José Durán vio apagarse la vida de su hijo en pleno partido de fútbol: el adolescente, que no había mostrado ningún síntoma de problemas de corazón previamente, se desplomó y falleció de muerte súbita. Padecía miocarditis, un problema que es extremadamente difícil de diagnosticar porque solo se detecta cuando se desencadena, y en esos casos se suele confundir con un infarto. El tratamiento, en esos casos, puede hacer más daño que bien. Ahora, un hallazgo español publicado en la prestigiosa revista The New England Journal ofrece por primera vez la posibilidad de detectarla con una simple muestra de sangre, aumentando las posibilidades de una recuperación eficaz.

El estudio ha sido llevado a cabo por un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) liderado por la Dra. Pilar Martín, y ha sido impulsado por una Beca Leonardo para Investigadores de la Fundación BBVA. "Este trabajo es un paradigma de cómo la investigación básica que se lleva a cabo en el CNIC contribuye al bienestar de la sociedad al trasladar a la clínica la investigación que llevamos a cabo en los laboratorios del centro", valora el director del centro, el Dr. Valentín Fuster.

Así explica la Dra. Martín este problema a EL ESPAÑOL: "El infarto ocurre cuando se obstruye la arteria, al producirse un trombo o por acumulación de grasa, lo que se conoce como arteriosclerosis. La miocarditis es una inflamación del músculo cardiaco que activa un 'contraaque' del sistema inmunológico. Y los motivos por los que se produce son completamente diferentes: lo más frecuente es desarrollarla tras una infección viral o bacteriana, por problemas autoinmunes o inducida por ciertos tóxicos y drogas. Pero los síntomas en el momento agudo de la miocarditis son exactamente los mismos que los del infarto de miocardio".

Puesto que el cuadro clínico no permite discriminar entre ambas patologías, es probable que un paciente de miocarditis sea sometido un cateterismo. "Pero no lo necesitan, porque no tienen las arterias obstruidas", subraya Martín. El diagnóstico real no suele llegar hasta que se aplica el gold standard, la 'piedra de toque' que en este caso es una biopsia. "Se hace solo en casos muy extremos, cuando el enfermo está muy grave, porque es una técnica muy invasiva. Requiere tomar una muestra de músculo cardiaco y analizarla, y esto conlleva mucho riesgo: hay un 1% de posibilidades de perforación, y un 0,6% de muerte", valora la doctora. 

La resonancia magnética es otra alternativa, pero está "muy limitada" en los hospitales por su elevado coste, explica la investigadora. Se suele recurrir a ella en fases "muy avanzadas" de la enfermedad, "a veces cuando es demasiado tarde", lamenta. Sin embargo, si la miocarditis se diagnosticase justo en el momento de producirse, se podría tratar solo con antiinflamatorios. "Lo que hemos identificado es el primer biomarcador que diagnostica con más de 90% de precisión esta enfermedad a partir de un simple análisis de sangre". 

La tragedia del infradiagnóstico de la miocarditis es que un problema originalmente leve puede derivar en una enfermedad cardíaca crónica, requerir de trasplante de corazón y abocar finalmente a la muerte. "Es una de las principales causas de muerte súbita en varones menores de 40 años", advierte Marín. Pero también implica que la prevalencia de esta dolencia esté "probablemente" infraestimada, algo que también aspira a corregir el test rápido de sangre.

"El infarto de miocardio es una de las principales causas de muerte en el mundo, y se estima que uno de cada diez es una miocarditis. Pero los datos epidemiológicos hablan de entre 10 y 22 miocaditis por cada 100.000 personas. Las cifras no cuadran", ilustra. Por otro lado, el marcador es un micro-RNA, una molécula que se puede detectar con tests ampliamente implementados a nivel sanitario, como las ahora ubicuas PCR. "No hace falta ir a un centro especializado. Se podría hacer con un kit y una muestra de sangre en un centro de salud o en una ambulancia".

El impulso de la Beca Leonardo

"Nostros descubrimos el biomarcador en plasma de ratones con miocarditis. Nos dimos cuenta de que era diferente al de los ratones con infarto. Con este trabajo hecho, apliqué a una beca Leonardo para poder llevar el conocimiento que teníamos a los pacientes", rememora Pilar Martín.

"A partir de ahí, pudimos validarlo con cinco hospitales de Madrid, uno en Asturias, otro en Murcia, el Massachusetts General Hospital de Boston, el Hospital Universitario de Zúrich, el de Padua en Italia...", resume. "A nivel nacional e internacional, el apoyo de la beca despertó mucho interés y colaboración entre los investigadores clínicos".

Se trata, concluye, de una historia de éxito de la ciencia básica española, un recorrido completo desde el laboratorio a una solución terapéutica para el paciente. "El hecho de poder hacer investigación básica en España, poder colaborar con los cardiólogos y avanzar en biomedicina es algo que tenemos que poner en valor", concluye.   

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