J. Rodríguez
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Si alguna vez has visto las películas de Torrente —y es muy probable porque es una de las sagas con más espectadores de la historia del cine en España—, habrás observado que Santiago Segura ha cambiado su aspecto de forma radical con los años.

El actor reconoce que durante la mayor parte de su vida su peso corporal ha oscilado mucho, pero la mayor cifra que recuerda son los 116 kilogramos. Sin embargo, este ciclo llegó a su fin y Segura mantiene desde hace varios años un físico saludable.

Romper estos ciclos de subidas y bajadas de peso no fue fácil debido a que para interpretar al detective Torrente el actor debía engordar. Los kilogramos que el actor se proponía engordar para este papel han ido bajando con el tiempo.

Llegó a engordar 46 kilogramos para interpretar este personaje y luego debía bajarlos. En la quinta y última entrega Operación Eurovegas su personaje sin embargo está más delgado que en las anteriores películas. El actor se había cansado de estos cambios físicos.

"En la última sólo gané 15 kilos porque me daba pereza perderlos. Luego me costó perder los 15 más que 30 cuando era joven", dijo en una ocasión a Europa Press. Confesó a ese medio que en ese momento se encontraba en un peso de 73 kilogramos.

Un peso saludable que Segura reconoce haber conseguido a base de sufrir. "Es un mundo muy duro de sufrimiento, se trata de ingerir menos calorías de las que consumes, cuidar qué tipos de calorías son, hacer ejercicio, una serie de cosas de que dices ¡madre mía!".

Es decir, que no hay atajos para tener un cuerpo más delgado, Segura tuvo que encontrar la manera de convivir con un estilo de vida más saludable. Tal y como contó en El Hormiguero, Santiago Segura se consiguió adelgazar con asesoramiento de un nutricionista y una dieta concreta.

Se trata del ayuno intermitente, un tipo de régimen que él mismo califica como duro y que recomienda hacer siempre con la supervisión de un especialista. Segura empezó a perder peso cuando ya le había provocado algunas enfermedades.

"Tenía condropatías, condromalacias, el cartílago destrozado", recuerda el actor. Se refiere a que padecía un importante desgaste de la rodilla debido a los kilos de más. De hecho, también confiesa que al aficionarse al tenis acabó sufriendo una rotura de menisco.

No sólo adelgazó por estos problemas articulares, sino por otros problemas de salud asociados al peso que se podían llegar a manifestar más adelante. "Te debe preocupar que el sobrepeso sea causa de infarto, de diabetes, de 13 tipos diferentes de cáncer", explica.

Por esta razón, Segura realiza ejercicios en casa para aumentar su metabolismo, como las flexiones, y se mantiene alejado de los azúcares y de alimentos como las torrijas que, a pesar de que le gustan mucho, está convencido de que le hacen mal.

"Ni el alcohol, ni el tabaco, ni la cocaína, ni la heroína, ni el crack… ¡ponme una torrija delante y me vuelvo loco!", explica con humor en una de sus publicaciones de Instagram. El actor utiliza esta red social para publicar contenido con frecuencia.

Y no sólo promocional. Segura cuelga de vez en cuando imágenes de su pasado en las que aparece con esos kilos que ahora han desaparecido y en los que genera conciencia sobre que este tipo de cuerpos conllevan riesgos para la salud.

"Aquí, mi momento de mayor 'expansión física'… comía como un animal, pero decía que era por prepararme para el personaje de Torrente", escribe Segura en una publicación en la que se le puede ver en su momento de mayor peso, 116 kilogramos.

"La verdad es que los excesos no son recomendables, pero eso lo digo mirando hacia atrás, claro, en aquel momento era inmensamente feliz. Pantagruélicamente feliz", detalla el actor. Segura es, por tanto, un ejemplo de un cambio duradero de hábitos para mejorar las perspectivas de salud.

En resumen, Santiago Segura llegó a perder hasta 46 kilogramos renunciando a los alimentos insanos como las torrijas y los dulces, con asesoramiento de un nutricionista y la realización del ayuno intermitente y, por último, realizando ejercicio físico en casa a pesar de que no le gusta.