La lavadora se ha convertido en uno de los utensilios más usados en nuestro día a día. En cuanto nos manchamos la ropa, la introducimos en el tambor y a los pocos minutos la tenemos como nueva. Sin embargo, no siempre hemos vivido con esta facilidad. Y menos aún: no siempre nos hemos planteado si es posible lavar una lavadora. Y no sólo es posible, sino que es más que recomendable.

La historia de este electrodoméstico que nació para hacernos la vida mucho más sencilla es más que curiosa. En la Roma clásica el lavado de la ropa era atendido por lavanderías públicas situados cerca de los caminos. En ellas la ropa se pisaba en tanques de agua de la misma manera que la uva para hacer vino. Quien no podía pagar este servicio hacía su propia colada embadurnando las prendas sucias en barro y golpeándola contra los cantos de la orilla del río hasta arrancar la suciedad.

Más tarde se emplearon las palas de madera, y posteriormente apareció la tabla de lavar, donde se volteaba una y otra vez la vestimenta. La tina de madera (cubo) constituyó una gran revolución para el lavado de la ropa. Su funcionamiento era sencillo: el cubo de grandes dimensiones se llenaba de agua caliente jabonosa y se meneaba la ropa una y otra vez con palas hasta que quedase sin ninguna mancha. Este sistema fue muy usado durante la Edad Media, aunque predominó durante mucho tiempo la colada a mano.

El procedimiento del lavado comenzó a ser estudiado hacia 1677 por un noble londinense llamado John Hoskins. Propuso meter la ropa dentro de una bolsa de cordel de fusta sujeta por un extremo y retorcida por una cuerda y cilindros sujetos al otro extremo. Este método acabó con el mal olor de los vestidos cortesanos, pero había tejidos que se estropeaban si eran retorcido, por lo que no se lavaban. Para mejorar el invento de Hoskins, en 1961 Jonh Tyzackepa presentó en Londres una lavadora industrial para eliminar del tejido los restos del proceso de fabricación.

Alva J. Fisher y las lavadoras eléctricas

Sin embargo, debido a su pequeño tamaño resultaban poco útiles para las amas de casa. Pero para llegar a la solución definitiva del problema del lavado faltaba un paso más. En 1858, un fabricante de Pensilvania llamado Hamilton Smith construyó la primera lavadora de tambor. Se basó para ello en trabajos previos de un empapelador londinense llamado Henry Sidgier. A aquella máquina William Thomas añadió décadas después un procedimiento para calentar el agua con gas, dando lugar a la primera lavadora de agua caliente.

Todavía faltarían unos años para llegar a la lavadora moderna que utilizamos hoy en día. Aquella que incluye secado y distintos programas. No hubo nada mejor hasta el año 1906, cuando se le aplicó a aquel artefacto un motorcito, iniciativa de un fabricante de Chicago, Alva J. Fisher, que permitió que las lavadoras eléctricas se fabricase en serie.

Pero no solamente es importante la calidad de la máquina, sino también su limpieza. De nada sirve que nuestra lavadora sea muy cara si por dentro está llena de suciedad ya que contribuye a ensuciar la ropa. Por ello, vamos a explicaros cómo podemos lograr que nuestra lavadora quede en perfecto estado. Al ser un electrodoméstico basado en el uso del agua para realizar los lavados, acumula mucha humedad en su interior, lo que puede resultar determinante para la aparición de manchas o problemas al ejecutar el lavado de la ropa.

¿Cómo limpiar el interior de la lavadora?

-Activar la función autolavado: La mejor opción para conservar la lavadora limpiar es utilizar la opción de autolavado. Una gran cantidad de lavadoras ya disponen de esta función, pero todavía hay algunas que no lo tienen. En caso de que nuestra máquina posea esta opción, es recomendable acudir a la hoja de instrucciones de la misma para activarlo. Ahí descubrirás qué teclas debes presionar para conseguirlo. Si las tiraste o no recuerdas donde las tienes, puedes fijarte en el panel frontal donde están los botones y las ruedas para indicar los programas. Una vez ahí, debes marcar la tecla en la que pone "autoclean" o alguna palabra similar.

-Mi lavadora no tiene la función de autolavado: Si nuestro dispositivo carece de esta función, lo primero que deberemos hacer es vaciarla o dejar una o dos prendas en su interior por precaución para que se limpie por dentro. En segundo lugar, selecciona 60 grados de temperatura y en el cajetín de detergente por un poco del jabón empleado habitualmente para expulsar la suciedad. Cuando esté en funcionamiento, echa medio litro de vinagre y selecciona al mínimo centrifugado. Con estos pasos, la lavadora ya estaría limpia y en condiciones de ser usada.

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