Cada día, en Prodigios peinamos distintas fuentes de conocimiento científico en busca de algo nuevo, relevante, importante o interesante. A veces, sin embargo, encontramos estudios científicos que nos epatan. Esa persona de vuelta de todo que cualquiera de nosotros llevamos dentro se ajusta el cinturón, se pone un palillo en la boca y proclama: "¿Y para esto hacía falta un estudio?"

A lo largo de este mes, y en cómodas entregas semanales, pondremos coto a algunos de estos descubrimientos tan poco aparentes para explicar qué hay detrás de ellos. Tras las cuatro primeras entregas publicadas, aquí van nuevos estudios.

Los conciertos te hacen más feliz

Una vez conocí a un chico que no le gustaba la música. No escuchaba música, de ningún tipo. Yo, alucinada, sentí pena por él, porque se estaba perdiendo la simple y

fácil felicidad que nos propocionan un disco nuevo, una canción recién descubierta o, en general, escuchar un grupo que nos gusta. Es evidente que no todo el mundo vive

la música con la misma intensidad, pero qué duda cabe de que todos la escuchamos porque nos hace un poquito más felices.

No hacía falta que nos lo dijeran, pero hay estudios para todo y hay científicos que se propusieron medir esa felicidad. Un grupo de psicólogos y educadores de la

Universidad Deakin (Australia) entrevistó a 1000 personas y comprobó que bailar escuchando música o asistir a eventos musicales eleva el nivel de bienestar subjetivo (SWB, por sus siglas en inglés), un índice psicológico que mide los estados emocionales y la satisfacción con la propia vida.

Pero hay matices: el estudio alerta que estos resultados no se dan si uno escucha música en la soledad de su casa, sino que el incremento de bienestar sólo tendrá

lugar si se hace en compañía. Así que ya sabe, si está usted triste vaya a un concierto. Y si no lo está, vaya también, que ya tiene otra excusa para ir a ver a su grupo favorito.

Ciertas canciones te recuerdan al pasado

Inevitablemente, algunas canciones nos trasladarán a la infancia y/o a la adolescencia por mucho tiempo que pase. A los millenials, el A tu lado de Operación Triunfo 1 nos recordará siempre a las emociones que nos regaló el primer reality musical de la historia. Así como Radio Futura y Loquillo nunca de desligará de los años jóvenes de nuestros padres.

Como pueden intuir, esta reacción emocional también ha sido estudiada. En 2013 la revista Psychological Science publicó los resultados del trabajo colaborativo entre el Departamento de Psicología de la Universidad Cornell de Nueva York y la sección de Arte Digital y Nuevos Medios de la Universidad de California, en el que explicaban que la música escuchada en la infancia y adolescencia (no sólo aquella que nos gustaba, sino también la que oíamos porque la ponían nuestros padres y abuelos) nos traerá recuerdos de esa etapa de la vida.

Esto puede resultar, a priori, evidente, pero este estudio nos descubre una tendencia que quizás no nos habíamos planteado: la música que escuchamos en los primeros 20 años de vida marca nuestras preferencias musicales para el resto de nuestros días.

Ténganlo en cuenta la próxima vez que le ponga Camela a sus hijos o sobrinos, porque puede que sin saberlo esté condicionando sus pequeños oídos de por vida.

La música baja tu nivel de concentración

Hay quien asegura que estudia o trabaja mejor con música de fondo. No les crean: la ciencia les ha llevado la contraria. Psicólogos de la Universidad College de Londres

publicaron un estudio en el que analizaban los efectos del sonido de fondo a la hora de trabajar. Tal y como predecían, los resultados demostraron que el silencio

asegura una mayor productividad que la música, el ruido o el sonido de la televisión de fondo.

Sin embargo, diferenciaron entre dos perfiles psicológicos: a las personas introvertidas les afecta más que a las extrovertidas, lo cual apoya la hipótesis de desigualdad en la excitación cortical entre estos dos grupos de personas, es decir, refuerza la idea de que la corteza cerebral no responde igual ante los mismos estímulos.

En resumen, resistan las ganas de acompañar su trabajo con canciones, aunque yo escriba esto escuchando a Triángulo de Amor Bizarro (que, dicho sea de paso, en su último single reza La ciencia es mentira sin ti).

La música alta en discotecas hace que consumas más alcohol

Sería imposible montar una fiesta si ponemos la música al volumen de las canciones de misa, pero la música alta en las discotecas, además de animar al personal, tiene

otro fin: que bebas más alcohol en menos tiempo.

Detrás de esto, por supuesto, hay un estudio. En la Universidad de Bretaña Sur (Francia) se propusieron analizar cómo influye el volumen de la música. Previamente, otros estudios habían confirmado que la presencia o ausencia de música, los diferentes estilos o los tempos rápidos y lentos ejercen un poder diferente sobre el alcohol que ingieren los presentes, pero este análisis se centró en el volumen. Y más concretamente, en la ingesta de cerveza.

Los individuos analizados fueron divididos en dos salas con música a diferentes niveles y se demostró que aquellos que habían sido expuestos a un volumen más elevado tendían a consumir más alcohol, y tardaban menos tiempo en terminar su vaso. Los investigadores relacionaron sus conclusiones con la hipótesis de la "excitación" o "inhibición", el estado psicológico en el que el tronco cerebral, el sistema endocrino y el sistema nervioso autónomo (el de las acciones involuntarias) se encuentran activados, lo que nos permite regular la conciencia, la atención y el procesamiento de información.

La música alta, según los investigadores, afecta a este sistema de manera negativa. Ahora entendemos, más o menos, por qué a veces la cerveza entra como agua.

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