Entrada de Malapécora con Pablo Crespo, David Muñoz y Daniel Mañanes en el círculo
Tres jóvenes reinventan un icónico local de Valladolid: "No tenemos los gastos de grandes salas y podemos ajustar precios"
Daniel Mañanes, David Muñoz y Pablo Crespo han cogido las riendas y reformado la discoteca en la que se conocieron trabajando hace casi 10 años.
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Dos de ellos se conocieron en el instituto y universidad. La amistad con el tercero se forjó, precisamente, trabajando en el icónico local de ocio nocturno de Valladolid que desde hace pocos meses regentan y cuya remodelación han estrenado este pasado viernes, 28 de febrero.
Enclavados en la zona de la calle Macías Picavea y la plaza de Cantarranas, estos tres jóvenes vallisoletanos decidieron adquirir el traspaso de la discoteca en la que se conocieron ahora hace casi 10 años para llevarla a una nueva dimensión, reinventando su imagen y bajo el mismo concepto que tenía cuando empezaron.
Daniel Mañanes (1998), David Muñoz (1998) y Pablo Crespo (1997) son los nuevos propietarios de lo que se conocía como Low Cost, muy cerca de otro icónico de nuestra ciudad como Vinos Merinos o la mítica sala Heineken, hoy reconvertida en sala Black Pearl.
Hoy, bajo el nombre de Malapécora, el antiguo Low Cost ha sufrido un lavado de cara profundo de la mano de estos tres jóvenes, a quienes se les presentó la oportunidad después de que la antigua propiedad decidiese traspasarlo. Todos ellos compaginan este proyecto conjunto y de amistad con sus actividades profesionales en otros sectores.
En el caso de Daniel Mañanes, éste se desarrolla como auditor financiero en Madrid, mientras que Pablo Crespo es comercial en una empresa de Valladolid y David Muñoz es abogado y trabaja en el bufete con su padre.
Daniel y David se conocen desde su etapa estudiantil en el instituto y la universidad, donde cursaron Derecho y Administración de Empresas en la UVa. A Pablo le conocieron ya en el Low Cost.
Fue en los inicios de la carrera cuando Mañanes entró a formar parte de la plantilla como DJ y Pablo y David como camareros, habiendo trabajado y coincidido estos dos últimos también en otros locales de ocio nocturno de Valladolid.
"Me llegó el jefe (del Low Cost) y me soltó la idea de vender el bar. De primeras me dije, 'pues acaba y yo también con mi círculo en la hostelería'", recuerda Crespo, quien en una quedada de "cervezas y dardos" con sus dos amigos comentó la noticia.
Fruto de ello, llegaron a la conclusión de que no era "mala inversión" y entonces decidieron ir a por ello. "Entre unas cervezas y unos dardos surgió un poco la idea de cogerlo", reitera el joven vallisoletano.
Proceso "complejo"
Daniel reconoce que ha sido un proceso "complejo" en el que han tenido que analizar la viabilidad del proyecto, lidiar con las comunicaciones con los anteriores gestores y propietarios y conocer todo el mundo de las licencias y requisitos, hasta ahora desconocido para ellos. "Una vez la decisión tomada en firme ya vimos que no había vuelta atrás y que íbamos a por todas", añade el auditor financiero.
Esta parte les llevó desde septiembre de 2024 a diciembre, tramo temporal al que tuvieron que sumar todo el "trabajo añadido" que les supone sus respectivos empleos.
El bar abrió con ellos al frente en diciembre, pero aún bajo la identidad y esencia del Low Cost. "Se demoró todo un poco el tema de tomar la decisión hasta llevarla a tierra. Durante esos meses teníamos muchas ideas en la cabeza, queríamos reformar el bar, darle una imagen nueva", apunta David Muñoz.
En sus cabezas, al principio estaba la idea de llevar a cabo la reforma, pero manteniendo el nombre. Sin embargo, esto cambió posteriormente y durante ese transcurso, estos meses siendo aún Low Cost les ha servido de "aprendizaje continuo".
