Anil Seth, profesor de Neurociencia Cognitiva y Computacional de la Universidad de Sussex.

Anil Seth, profesor de Neurociencia Cognitiva y Computacional de la Universidad de Sussex. Bret Hartman

Ciencia Entrevista

Anil Seth, el gran sabio de la consciencia: "La realidad es una alucinación controlada"

"Nunca experimentamos el mundo tal y como es" / "El libre albedrío no existe, es un concepto engañoso" / "Cuando llegue el fin de la consciencia, no habrá nada que temer, pero pregúntamelo cuando muera" / "Las experiencias cercanas a la muerte son reales, pero no sobrenaturales" / "No tienes que ser inteligente para sufrir".

29 abril, 2023 02:58

¿Tiene usted la seguridad de que el mundo es tal y como lo percibe? Piense que su cerebro, en realidad, está encajonado entre cuatro paredes oscuras y que todo lo que ve es gracias a impulsos eléctricos que le llegan a través estímulos sensoriales. Visto de este modo, es un poco complicado que podamos dar fe absoluta de que una silla es roja, ¿no? Lo mismo es una simple aproximación, una percepción tan válida como que, si cambia la luz, lo mismo ve esa misma silla de color marrón.

Esta es la premisa de la que parte el neurocientífico Anil Seth para el desarrollo de su nueva obra, La creación del yo (Sexto Piso), un revolucionario tratado sobre la ciencia de la consciencia y cómo esta habilidad/cualidad es la responsable de elaborar en nuestra mente una interpretación del mundo que habitamos.

Profesor de Neurociencia Cognitiva y Computacional en la Universidad de Sussex, donde también codirige el Centro Sackler de Ciencias de la Consciencia, Seth tiene el gran propósito académico de descubrir cómo funciona la consciencia, una pregunta que muchos han dado por imposible. En una azotea céntrica de Madrid, se reúne con este periódico para explicar por qué no hay que darse por vencido en este campo, qué importantes implicaciones tiene para la medicina y cómo, incluso, podría cambiar las bases legales del mundo occidental.

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Entrando de lleno en materia, ¿cómo podría explicar de una manera sencilla qué es la consciencia?

Es lo que perdemos cuando caemos en un sueño profundo o cuando nos ponen una anestesia general y es lo que vuelve cuando despertamos y nos activamos de nuevo. Cuando abrimos los ojos por la mañana, nuestros cerebros no sólo procesan información, sino que tenemos una experiencia de colores, objetos, sonidos, olores. La consciencia es lo que nos hace distintos de ser simplemente un objeto complejo.

Y cómo influye esta consciencia en la percepción de la realidad.

La experiencia de la realidad, para cualquier criatura, un pulpo, un humano o un mono, siempre es una construcción. Nunca experimentamos el mundo tal como es en realidad. Ni siquiera sabemos exactamente qué significa esto de experimentar el mundo tal como es. La realidad siempre está oculta detrás de un velo sensorial y esto es un desafío para nosotros, porque nos parece que vemos el mundo tal y como es.

No vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos. Por eso, defino la realidad como una alucinación controlada y la palabra controlada es tan importante como alucinación. Es decir, nuestras experiencias no están desconectadas de la realidad, pero son predicciones de lo que hay ahí en el mundo o de lo que está en nuestro cuerpo.

¿Hay alguna manera de saber que mis percepciones están bien?

No hay manera de que estén bien. Hay muchas maneras de estar bien y, también, de estar mal. Todos experimentamos de una manera ligeramente distinta. Todos tenemos cerebros distintos, así que vamos a diferir. Por ejemplo, los colores no existen en el mundo por lo que un color no es preciso y no hay color correcto. No son algo que puedas definir como correcto o incorrecto.

Esto lo vimos claro con el famoso caso del vestido negro y morado o blanco y dorado. ¿Qué estaba pasando ahí para que fuera tan evidente?

Fue un caso absolutamente fascinante. Dejó claro algo que había quedado muy oculto, que es este tema. Para una misma realidad compartida, que era la fotografía, podemos tener experiencias muy distintas.

