El activista insumiso vallisoletano Juan Ángel Cantalapiedra

El activista insumiso vallisoletano Juan Ángel Cantalapiedra

Valladolid

Juan Ángel Cantalapiedra, el primer insumiso que fue a la cárcel en Valladolid: "Había una represión selectiva y arbitraria"

Este activista vallisoletano, que pasó 14 meses en prisión por negarse a hacer la 'mili', se muestra orgulloso de su lucha y asegura que, en las mismas circunstancias, "volvería a hacer lo mismo".

Más información: El convulso año 1975 en Valladolid: las huelgas de FASA que paralizaron la ciudad

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El servicio militar obligatorio estuvo vigente en España desde finales del siglo XVIII hasta el mes de diciembre de 2001, cuando fue abolido por el Gobierno de José María Aznar. Hasta ese momento, todos los hombres españoles, al cumplir los 18 años, estaban obligados a recibir formación militar durante un período que varió según la época.

Hasta 1968, el servicio militar obligatorio tenía dos años de duración y, aquel año, se redujo a 18 meses hasta 1984, cuando pasó a durar 12 meses. Finalmente, en 1991 se rebajó a nueve meses hasta su abolición una década después.

La cada vez mayor oposición de los jóvenes al servicio militar, especialmente tras la muerte del dictador Francisco Franco en 1975 y el regreso de la democracia a España, llevó al surgimiento, a finales de la década de los 80, del conocido como movimiento insumiso, que apostaba por la desobediencia civil para oponerse a la 'mili' y que no tuvo parangón en ningún otro país europeo.

Los militantes de este movimiento, que contribuyó de forma decisiva a que se terminase aboliendo el servicio militar obligatorio y generó un profundo debate en la sociedad española, pagaron en muchas ocasiones con la cárcel su negativa a realizar la 'mili' o cualquier servicio alternativo y, en total, más de 1.670 personas fueron encarceladas durante la campaña insumisa.

Un movimiento antimilitarista

Juan Ángel Cantalapiedra (Valladolid, 1969) fue el primer insumiso vallisoletano que entró en prisión por negarse a realizar la 'mili', concretamente en la cárcel del municipio vallisoletano de Villanubla, en la que ingresó el 28 de mayo de 1993, cuando contaba con solo 23 años, con una condena de dos años, cuatro meses y un día de cárcel, de los que terminaría cumpliendo 14 meses.

La condena de este vallisoletano fue el doble de las que hasta entonces se habían dictado contra otros insumisos, ya que se le aplicó la Ley de Reforma del Servicio Militar de diciembre de 1991, que igualaba al alza las penas por negarse al servicio militar y a la Prestación Social Sustitutoria (PSS), el servicio social alternativo que ofrecía el Estado a aquellos que no querían hacer la 'mili'.

A raíz de aquella reforma, la jurisdicción pasó de los tribunales militares a los penales, ya que el Ministerio de Defensa no quería manchar su imagen llevando a cabo juicios contra insumisos.

Cantalapiedra atiende a EL ESPAÑOL de Castilla y León y recuerda cómo, cuando le llegó el momento de tener que realizar el servicio militar a los 18 años, tuvo claro que no quería hacerlo y entró en contacto con el Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC), una plataforma creada en la década de los 80.

"La insumisión implicaba esa negativa a cumplir con esa obligatoriedad por motivos de conciencia, éticos o políticos y eso suponía la apertura de unas diligencias y un procedimiento judicial que conllevaba un juicio, con la pena mínima de dos años, cuatro meses y un día, que fue la que me solicitaron", señala este vallisoletano.

Cantalapiedra destaca que el movimiento insumiso llevó a cabo "una campaña de desobediencia civil para romper con la obligatoriedad del servicio militar" pero apunta que no eran "solo un colectivo antimili, sino antimilitarista".

"Queríamos transformar la sociedad y la abolición del ejército, aunque suene muy utópico. Si yo me relaciono con las personas y no me relaciono a base de violencia pues creo que los pueblos deberían poder relacionarse igual", afirma.

La cárcel como herramienta

Este activista asegura que en los juicios por insumisión la defensa "era política" y que no trataban de librarse de la cárcel, sino que aceptaban la condena y utilizaban la pena de prisión "como una medida de presión". "No tratábamos de que se nos absolviese, aunque hubo jueces que empezaron a absolver o a poner penas mínimas a los insumisos para que evitaran la cárcel", afirma.

Juan Ángel Cantalapiedra en su puesto de artesanía

Juan Ángel Cantalapiedra en su puesto de artesanía

Cantalapiedra recuerda, en declaraciones a este medio, que el movimiento insumiso "generó un debate social y político sobre el servicio militar y el derecho a la libertad de conciencia".

"El impacto que tuvo hasta la desaparición del servicio militar fue muy importante", señala, asegurando que más de 15.000 jóvenes se negaron durante aquellos años a realizar el servicio militar y que más de 1.670 de ellos ingresaron en prisión, en lo que califica como "una represión selectiva y arbitraria".

