Lo cierto es que nunca se sabrá qué habría pasado después de no haber jugado aquel partido. Pero la verdad es que aquel encuentro entre el Real Valladolid y la Real Sociedad el 14 de febrero de 1943, hoy hace 81 años, cambió por completo la vida de un joven Eduardo Chillida, que por aquel entonces, con apenas 19 años, era una promesa del club txuri urdin. Sin embargo, una grave lesión en la rodilla en el viejo Estadio José Zorrilla le hizo retirarse de los terrenos de juego a una edad temprana.

Tras apartarse del césped, el resto es historia. Pero antes, regresemos a aquel fatídico día para Chillida. Donostiarras y blanquivioletas se veían las caras en el feudo pucelano. Un encuentro, además, que era de vital importancia para ambos clubes, ya que se jugaban la liguilla de ascenso a la Primera División española. El portero vasco era una de las estrellas de su equipo a pesar de su corta edad. 

Bajo el dominio vasco, el partido se desarrolló con resultado favorable para los visitantes, que se impusieron por 1-3. En una determinada jugada, un balón dividido propició un brutal choque entre Fernando Sañudo y Chillida, con un diagnóstico demoledor para el guardameta, quien se quedó tendido en el campo tras sufrir una lesión en los ligamentos de la rodilla.

A pesar de ello, el icónico escultor continuó jugando, llegando a finalizar la temporada en la que, además, logró ascender a la máxima categoría del fútbol español con la Real Sociedad. Ahora bien, su rodilla, pertrechada por ese choque en Valladolid, dijo en un momento dado que hasta aquí. En un amistoso contra el Real Madrid, Chillida tuvo que abandonar el terreno de juego y, a partir de ahí, no se volvió a enfundar la camiseta donostiarra. 

Con el fútbol ya descartado en su futuro profesional, por aquella mala suerte en la lesión de Valladolid, Chillida se replanteó sus pasos y decidió poner rumbo a Madrid para estudiar Arquitectura. Aquellos estudios, eso sí, los acabaría dejando cuatro años más tarde para ya, ahora sí, centrarse exclusivamente en lo que luego le haría triunfar de verdad, que fue la escultura.

Uno de sus hijos, Luis, recuerda que la lesión de Valladolid la sufrió durante toda su vida, aunque fue operado años después del infortunio. La realidad, según su descendiente, es que Chillida nunca estuvo profundamente apasionado por el deporte, ya que por aquel entonces eran otros tiempos y el fútbol era más cercano al barro que a la fama. 

Poder vivir del fútbol no era sencillo, a pesar de que, como era el caso de Chillida, su padre fuera el presidente de la Real Sociedad. Luis Chillida explicó que la lesión fue "cosa del destino". Además, el deporte rey para el escultor fue un proceso de aprendizaje para su posterior carrera artística, ya que decía que "la portería era el espacio tridimensional del campo donde sucede lo fundamental del juego, el gol". Un contexto que le obligaba a tomar decisiones de forma muy rápida.

Chillida se trasladó a París en 1948 para seguir en su andadura en el mundo de la escultura. Un hecho que le llevó a ser reconocido por su arte antes en el extranjero que en su propio país. Aunque esto era algo propio entre muchos de los artistas. 

Habiendo logrado ya una reputada carrera internacional, su esposa recuerda que en una zapatería de San Sebastián el dueño le preguntó si era la mujer del exportero txuri urdin, a lo que ella respondió afirmativamente. "Qué gran jugador se perdió", afirmó el zapatero. Sin embargo, y muy segura de ello, ella respondió: "Pero qué gran escultor se ha ganado". Y desde luego que nunca le faltó razón.

El escultor vasco nunca cogió asco a Valladolid por culpa de aquella lesión que le truncó una prometedora carrera como futbolista. Y buena parte de culpa la tuvo la enorme relación que guardaba con el poeta vallisoletano Jorge Guillén, para quien, precisamente, creó una escultura en su honor que se ubica en la calle Cadenas de San Gregorio.

Y al final fue eso, un simple capricho del destino, que quiso que se perdiese un gran jugador, quién sabe si de época, pero por otro lado regaló uno de los escultores contemporáneos más relevantes de la historia de España.