En este ejemplo específico, entra en juego que la imagen estaba sobreexpuesta y descontextualizada y eso influye en el modo en el que el cerebro genera la percepción del color. Si por alguna razón tu sistema visual está acostumbrado a una luz ambiental amarillenta porque pases mucho tiempo en interiores, es posible que sea más propenso a dar una combinación de azul y negro, porque presupone una fuente iluminante tendente al amarillo. En el otro caso, si la persona tiene un córtex visual frecuentemente empapado de luz solar azulada, tal vez tienda al blanco y amarillo. 

Ahora estamos en nuevo proyecto que se llama el censo de la percepción, que intenta medir el grado de diferencias en el mundo a nivel de color, sonidos, tiempo, emoción, etc., para ayudar a entender a la gente que las cosas no siempre son como las vemos. Si hay gente española que quiera participar y puede leer en inglés, sería fantástico.

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Cuando en el concepto de alucinación controlada desaparece la parte de control, entran en juego distintos tipos de enfermedades mentales, como la esquizofrenia. Entendiendo los mecanismos de la conciencia y cómo se produce ese descontrol, ¿podríamos curar la esquizofrenia y otras patologías?

Esto pone el acento en el hecho de que estudiar la conciencia no es un lujo intelectual, sino que es algo que tiene una importancia práctica clara y uno de los ámbitos es la psiquiatría. En este campo, tratamos los síntomas, pero no acabamos de comprender las causas. Haciendo un símil, tenemos paracetamol, pero no tenemos antibióticos psiquiátricos. La mayoría de las enfermedades psiquiátricas vienen definidas, precisamente, por maneras alteradas de la percepción del mundo y, si podemos entender los mecanismos por los que la gente tiene estas experiencias alteradas, tendríamos una plataforma para desarrollar un enfoque clínico más adecuado.

Una característica común a muchas enfermedades psiquiátricas es la alucinación, pero la alucinación descontrolada, donde la gente experimenta cosas que no están ahí. En lugar de pensar en esto como un fenómeno único, podemos entenderlo como un fallo en los mecanismos normales de la percepción. Con ello, tendríamos un entendimiento de muchas enfermedades psiquiátricas. Hay mucha gente que está trabajando en esto, con esquizofrenia, trastorno de ansiedad, depresión, etc.

¿También pasa lo mismo cuando alguien afirma tener una ECM (experiencia cercana a la muerte)?

Hay muchos tipos de experiencias alteradas que siempre han supuesto un desafío. Las ECM son un tipo de ellas. La gente que ha estado a punto de morir y se ha recuperado habla del túnel de la luz o de experiencias extracorporales, en las que la gente experimenta desde puntos de vista que están fuera de su cuerpo.

Básicamente, hay dos maneras de plantear esto. Una es de manera literal, una interpretación que puede confortar o asustar, pero que pienso que es errónea. Las experiencias son reales, pero significan algo distinto de lo sobrenatural. Muestran que si se cambia el cerebro suficientemente, se cambia la experiencia y que hay cosas que damos por sentado, como que la experiencia en primera persona está entre los ojos, y que no deberíamos, porque es otra construcción del cerebro. Para mí, esto aumenta el asombro sobre lo que los cerebros son capaces de hacer cuando experimentan.

El neurocientífico Anil Seth.

El neurocientífico Anil Seth.

Un concepto que me ha sorprendido del libro es que el libre albedrío no existe como tal, sino que es otra alucinación controlada. Cuando hago algo porque quiero, ¿realmente mi cerebro ya sabía que eso era lo que tenía que hacer?

El libre albedrío es un concepto engañoso y ha sido una de las partes más complicadas de escribir, porque combina muchas confusiones distintas. Hay una confusión filosófica, sobre si esto es un poder sobrenatural que puede hacer que pasen cosas que si no, no pasarían; una confusión a nivel físico, respecto a si el mundo es determinista o no; una confusión neurocientífica, sobre qué significa una acción voluntaria y la experiencia de esa acción, y una confusión legal, si el libre albedrío no existe, cómo podemos hacer a alguien responsable de sus acciones.

Hay una manera sencilla de teorizar sobre el libre albedrío: hacemos cosas que pueden tener su causa en vivencias que van muy atrás en nuestra historia. Por ejemplo, nadie me ha obligado a pedir esta taza de té, yo tengo la impresión de que lo hago porque quiero, por mi libre albedrío, pero hay muchas causas previas que explican que lo haya hecho. Una es que soy inglés, que estamos a una hora adecuada del día para tomarlo, y que mi organismo quiere tomar algo. No es el libre albedrío el que hace que las cosas pasen.

