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En una era donde la edad suele equipararse con limitaciones, Tim Minnick rompe todos los esquemas. A sus 83 años, este ex corredor de seguros se ha convertido en el entrenador de fitness más longevo del mundo, según el Guinness World Records.

La chispa saltó cuando su esposa Liz fue diagnosticada con cáncer de mama. Minnick relata: "Ir al gimnasio me salvó la vida emocional y mentalmente. Entrenar me dio más energía y fuerza para ser un mejor cuidador”.

Con esa motivación, vendió su empresa de seguros a los 65 años y se sumergió en el mundo del fitness. Aprendió, estudió y obtuvo su certificación a los 73. "Si vas a dedicarte al negocio del fitness, tienes que aprender constantemente", se recuerda diciendo.

La receta de Minnick es sencilla: disciplina y constancia. Se levanta temprano y combina movilidad, cardio y fuerza en sesiones de 90 minutos, 4 o 5 días por semana. Su rutina se divide en estos sencillos pasos:

  • Movilidad (20 min): zancadas, apertura de caderas, elevaciones de pantorrillas, ejercicios con bandas para hombros, planchas y variaciones.
  • Cardio (10 min): remo de baja intensidad, ideal para entrenar piernas, tronco y mejorar postura.
  • Fuerza (45–60 min): desde extensiones de pierna, hack squat, peso muerto, sentadillas con mancuernas hasta dominadas.

A pesar de una lesión en el manguito rotador que redujo su carga, no perdió su espíritu: "El músculo es la moneda del envejecimiento y quiero que todos los que entreno tengan mucha moneda".

El estadounidense afirma que solo hace una comida de verdad al día, por la noche: "Me gusta terminar tres horas antes de acostarme. Intento acostarme a las 10.30 y levantarme a las 6-6.30".

Su comida típica es una proteína como filete o salmón con una verdura como judías verdes o espárragos y una patata asada.

Minnick no solo entrena duro, sino que también come con inteligencia. Evita el azúcar, los ultraprocesados y el alcohol. Prefiere alimentos enteros, mentalmente atentos a las etiquetas, y prioriza una alta ingesta proteica para mantener musculatura en la edad avanzada.

Más allá de las rutinas y la disciplina, lo que distingue a Minnick es su filosofía de vida. "No entreno para verme bien en el espejo, entreno para poder vivir plenamente cada día", afirma con una sonrisa que contagia optimismo.

Su historia se ha convertido en un fenómeno viral porque conecta con algo profundo: el deseo universal de mantenerse fuerte, activo y feliz con el paso de los años. Y es que Tim no solo levanta pesas, también levanta esperanzas.

Su mensaje trasciende el fitness: es una invitación a cambiar la mirada sobre la vejez. En lugar de pensar en "lo que ya no se puede hacer", Minnick pone el foco en lo que aún se puede conquistar.

"Nunca es tarde para empezar. Si yo lo logré a los 65, cualquiera puede hacerlo", asegura. Con esa mentalidad, Tim se ha convertido en un símbolo de resiliencia y en un recordatorio de que el movimiento es, literalmente, vida.