015. También la prohibición del Toro de la Vega como victoria activista. La avalancha mediática anual sobre los Sanfermines no la impresiona: "Cada vez más personas son conscientes de que los encierros no son éticos". La Fiesta, augura, quedará reducida a las plazas de La Maestranza y Las Ventas.

La caza, explica, supone un problema cuantitativamente mayor. Su libro desglosa datos del Ministerio de Agricultura: ciervos, muflones, jabalíes, perdices, zorzales... 21 millones de piezas de caza cobradas solo en 2013. A ellos se suman las muertes accidentales de animales domésticos, los perros de caza que son matados y las ocho personas que mueren de media al año por accidentes de caza. Barquero también se revuelve contra el argumento ambientalista: los cotos son repoblados con especies que no atienden al ecosistema, acusa, y el plomo envenena ríos y suelos.

"Muestran síntomas de psicopatía violenta"

La repulsa a la caza es un imperativo ético universal para Barquero. "Alguien armado con un rifle está ejerciendo violencia contra los animales y contra las personas. Hay una clara relación entre esa actitud violenta y los malos tratos de todo tipo" - acusa. "Los cazadores son personas que imponen su actividad ejerciendo la violencia. Yo no entiendo por qué no puedo disfrutar de un entorno natural cuando hay cazadores. ¿Por qué prima su derecho?".

La presidenta del Pacma vive en un "entorno rural" y describe enfrentamientos continuos con los cazadores en los últimos diez años. "Los días hábiles de caza autorizada son los jueves, sábados, domingos y festivos, precisamente aquellos en que la mayoría de la gente normal sale a disfrutar de la naturaleza". Y el relato de las amenazas durante esos encontronazos es el más tenso del libro.

"La actitud que mostraban los cazadores ante nuestra presencia pacífica era síntoma inequívoco de una psicopatía violenta. Desde intentos de atropello con sus todoterreno hasta golpes y empujones. No fui la única a la que encañonaron mientras me decían que su seguro de caza les cubría las responsabilidades si en ese momento me pegaban dos tiros (...)  Allí, solos en el monte, lejos de cualquier testigo, tal como nos decían sonriendo los Rambos, 'una bala perdida puede acabar contigo en cualquier momento'".

Si esta práctica "cruel" legitima la violencia, resulta aún más reprobable que se practique como símbolo de estátus. La presidenta del Pacma extrae su lectura política: "Vemos a los principales encausados en tramas de corrupción compartiendo sed de sangre con el monarca emérito". Recordando que la afición por la caza le vino a Juan Carlos I de mano de Franco, considera que el episodio de Botswana le arrojó a "las mayores cotas de desafección" por "la mayor sensibilidad de los españoles frente al maltrato animal".

Silvia Barquero presentando su libro. La Esfera de los Libros

Una 'Ley cero' para los derechos animales

"Los animales cuentan actualmente con ciertas protecciones, pero no con derechos propios" - denuncia la representante del partido animalista. "Eso permite que sean explotados". Para impedirlo, reclaman que les sean reconocidos los tres derechos fundamentales: "A la vida, a la libertad y a no sufrir". De este modo, pasarían a ser reconocidos como personas legales bajo tutela, como los niños o las personas intelectualmente dependientes.

Esta legislación debería extenderse a zoos y acuarios, laboratorios que experimentan con animales y especialmente a las granjas industriales. "Si la gente supiera lo que ahí ocurre, cómo a los cochinillos les arrancan los testículos sin anestesia, seguramente cambiarían de hábitos". La dieta rica en proteínas es "insostenible", denuncia Barquero, no ya por la crueldad hacia los animales, sino por la huella medioambiental masiva que deja el metano producido por la industria ganadera.

"Conseguimos acabar con la esclavitud. Hemos alcanzado los derechos sexuales. La siguiente revolución es la de los derechos de los animales" - concluye con el ojo puesto en las próximas elecciones europeas.

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