"Teníamos pensado hacer la reforma antes de coger el bar y abrir directamente con el proyecto encauzado. Los plazos se nos echaron encima y la toma de decisiones al final es más difícil de lo que parece. Abrimos en diciembre y aprovechamos enero que es más flojillo para la reforma", explica el abogado.
Su objetivo ha sido crear un bar en el que se sientan "integrados". "Desde que acabas la carrera, yo salía por Valladolid y no tenía un sitio claro dónde ir", apunta David Muñoz, quien hace referencia a otros lugares donde el "rango de edad es muy amplio".
Recalcando que eso "también está muy bien", con Malapécora querían crear un bar "para gente joven", en ese espectro de edad a partir de los 24 o 25 años hasta algo más de 30. "Queríamos recuperar esa esencia adaptada a lo que nos gusta los tres", apunta Muñoz.
Mañanes, por su parte, incide en su intención de que querer "mantener la esencia de lo que había antes". "Notabas que era un ambiente muy agradable, desde el punto de vista de plantilla lo notabas, una relación muy cercana", destaca.
También es de vital importancia para ellos que no sea un sitio "especialmente caro". "Te vas encontrando copas a 8 o 9 euros y en ese aspecto queríamos mantenerlas en un precio normal, sin exagerar y sin pretender sacar unos márgenes excesivos", asegura.
En este sentido, explica que "afortunadamente no tenemos los mismos gastos que tienen las grandes salas y podemos ajustarnos un poco más en este aspecto". "Malapécora es una buena oportunidad para hacer conexiones con tu grupo de amigos y de fuera", añade.
"Es una inversión, pero también una cosa que montamos entre amigos y el objetivo es crear un espacio que sea agradable, en el que juntarnos y aprender de esta experiencia", recalca Pablo Muñoz.
Un espacio donde aquel que vaya "salga con una sonrisa en la cara" y que al día siguiente cuando se levante, "ya que igual en ese momento van un poco pasados", bromea Daniel Mañanes, "lo primero que se le venga a la cabeza sea 'ayer estuve en Malapécora y me lo pasé de puta madre'".
No ha sido algo, no obstante, exento de miedos y de su experiencia en la apertura de su primer local de ocio nocturno como empresarios también han encontrado dificultades.
"Podríamos haber cogido y haber tirado directamente como hicimos en diciembre, no hacer mucha reforma, pero también queríamos plasmar nuestro sello de identidad", apunta Pablo Crespo, en referencia a que el camino escogido no ha sido el más cómodo y han optado por arriesgar.
Ya con el "bebé" en marcha, Crespo reconoce que esa incertidumbre y miedo va desapareciendo al ver que "todo va un poco rodado y va saliendo". "Se va disminuyendo ese miedo a la vez que ves más reforma, todo un poco entero y todo redondo. Ese miedo vas a tener que convivir con ello sí o sí hasta que no sales al público", insiste.
David prefiere no arrepentirse de lo que no ha hecho y destaca que a él le pareció "buena idea y creo que es un proceso correcto". "Estamos donde tenemos que estar. No tienes una bola de cristal, pero si no lo haces no vas a saberlo nunca", zanja con rotundidad.
Por último, Daniel admite que "miedos se tienen a todas horas" y más cuando hablas de temas económicos, licencias y seguros. "La gestión de todo ese papeleo te pone en situación de todos los riesgos a los que te puedes enfrentar", asevera.
Añade que no es solo la parte de la posible pérdida económica si el proyecto no sale bien, sino también las respuestas civiles y monetarias si pasa algo en su local. "Lo normal es que no pase nada y si pasa vas a estar siempre respaldado", puntualiza.
También hace referencia a la reforma en la que se embarcaron desde el desconocimiento, sin saber lo que iba a aumentar la inversión ni los tiempos. El cuestionarse si las cosas no funcionan o las grandes barreras económicas a estas edades son otros aspectos.
Sin embargo, siempre han tenido claro que "las oportunidades vienen una vez y se van". Y aquí decidieron coger el barco para dirigirle. "La sensación que te deja siempre va a ser buena, salvo que la gestión sea descuidada e intentamos que no lo sea", sentencia Daniel Mañanes.