Entonces, podría decir: 'No he sido yo, mi cerebro me ha obligado'.

Bueno, con esto hay mucha historia legal y estos hallazgos van a cambiar la ley. Es decir, ya hay casos en los que gente que ha sufrido un tumor cerebral ha cambiado su capacidad de controlar sus acciones voluntarias y se ha utilizado para argumentar que no eran responsables de actos que habían cometido. Todo el derecho occidental se basa en la falsa asunción de este supuesto libre albedrío y no. La ley en ese sentido tiene que cambiar. 

De un aspecto legal pasamos a otro que casa más con la moralidad. ¿Se puede ser consciente sin ser inteligente?

Esta es una pregunta muy buena. Creo que la consciencia y la inteligencia son cosas muy distintas, pero los humanos tendemos a juntarlas como si fueran lo mismo. Es cierto que nosotros tenemos muchas capacidades cognitivas y que también somos conscientes, por lo que solemos unir estos dos conceptos y hacerlos sinónimos. Esto es legado de lo que los humanos siempre han hecho, el antropocentrismo. Nos situamos en el centro de todo y todo lo vemos desde una perspectiva humana.

Tomamos la inteligencia como un criterio para la consciencia. Pensamos que, si un animal es inteligente, entonces es consciente y viceversa y yo creo que esto es erróneo. La consciencia es algo que está más implicada con la regulación propia del cuerpo y esto es algo muy distinto a la inteligencia. Dicho de otra manera, no tienes que ser inteligente para sufrir.

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Después de leer su libro, le confieso que vi un bichito en mi mesa y no fui capaz de matarlo por esto mismo que dice.

No está claro todavía qué animales tienen consciencia y cuáles no. La consciencia parece necesaria cuando los organismos tienen que procesar un montón de información para actuar de una manera flexible. Puede haber insectos que la tengan y otros que no. ¡Quién sabe! Hay mucho debate ahora mismo sobre si un pez siente dolor, sobre que no tenemos normativas que regulen el bienestar animal y que se ajusten a esta base. 

Esto linda con el concepto magistral de su nueva obra: todos, no sólo los humanos, tenemos la experiencia de ser un yo, pero ¿qué es ser un yo?

De eso va básicamente el libro. La consciencia es un misterio fascinante y tiene que ver con cómo experimentamos el mundo, pero para mí lo más increíble es tener la consciencia de ser un yo, un ser propio. Es tentador pensar en el yo como ese mini yo que está en algún lugar de mi cerebro y que está estirando los hilos para controlar todo, pero las cosas no son así. De la misma manera que el color rojo no existe en el mundo, el yo como tal no existe. Es una suma de percepciones. Tiene que ver con las experiencias del cuerpo, de las percepciones, de sentirse vivo.

Entonces, quién no tendría la percepción de ser un yo serían las máquinas. 

Hasta ahora. 

Claro, hay inteligencia artificial, pero no hay consciencia artificial. ¿Qué pasaría si esto se consiguiera?

Lo que vemos con ChatGPT o películas como Westworld es que nuestra sociedad cambia y que vamos a estar interactuando con sistemas. Sabemos que son máquinas y que no son conscientes, pero no podemos evitar ver que ahí detrás hay una mente consciente en acción y esta es la otra cara del antropocentrismo. Tendemos a proyectar cualidades humanas a cosas.

Esta sensación es un error de asociación y sería perturbador para la sociedad. Películas como Westworld nos muestran hasta qué punto puede ser esto peligroso para la sociedad, para nuestra propia psicología.

Me gustaría cerrar la entrevista de la misma manera que finaliza su famosa charla TED. Con el fin de la consciencia no hay nada que temer. ¿Por qué debería ser esto reconfortante?

Esta frase viene de una novela de Julian Barnes, que se titula Nada que temer. Tiene un doble significado. Cuando no hay nada, si no hay dolor ni sufrimiento, nada de nada, no hay nada que temer. Es como la anestesia general, con ella no estás dormido, estás ido. Es lo mismo que hay postmuerte. A mí, esto me parece reconfortante. Cuando llega el fin de la consciencia, no hay nada que temer. Pero esto me lo tiene que volver a preguntar cuando esté a punto de morir.