"Volvería a hacer lo mismo"

Este vallisoletano asegura que no se arrepiente de su decisión y que si se diesen las mismas circunstancias que en aquel momento "volvería a hacer lo mismo". Además, asegura que no le gusta el protagonismo ya que fue "uno más" y detrás de él hubo mucha más gente y compañeros de Valladolid que también ingresaron en prisión" y algunos "estuvieron más tiempo".

Los 14 meses que Cantalapiedra estuvo en prisión se dividieron en dos fases, ya que entró en la cárcel de Villanubla en mayo de 1993 pero salió con el tercer grado en el mes de agosto.

"El ministro de Justicia en aquel momento era Juan Alberto Belloch y decretó que, cuando un insumiso estuviese en prisión, se le debía conceder el tercer grado inmediatamente para que estuviese solo unos días en la cárcel cuando normalmente tiene que tardar un cuarto de la condena", recuerda.

Una medida a la que los insumisos se oponían. "Nosotros decíamos que queríamos estar o en libertad o en la cárcel y era una forma de suavizar la represión para que no tuviéramos tanto impacto en la opinión pública", asegura.

Debido a esa medida de Belloch, en agosto de 1993 Cantalapiedra recibió el tercer grado y decidió quebrantarlo. "Al quinto día del quebrantamiento acudió la policía a detenerme, en el mes de diciembre de 1993", afirma, señalando que a partir de ese momento comenzó la segunda fase de su estancia en la cárcel.

La dureza de la cárcel

Este activista vallisoletano recuerda como "dura" y "en soledad" su etapa en la prisión de Villanubla "a pesar de las muestras de solidaridad del exterior". Y asegura que tenía "buena relación con los presos comunes".

"Les ayudabas a rellenar instancias, porque en la cárcel había mucho analfabetismo y muchos presos desconocían sus derechos y les tratabas de ayudar en eso. Te ayudaba a sobrellevarlo el saber por qué estás ahí y la defensa de tus ideas, de una transformación social y un mundo más justo e igualitario", afirma.

A pesar de que las políticas de incremento del gasto militar están en auge en Europa, con algunos países replanteándose reinstaurar el servicio militar ante la supuesta amenaza de Rusia, Cantalapiedra se muestra convencido de que en España "sería difícil" que volviera la 'mili' en la actualidad.

"El antibelicismo ha sido siempre muy importante en España, desde la Semana Trágica de Barcelona en 1909, que fue en oposición al envío de tropas a Marruecos, y el movimiento de insumisión fue único en Europa. La gente tiene otras muchas prioridades antes que el aumento del gasto militar", afirma.

El activista vallisoletano Juan Ángel Cantalapiedra

El activista vallisoletano Juan Ángel Cantalapiedra

El aumento del gasto militar

La cuestión del incremento del gasto militar está de plena actualidad en España, tras la negativa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a aumentarlo al 5% del Producto Interior Bruto (PIB) hasta 2035, como han acordado los líderes la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), siendo el único dirigente que se ha negado.

El jefe del Ejecutivo ha planteado, en cambio, un incremento del 2,1% del PIB que, a su juicio, sería "suficiente" para cumplir los compromisos militares con la Alianza. Una postura que ha llevado al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a amenazar con hacer pagar "el doble" a España en un acuerdo comercial mientras Sánchez ha recordado que esa política "se dirige desde Bruselas".

Cantalapiedra denuncia, en declaraciones a este medio, que el gasto militar lleva aumentando en los últimos años "en una cantidad bastante importante" y asegura que se trata de un gasto "falso". "Nosotros ya llegamos casi al 2% pero hay muchas partidas que no están dentro del gasto del Ministerio de Defensa", señala.

Y pone como ejemplo que las partidas para operaciones militares en el extranjero "van al Ministerio de Exteriores" o "una parte de I+D+i que está en el Ministerio de Industria". "Es un gasto militar encubierto y, en total, ya estamos prácticamente en un 2%", señala, lamentando que, si sigue aumentando, "ese dinero se quitará de partidas sociales".

Con todo, este vallisoletano se muestra convencido de que la mayor parte de la ciudadanía "no está a favor del aumento del gasto militar" y asegura que, a tenor de las encuestas y sondeos de opinión pública, a los españoles "no les importaría pagar más impuestos para educación y sanidad pero no para defensa".

"Nunca se sabe, pero yo creo que si un día se tratara de reimplantar el servicio militar se encontraría con bastante oposición de la juventud. Espero que no llegue el caso, muchos sufrimos cárcel por conseguir abolir la mili y sería una pena que volviese", apunta.

En la actualidad, Cantalapiedra, que trabaja como artesano, no milita en ningún colectivo pero sigue comprometido con sus ideas antimilitaristas y acude habitualmente a las concentraciones que se convocan contra la guerra o a favor de la causa palestina en Valladolid.

"Ahora mismo en Valladolid no hay ningún colectivo antimilitarista como tal pero nosotros pusimos ese poso y esos postulados los han asumido otros movimientos como los grupos antiglobalización o los ecologistas. Aquellas ideas están recogidas en distintos colectivos", asegura, más de 32 años después de pasar 14 meses en prisión por luchar contra el servicio militar obligatorio.