Luz Perero y Eva Cayuela, en el exterior de su casa rural

Luz Perero y Eva Cayuela, en el exterior de su casa rural

Zamora

Un pueblo zamorano se vuelca en ayudar a dos vallisoletanas a sacar adelante el sueño de su casa rural

"Teníamos que pedirles que se fueran por favor, porque nos daba apuro que no dejaban de trabajar"

30 marzo, 2023 07:00

Cuando confluyen las ganas de perseguir un sueño y la buena voluntad, las cosas salen. O al menos este ha sido el caso de Luz Perero, Eva Cayuela, David Alonso y David Núñez. Dos parejas vallisoletanas y buenos amigos que decidieron lanzarse a la aventura de emprender aposando por el turismo rural de Zamora. 

Y lo han hecho abriendo la primera casa rural en Aspariegos (Zamora). Un pequeño municipio de apenas 200 habitantes y ubicado a poco más de 20 kilómetros de Zamora capital. Una nueva aventura que tiene una gran historia detrás, donde la hospitalidad y ganas de colaborar de los vecinos de este pueblo han jugado un importante papel.

Todo comienza con Luz, una vallisoletana residente en Valdestillas, que se encontraba "cansada y un poco harta" de su trabajo en la FASA-Renault. Necesitaba un cambio en su vida y comenzó a ayudar a una amiga suya en otra casa rural en Pollos (Valladolid). "Quería probarme y ver cómo era el trabajo y me gustó bastante" detalla. 

Y con el gusanillo ya picando comenzó a buscar lugares donde poner su propio negocio. Un proyecto en el que rápidamente se unió su amiga Eva, la cual le dijo: "Si tú lo haces, yo me voy contigo". Así que sin más demoras, ambas se pusieron a buscar una casa rural acorde al proyecto turístico que tenían en mente. "Desde el primer momento queríamos una vivienda grande, para grupos numerosos, porque habíamos recopilado información y muchas personas se quejan de que no tienen espacio para grupos grandes", explica. 

También tenían claro que el negocio no podía estar a más de una hora de sus domicilios en Valdestillas y Zaratán. Para poder acudir desde su casa si surge alguna cuestión, aunque ahora cuentan con ayuda de una persona que se encarga también de la casa cuando ellas no pueden ir. Así que tras recorrerse las webs inmobiliarias dieron con el lugar idóneo: una enorme casa de siete habitaciones, capacidad para 13 personas, piscina, un gran salón-comedor, chimenea y cinco cuartos de baño

Con los brazos abiertos

Luz Perero y Eva Cayuela, en el exterior de la casa

Luz Perero y Eva Cayuela, en el exterior de la casa

Pero, además de dar con la vivienda idónea para su proyecto, estas parejas vallisoletanas han tenido la gran suerte de dar con unos propietarios "encantadores". Se trata de una familia de la localidad, con otras propiedades en la zona, pero que desde hace años residía en Vitoria, y solo pasaban los veranos en Aspariegos. Tras el fallecimiento la matriarca de la familia, el dueño de la vivienda quiso ponerla en venta porque no quería que se echara a perder.

Una intención que se ha materializado en "unas condiciones excepcionales", explica Luz. El dueño no ha podido tratar mejor a estas emprendedoras, ya que "nos ha puesto todas las facilidades del mundo, incluso para poder pagarle a plazos". Así que gracias a la buena voluntad del dueño de la casa, las vallisoletanas pudieron dedicar buena parte de sus ahorros directamente a los arreglos de la vivienda, acelerando los plazos para su apertura.

Pero no acaba aquí el buen trato que han recibido Eva, Luz y sus parejas. Y es que en los meses en los que han estado trabajando para adecentar la vivienda, han contado con la participación activa de varios vecinos del pueblo. Encantados con la noticia de que se abriera un negocio de este tipo en su localidad, muchos vecinos han querido ofrecer su ayuda a las vallisoletanas. 

Luz Perero y Eva Cayuela, en el exterior de su casa rural

Luz Perero y Eva Cayuela, en el exterior de su casa rural

"Ha sido una cosa increíble", explica Luz, que cuando se encontraba arreglando cosas como la piscina, estructuras o la decoración, tenía siempre vecinos echando una mano. "Les teníamos que decir que se fueran por favor, que ya nos daba apuro que estuvieran trabajando", relata la vallisoletana. Además, tienen unas vecinas de las que todo el mundo desearía, Conchi y Encarna. Dos mujeres "muy hospitalarias", que les han mimado y cuidado durante todo el proceso llevándoles café y aquello que necesitaran, siempre atentas a sus nuevas vecinas. Y también tienen palabras de agradecimiento para Francisco Santiago, "que estuvo siempre pendiente de cualquier cosa que necesitábamos durante la obra". Así da gusto. 

Así que una vez tuvieron todo listo, la Casa Rural Valderaduey abrió sus puertas el pasado 18 de marzo con su primer grupo. A partir de aquí, las vallisoletanas ya tienen todo reservado para Semana Santa, el puente de Mayo, e incluso algún fin de semana de agosto. Una buenísima acogida inicial, en la que las redes sociales y las webs de reservas están siendo fundamentales para su desarrollo.