El vino, uno de los elementos Marca España, se produjo por primera vez durante el Neolítico en la región que hoy ocupan Irak e Irán, según los testimonios arqueológicos hallados en los montes Zagros. A lo largo de los años la fabricación de esta bebida alcohólica ha pasado por diversas técnicas, algunas de ellas sorprendentes.

Así, la evidencia más antigua de la producción y consumo de vino es una vasija del año 5400 a. C., hallada en el poblado neolítico de Hajji Firuz Tepe, en los montes Zagros. La vasija contiene un residuo rojizo, presumiblemente vino. 

A lo largo de los años, los modos de hacer vino y embotellarlo han sido varios, pero ninguna técnica es tan increíble como la que realiza un cubano: preparar esta bebida alcohólica empleando condones.

Vino con condones

Orestes Estévez (66 años) fabrica vino utilizando profilácticos desde hace años. El sexo y el alcohol vuelven se juntan como un sábado por la noche en cualquier ciudad, aunque esta vez para controlar la fermentación de estos caldos fabricados en el barrio de El Canal del Cerro (en La Habana), según explica el propio cubano al programa iberoamericano Así Se Hace.

Debido a la falta de recursos que la isla sufría por el bloqueo económico, Estévez comenzó a utilizar profilácticos como válvulas de presión, que son necesarias para comprobar la fermentación del vino. 

Cuando el preservativo se hincha: el proceso ha comenzado. Los gases que produce la fermentación hacen aumentar de tamaño a este instrumento que evita embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual. 

Por otro lado, cuando el condón ha descendido: el proceso de fermentación ha terminado. "Cuando usted le pone un preservativo a un botellón es igual que con un hombre. Cuando el vino está, eso no hay quien lo levante", explica Estévez.

Fabricados de forma ilegal

Durante muchos años, el cubano fabricaba de forma ilegal sus vinos, que todavía hoy vende en La Habana. Pero en 2011 regularizó la situación de su producto.

Así, la familia de Estévez (su esposa y un hijo), junto a un ayudante, tienen una capacidad de producción de 300 garrafones de vino (cada uno contiene 20 litros). Estos tardan entre un mes y 45 días desde que comienza el proceso hasta estar listos para su consumo.

Otro de los encantos de sus caldos es el precio; algo que permite que estén al alcance de los bolsillos de sus vecinos. En este sentido, en Cuba una botella de vino importada de España, Chile o Argentina, cuesta unos siete euros (ocho dólares) en las tiendas. Por su parte, la familia Estévez ofrece un vaso de tinto por unos céntimos de euros. 

Además, las ventas de sus famosos vinos han crecido exponencialmente en los últimos años, lo que le ha llevado a ampliar sus instalaciones. Mientras que en años 2012 vendía unas 10 botellas de vino diarias actualmente despacha más de 50.

Vino recolectado por vampiros

Y si consideraba extraño los condones para hacer vino, pruebe Monastrellissimo. Este caldo ha sido recolectado por vampiros, según reza su etiqueta posterior.

Evidentemente se trata de una guasa que los viticultores de esta bebida han realizado. En las primeras líneas se puede leer una descripción muy rimbombante y barroca sobre este caldo: “Tinto de fuerte color, rojo púrpura intenso con ribetes violáceos, muy expresivo y afrutado en nariz con taninos vivos en boca y con gran estructura”.

Tras ello, se puede observar en la etiqueta: “Como si te digo que… unos leperos vampiros, de buena familia, lo recolectan solo en noches de apareamiento del cernícalo real mientras escuchan Chiquetete (los leperos)”.

“Acto seguido se fermenta en barricas de tungsteno construidas por glamurosos enanos carlistas con crestas de colores”, añade la etiqueta. Para finalizar, se puede leer un mensaje que deja claro la actitud de mofa del embotellador: “te lo vas a creer igual”. 

Se trata de un vino de Jumilla que vende la vinoteca murciana Vinissimo y que ha querido hacer llegar el mensaje de que a veces es mejor beber, disfrutar el vino que tenemos en nuestras manos y después leer su origen.

Vino de hueso de tigre

Esta última forma de hacer vino no tiene ningún tipo de gracia y produce un gran sufrimiento al mundo animal. Por ello, defensores de los derechos de los animales están protestando porque miles de tigres están en condiciones horribles en granjas enmascaradas como parques naturales en China para alimentar un negocio de varios millones de dólares: producir vino con sus huesos, recoge Daily Mail.

Este vino es muy popular entre los chinos ricos, quienes están dispuestos a comprarlo por unos 350 euros (al cambio) por botella, ya que creen que es un afrodisíaco muy eficaz. 

El vino se hace con los huesos de tigre que se remojan durante unos ocho años y luego se mezclan con extracto de serpiente y hierbas.

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