(Me llamo) Sebastián en Valorio y durante sus performance

(Me llamo) Sebastián en Valorio y durante sus performance

Sociedad

(Me llamo) Sebastián, el revolucionario artista internacional que soñó con Valorio y se asentó en Zamora

El arista chileno, que acumula millones de reproducciones en YouTube, encontró su lugar soñado en el Bosque de Valorio en Zamora capital

4 agosto, 2021 14:17

No puedo definir en qué momento comenzó la entrevista con Sebastián y si ni siquiera lo fue. El artista chileno tiene ese poder. Te sientas a hablar con él y la filosofía fluye. También sus palabras, sus pensamientos y su buena vibra. Mucha buena vibra. Una persona que ansía compartir, experimentar e intercambiar arte y sus pensamientos con cualquiera que tenga algo que aportar. De hecho, llegaba a la redacción de El Español-Noticiascyl en Zamora con esas ideas escritas en un papel: hacer un llamamiento a los artistas zamoranos para colaborar y confluir del modo que sea y a un bar o sala de conciertos que le permita ser su ‘artista residente’.

La música acompaña a Sebastián desde su nacimiento. Con solo cinco años su padre le escuchó cantar en la ducha y empezó a llevarle a programas de televisión y audiciones. Algo que el chileno reconoce que acabó por odiar. El mundo de los focos es implacable e injusto y el músico lo aprendió desde su más tierna infancia. Con 12 años ya había tenido que escuchar que tenía una voz excepcional pero que era demasiado afeminado y que tenía kilos de más como para convertirse en un gran artista o tener éxito. “Crecí pensando que todo estaba mal en mi”, reconoce. Eso nos lleva a reflexionar sobre el ‘body shaming’ y los estereotipos físicos que nos implantamos. Y pese a los miles de kilómetros que separan Chile de Zamora y la lejanía cultural y social que nos separa, tenemos el mismo problema: ‘Gordofobia’, referentes inalcanzables, rechazo a los cuerpos no normativos… “Los chilenos somos al 50% de origen indígena, pero toda la publicidad es con gente rubia, los ojos azules y delgada, y me he fijado que en España es peor. Se toma como el que tiene kilos de más no tiene disciplina o es un dejado”, detalla.

Afortunadamente, Sebastián supo romper con eso y alimentar su música con su propia revolución personal. El chileno recibió formación universitaria en música y hacía sus composiciones, pero fue la aceptación de sus rarezas lo que hizo de él que ahora sea uno de los artistas de América del Sur más influyentes. En un acto de rebeldía en 2010 en el que decidió experimentar con la música, decirles no a las armonías y crear letras de su propio despertar personal, Sebastián pasó a convertirse en un artista de referencia en su Chile natal y su popularidad subió como la espuma. Y es que las canciones de (Me llamo) Sebastián hablan de su propia historia. Sin ambages le canta a sus propias inseguridades físicas o a la libertad de amar y desear a quien se quiera. “Con mi música me voy respondiendo a mi mismo y así voy evolucionando”, detalla.

De hecho, tras el primer golpe de popularidad, el chileno fue acercándose más al pop, se dejó guiar por los productores musicales, que le mostraron “la lámpara mágica” como define a este sonido musical. Apareció en la banda sonora de varias películas chilenas y mexicanas y muchos de sus temas superan el millón de reproducciones en YouTube. Algo que cuando se lo comentas, se sorprende. Desentendido de las redes sociales como algo más que una herramienta a la que mostrarle al mundo su música, casi se sonroja cuando ve que escribimos en prensa que es un referente musical en América del Sur. “Que bueno que la gente esté escuchando mis canciones”, exclama al hacer una rápida búsqueda en su canal de YouTube. Pero la verdad es que no solo es conocido en su Chile natal. Justo antes del estallido de la pandemia del coronavirus, Sebastián se encontraba en España haciendo una gira donde pasó por Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao o Sevilla. Es más, el chileno tocó en la Ciudad Condal el 13 de marzo y rápidamente volvió a Salamanca, donde en aquel momento residía con su pareja, “porque tuve un palpito de que algo iba a pasar y tenía miedo de no poder volver”.

¿Y cómo acabó este artista internacional en Zamora? Coincidencia y un sueño

Sebastián y Cris (su pareja) llevan juntos más de doce años y siempre soñaron con vivir en un lugar que fuera “natural, tranquilo y amable”. Y tras vivir en varios países de Latinoamérica, ambos se asentaron en España para tocar en el país, lo cual coincidía con el estallido social vivido en Chile a partir del 18 de octubre de 2019. No podían volver al país. Tras conocer a un grupo de chilenos en Salamanca y residir allí un tiempo, su pareja encontraba trabajo como enfermero en Zamora. Y surgió la magia. La primera vez que Sebastián pisó el Bosque de Valorio recordó que había soñado con él. “Es el lugar que yo había estado buscando para volver a escribir, es un sitio para estar contigo mismo. La vida nunca me había permitido disfrutar de un espacio natural así y me ha servido mucho”, detalla. Valorio fue el detonante de su permanencia en Zamora.

Entre risas y el aviso de que se va a poner “un poco hippie”, Sebastián reflexiona sobre que “uno no se da cuenta de que el bosque está vivo. Estaba ahí mucho antes que todos nosotros y libera unos químicos que afectan al cuerpo humano”. Esa energía especial que él ha notado en el Bosque de Valorio asegura que es compartida por los músicos zamoranos, con los que ha tenido oportunidad de estar en contacto. De hecho, Sebastián ha invitado a varios artistas de la ciudad a participar en los conciertos que todos los meses realiza cuando coincide la luna llena. Un evento que hasta ahora celebraba por Internet debido a la pandemia, pero que el próximo 22 de agosto llevará al propio bosque zamorano. Sebastián pretende que sea algo armónico, “simplemente personas juntándose a disfrutar de la música, sin ninguna pretensión económica”.

Algo que espera que genere colaboración entre los artistas zamoranos y él. Sebastián ansía poder intercambiar inquietudes artísticas de cualquier tipo con otros zamoranos, ya que también dibuja y pinta. “Yo vengo de un país muy conservador y los artistas de Zamora también me cuentan que se sienten ahogados en muchas ocasiones”. Por eso anima a crear arte e intercambio cultural con la escena artística zamorana. De hecho, su nuevo “sueño” es que algún bar o sala de conciertos de Zamora le permita tocar una vez por semana en su local. Algo que Sebastián hacía habitualmente en Chile y que espera dar con algún negocio zamorano que esté dispuesto a darle esa oportunidad. "No van a encontrar un artista más divertido y chistoso, y estoy dispuesto a hacer audiciones", bromea. Aunque el primer paso ya está dado, ya que Sebastián tuvo su primer contacto con el público zamorano de la mano de La Cueva del Jazz en Vivo, donde hace unas semanas ponía patas arriba la terraza del local, en su ciclo de conciertos al aire libre.