Yolanda Martín y su restaurante en Cogeces del Monte. Fotografías cedidas a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Yolanda Martín y su restaurante en Cogeces del Monte. Fotografías cedidas a EL ESPAÑOL de Castilla y León Fotografías cedidas a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Valladolid

La vaquería del siglo XVIII transformada en mesón que deslumbra con su lechazo y torrijas en un pequeño pueblo de Valladolid

Cuenta con un solete de la Guía Repsol y, al mando, se encuentra una cocinera autodidacta que ha recibido ya numerosos premios

7 abril, 2024 07:00

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“Comida tradicional que la inquieta propietaria mejora y actualiza: alubias, bacalao, conejo al azafrán y su galardonada torrija. En la casa rural del mismo nombre”, asegura la prestigiosa Guía Repsol hablando de la Casa Rural y Restaurante Mesón Maryobeli que se ubica en la localidad vallisoletana de Cogeces del Monte, que cuenta con una población de 641 habitantes.

La Casa Rural Maryobeli se encuentra situada en una antigua vaquería que fue rehabilitada respetando toda su estructura. Está catalogada como una casa rural de dos estrellas y cuenta con ese servicio de restauración para chuparse los dedos en el mesón anexo para disfrutar de la rica gastronomía local de la mano de Yolanda Martín. Una cocinera en constante aprendizaje que, gracias a su buen hacer, consiguió el solete de la Guía Repsol.

Charlamos con la cocinera autodidacta del establecimiento hotelero, que cuenta con la peculiaridad de que, aun ubicándose prácticamente en el centro del municipio, tiene a su espalda el valle del arroyo Cogeces, una zona que destaca por sus zonas verdes, y también hostelero, que hace irse con una sonrisa y con el estómago lleno a todos los que por allí pasan.

El Mesón Maryobeli

El Mesón Maryobeli Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Una cocinera autodidacta y una vaquería transformada

Yolanda Martín nació en Cogeces del Monte y va a cumplir 52 años. Vivió su infancia y creció de cara al público ya que su madre regentaba un pequeño comercio en la localidad. A los ocho años ya cocinaba en casa para sus hermanos y con trece, durante una visita a unos amigos de su padre, comenzó a aprender lo que era estar detrás de la barra de un bar.

“Me gustó tanto la experiencia que, al año siguiente y pese a mi corta edad, me puse yo sola al frente del bar de la piscina de Cogeces. A los 20 años decidí, junto a mi marido Modesto, alquilar un local que llamamos Maryobeli, que era el mismo nombre que tenía el comercio familiar”, confiesa nuestra protagonista en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Tras unos años en esa ubicación, y observando las “carencias” que sufría la localidad en lo que a nivel turístico y gastronómico se refiere, la pareja puso en marcha un nuevo proyecto aprovechando la reforma de un edificio que pasaba por ser propiedad de la familia.

Se trataba de una casa de labranza del siglo XVIII. Entre mi marido y mi padre lo rehabilitaron con mimo. En las antiguas salas dedicadas al ordeño y destete en la época en la que el inmueble alojó una vaquería se instaló un comedor. El resto quedó para albergar a futuros visitantes. En ambos casos se puede respirar el aire rústico y rural que caracteriza a este negocio”, añade nuestra protagonista.

De esta forma nació el Centro de Turismo Rural Maryobeli que, con la reforma de la normativa que regula los establecimientos de turismo rural, desde hace unos años, y por motivos estructurales del edificio, pasó a reconvertirse en ‘Casa Rural y Mesón Maryobeli’.

Las diferencias radican en que el alojamiento pasa a ser de alquiler completo y la cafetería sufre una gran transformación para convertirse en un acogedor comedor con chimenea para albergar a 34 comensales.

Yolanda Martín en su restaurante

Yolanda Martín en su restaurante Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

32 años en el mundo de la hostelería y unas elaboraciones que quitan el sentido

“Llevamos 32 años dedicándonos, de lleno a la hostelería. Los últimos siete han sido los más trepidantes ya que, a pesar de ser una cocinera sin formación, animada por los comensales que probaban nuestros platos, probé suerte y decidí participar en concursos de cocina”, confiesa nuestra entrevistada.

Los clientes llegan de muchos sitios de la geografía española para probar un lechazo que quita el sentido y que está asado en horno de leña. El bacalao a la Lupinia, que se llama así por ser el mote con el que se conoce a la familia por parte de abuelo materno, y los guisos y las legumbres, con las verdinas a la marinera, los garbanzos con callos y el conejo con azafrán, son platos que también triunfan en un lugar que trabaja mucho la casquería.

“Las paellas, las carrilleras y el pollo de corral también tienen mucho tirón si hablamos de los productos ‘Take-Away’. A pesar de que la mía es una cocina tradicional, también tengo algunas creaciones como las ‘Manitas de Porki’ que también son santo y seña de nuestro restaurante”, nos explica orgullosa la cocinera.

Como no podía ser de otra manera, las torrijas más caseras y tradicionales también destacan en el lugar. De hecho, el primer premio que obtuvo Yolanda fue el que consiguió en el Concurso Nacional de Torrijas de León. A partir de ahí, ha sido un no parar de cosechar premios y de vender esta sabrosa elaboración. Los que se han acercado hasta Cogeces del Monte esta Semana Santa pueden dar fe de ello.

Sabrosas elaboraciones del Restaurante Maryobeli

Sabrosas elaboraciones del Restaurante Maryobeli Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Una mujer comprometida con su entorno

Somos una Comunidad que sufre el desarraigo de su juventud. Ocurre en muchas partes de España. No por ello vamos a dejar de luchar para fomentar el desarrollo de nuestro territorio. Por ello, junto al Ayuntamiento y un truficultor del pueblo, organizamos la que es la única Feria de la Trufa de la provincia de Valladolid”, añade.

Además, también ha creado el Concurso Nacional de Cocina con Trufa. Ya se está preparando la segunda edición, mientras que las Jornadas Gastronómicas ‘A la Caza de la Trufa ha soplado ya cinco ediciones. Acciones que potencian la gastronomía y el patrimonio histórico y cultural con el que cuenta el municipio y que Yolanda no quiere dejar morir.

Me han ofrecido empleo en la ciudad y me dicen que por qué no pruebo suerte. Estoy donde quiero estar y vivo como siempre deseé. Esa es mi gran suerte. Mi marido y yo somos personas sencillas con aficiones también sencillas pero que nos gusta disfrutarlas con nuestros amigos y en nuestra casa. Esa es nuestra filosofía de vida”, finaliza Yolanda convencida.