Verónica García, propietaria de la farmacia de la localidad vallisoletana de Geria, atiende a una vecina ICAL
Facendera, la red rural que receta salud, autonomía y compañía en los pueblos de Zamora
El proyecto, impulsado por el Colegio de Farmacéuticos y la Diputación, ya mejora la vida de casi 200 personas mayores en pueblos de la provincia gracias a un innovador sistema gratuito de dosificación de medicamentos.
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En las comarcas rurales de Zamora, donde las distancias son largas y los servicios finitos, cuidar de la salud es a menudo una tarea solitaria. Pero desde 2023, una red silenciosa de colaboración está transformando esa realidad. Se llama Facendera, y como su nombre indica en la tradición zamorana y leonesa que evoca el trabajo comunitario desinteresado, nace del compromiso colectivo para que los mayores puedan seguir viviendo en sus casas con seguridad y autonomía.
Detrás de este proyecto están el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Zamora y la Diputación Provincial, que lo financian en su totalidad para que los beneficiarios no tengan que pagar ni un euro.
Su eje central es el Servicio Personalizado de Dosificación (SPD), un sistema que permite organizar los tratamientos farmacológicos complejos de forma clara y eficaz, evitando errores, olvidos y duplicidades. A día de hoy, Facendera ya ha llegado a 188 pacientes activos, repartidos por 32 farmacias rurales de la provincia.
El perfil de los beneficiarios es muy concreto: personas mayores, polimedicadas, muchas de ellas viviendo solas, que encuentran grandes dificultades para seguir las pautas prescritas por sus médicos.
A menudo, mezclan tratamientos, duplican tomas o abandonan medicaciones esenciales por pura confusión. Facendera actúa como un acompañamiento profesional que va más allá del simple blíster: implica entrevistas periódicas con el farmacéutico, revisión individualizada de la medicación, educación sanitaria, seguimiento continuado y elaboración de informes clínicos.
“El objetivo es que estas personas puedan seguir en sus hogares el máximo tiempo posible, con calidad de vida, sin que la medicación se convierta en un problema añadido”, explica Mª Teresa Ares Juan, presidenta del Colegio de Farmacéuticos. Porque no se trata solo de repartir pastillas: se trata de escuchar, observar, anticiparse. De estar ahí.
Y es precisamente esa cercanía la que permite detectar posibles interacciones entre medicamentos, efectos adversos o incluso situaciones de soledad no diagnosticadas.
Gracias a esta intervención coordinada entre farmacias, profesionales sanitarios y administración, el programa cerró su primer año con 75 participantes, alcanzó los 120 en 2024 y aspira a rozar los 200 pacientes antes de que acabe el verano. Ese es, por ahora, el límite que permite la financiación actual.
Hoy, Facendera cuenta con la adhesión de 54 farmacias rurales, de las cuales 32 ya atienden activamente a pacientes del programa. Pero más allá de los números, lo que destaca es el impacto humano: la seguridad con la que una mujer mayor vuelve a tomar sus pastillas a la hora correcta, la tranquilidad de un hijo que vive lejos, la confianza que se construye en cada visita a la farmacia del pueblo.
En una provincia que envejece y se vacía, Facendera demuestra que es posible revertir la soledad con inteligencia comunitaria. Que cuidar de nuestros mayores no es solo una cuestión sanitaria, sino también cultural. Y que, como en las antiguas facenderas, cuando todos reman en la misma dirección, el bien común deja de ser una utopía para convertirse en una práctica cotidiana.