Fachada del Colegio de San José de Valladolid y proclamación de la II República, en un montaje de EL ESPAÑOL.

Fachada del Colegio de San José de Valladolid y proclamación de la II República, en un montaje de EL ESPAÑOL.

Valladolid

La última disolución de los jesuitas que dejó sin colegio a centenares de niños de Valladolid

El 23 de enero de 1932 el presidente de la República, Manuel Azaña, suprimió por decreto la Compañía de Jesús en todo el territorio español

24 enero, 2024 07:00

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El 23 de enero de 1932, a las 23:00 horas de la noche, el presidente de la II República Española, Manuel Azaña, dio traslado al ministro de Justicia, Fernando de los Ríos, del documento que ordenaba la disolución de la Compañía de Jesús en territorio español. Se trataba de la última de una larga lista de disoluciones de esta orden religiosa en España desde el siglo XVIII y tuvo repercusiones inmediatas en Valladolid: el 24 de enero, hace ahora 91 años, fueron incautados los bienes del Colegio de San José de la ciudad, ubicado en la Plaza de Santa Cruz.

Era la historia de una muerte anunciada. La disolución de la Compañía de Jesús se veía venir desde la aprobación de la Constitución de la II República, el 9 de diciembre de 1931, que, en su artículo 26, decretaba que quedaban disueltas aquellas órdenes religiosas que impusieran estatutariamente, además de los tres votos canónicos, "otro especial de obediencia a autoridad distinta de la legítima del Estado". Se establecía que sus bienes serían nacionalizados y afectados "a fines docentes y benéficos".

Se trataba de una manera indirecta de anticipar la supresión de la Compañía de Jesús, ya que sus miembros profesaban el cuarto voto, el de obediencia al Papa, y que se vio concretada con el decreto del 23 de enero de 1932. La decisión obligó al Colegio de San José de Valladolid a interrumpir su actividad docente cuando estaba en marcha el curso 1931-1932 ya que el decreto establecía que los jesuitas no podían residir en comunidad ni ejercer sus actividades docentes, además de incautarse sus bienes sin ningún tipo de indemnización.

La última disolución de la Compañía de Jesús

La del 23 de enero de 1932 fue la última de una larga lista de disoluciones y expulsiones de la Compañía de Jesús en España. La primera de ellas fue la expulsión por orden del rey Carlos III, en pleno despotismo ilustrado, el 3 de abril de 1767. El motivo fundamental fue que se consideraba que la orden de los jesuitas había conformado un Estado dentro del Estado, algo no tolerado por las teorías absolutistas. Además, el Papa disolvió la Compañía en 1773.

El pontífice Pío VII la restableció en 1814 y jesuitas se conformaron de nuevo en España en la época del reinado de Fernando VII, aunque la orden volvió a ser suprimida después durante el Trienio Liberal, entre 1820 y 1823, y a lo largo de la regencia de María Cristina. El Gobierno provisional de 1868 también decretó su suspensión aunque con la Restauración borbónica de 1876 se iniciaría un periodo de tranquilidad para los jesuitas en España, que se extendería hasta la proclamación de la II República, el 14 de abril de 1931. 

El artículo 26 de la Constitución republicana del 9 de diciembre 1931, declaró suprimidas las órdenes religiosas que tuviesen un voto de obediencia distinto al del Estado, lo que puso en el punto de mira a los jesuitas. Los republicanos y socialistas tenían entre sus principales objetivos la Compañía de Jesús por su labor en materia educativa, que consideraban proselitismo religioso, en su intención de garantizar la separación absoluta entre Iglesia y Estado.

Un colegio centenario

El Colegio de San José de Valladolid se había fundado en el año 1881, después de que la Compañía de Jesús recibiese una donación en la ciudad por parte de Justa López Martínez, lo que permitio a la orden conformar el colegio en la ya desaparecida plazuela del Duque. Un año después, en 1882, los jesuitas obtuvieron los terrenos del antiguo monasterio de Belén, que regentaban las monjas bernardas, ampliando así el espacio del centro. El edificio fue obra del arquitecto Ortiz de Urbina y está considerado como un gran exponente del eclecticismo de finales del siglo XIX.

El 17 de febrero de 1882, el promotor Gregorio Remós solicitó una concesión al Ayuntamiento de Valladolid para tomar de la vía pública el espacio que se conocía como plazuela de Belén, con el propósito de ampliar el recinto del colegio y, después de conseguir que se les otorgase la concesión, comenzaron las obras, colocándose la primera piedra el 8 de junio de 1882, coincidiendo con la festividad del Corpus Christi. Los trabajos finalizaron en 1884 y el edificio fue inaugurado, finalmente, el 30 de enero de 1885.

La incautación de los bienes del Colegio de San José, el 24 de enero de 1932, provocó el cierre del colegio y la suspensión de la actividad docente para centenares de niños de la ciudad. Con todo, para no interrumpir la enseñanza, se impartieron clases improvisadas que se distribuyeron por algunos pisos y chalés dentro de la ciudad y especialmente importante fue la improvisada escuela que se conformó, para los más pequeños, en una vivienda junto al Arco de Ladrillo.

En 1934, bajo el Gobierno conservador del Partido Republicano Radical y la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), se restableció la Compañía de Jesús en toda España y en 1936, tras el triunfo en la ciudad del golpe de Estado de Francisco Franco, se abrieron de nuevo las aulas del Colegio, conviviendo con los militares que habían ocupado algunas dependencias. Los escolares pudieron ocupar tan solo una tercera parte del edificio del centro, ya que los dos tercios restantes fueron parque y hospital militar hasta el 1 de octubre de 1939, una vez finalizada la guerra civil española.

El Colegio de San José comenzó su nueva andadura bien amueblado y con diferentes aulas, llamadas gabinetes en aquella época, que se especializaron en las asignaturas de Física, Química e Historia Natural, además de una salda de dibujo, un salón de actos y una sala de música con varios pianos. Se construyó también una capilla. El 3 de mayo de 1938, finalmente, Francisco Franco mandó promulgar un decreto por el que quedaba derogado el del 23 de enero de 1932. Finalizaba así la última disolución de los jesuitas que dejó sin colegio a centenares de niños en Valladolid durante cuatro años.