Zona de El Cuadro con varios recuerdos

Zona de El Cuadro con varios recuerdos

Valladolid

El Cuadro: aquellos maravillosos años de una época irrepetible para Valladolid

¿Qué ha sido de la zona de marcha más famosa de la ciudad? Bares míticos, pinchas famosos y empresarios innovadores, hacemos un repaso a más de 25 años de historia pucelana

12 noviembre, 2022 07:00

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“Se podría decir que fuimos la generación Cuadro. No creo que se vuelva a repetir porque fue una época irrepetible. Cuando paso ahora por allí se me encoge el corazón”. El pensamiento de Cuco Leal, uno de los más famosos ‘pinchas’ de la época, resume bien lo que significó la zona de marcha de El Cuadro para cientos de vallisoletanos, que hoy cuentan con entre 40 y 60 años. Una zona de bares que durante más de un cuarto de siglo (1980-2008 aproximadamente) se convirtió en el centro de ocio de una ciudad que despertaba musicalmente y socialmente. “Si tuviera que resumirlo en una palabra, El Cuadro era camaradería”, sostiene.

Hoy ya no queda nada de aquello. Bares como El Refugio, Conde Costa, La Colombina, Bebemás, Okey, La Ribera, Mario´s, La Candelaria, Dixieland, Carcasonne, Ascot, El Desván, Titahuana, Cómic, Cercha, Santino o las discotecas Graffiti, Dalt Vila, Charlot, El 2, Kiu, Paco Suárez y Camarote forman parte del recuerdo, de la nostalgia de toda una generación a la que ahora le chirrían los oídos con los sonidos repetitivos del reguetón y con la mentira del autotune, porque en sus orígenes, si algo fue esta zona, fue "amigos unidos por la música". El Cuadro se expandía a lo largo de la calle Padre Francisco Suárez, aunque tomaba también zonas de las calles Gregorio Fernández y Paulina Harriet. Incluso algunos más osados incluían a la vecina Maraca en el Paseo Zorrilla.

Calle Padre Francisco Suárez

Calle Padre Francisco Suárez

En 2022, dar una vuelta por El Cuadro es toparse con carteles de ‘se alquila’ y 'se vende' o algunos establecimientos que han dado a paso a tranquilas cafeterías, asesorías, fruterías o asociaciones. Incluso esta pasada semana de noviembre ha abierto sus puertas un nuevo bar, La Locura, en pleno corazón de la zona. Un punto de encuentro, del que ahora Pucela carece, donde podías encontrarte con estudiantes de instituto, universitarios, deportistas, trasnochadores, músicos creadores, periodistas y amantes de la Valladolid más nocturna. Jueves, viernes, sábados y domingos para disfrutar de la música y de los amigos, y donde llegaron a estar abiertos más de 30 establecimientos de ocio.

Diferentes entradas de bares de El Cuadro

Diferentes entradas de bares de El Cuadro Facebook los del cuadro

En los 90 se convertía en un hormiguero de jóvenes que desfilaban por el pasadizo de la calle Francisco Suárez durante la noche y madrugada de los fines de semana, hasta el punto de hacerse colas inmensas a las puertas de los bares y discotecas. Por supuesto, con portero en todas ellas y donde entrar en algunos lugares era toda una lotería. Era la época de la entrada y el sello en la mano para poder salir. Un sello que duraba varios días e incluso, los más valientes, se lo pasaban de mano en mano. Sin embargo, el Cuadro fue muriendo poco a poco. La zona se fue deteriorándose por muchas razones. La batalla de la organización vecinal contra los hosteleros por el ruido y el ambiente, traspasos sin éxitos, el traslado de los jóvenes a otras zonas de la ciudad y las peleas en algunos establecimientos entre grupos de distintas ideologías con navajas y pistolas incluidas acabaron con la zona de fiesta más recordada de Valladolid donde las noches se llenaban del mejor tecno.

El ocaso

La puntilla llegó en 2008 con el cierre de los dos únicos supervivientes por el incumplimiento de horarios, Charlot y la chupitería Paco Suárez. Treinta años de historia que echaban el cierre. Paco Suárez volvía a ser Padre Francisco Suárez para tranquilidad de los vecinos de la zona que estaban hartos de peleas, reyertas, música alta, movimientos de contenedores y orines en la vía pública. Hoy todavía se mantiene el cartel de que la zona del pasadizo está videovigilada con grabación.

A la izquierda, Pictolín, el mítico camarero de La Candelaria

A la izquierda, Pictolín, el mítico camarero de La Candelaria

Pero El Cuadro de los 80 y de los 90 fue otra cosa, fue la particular 'movida' pucelana. Cuco Leal nos recuerda cómo era el ambiente de “camaradería” en los primeros años. Comenzó en 1983, a los 18 años de edad, en el Barón, regentado por los hermanos Asenjo. Pasó por Candelaria, El Refugio, Dixelan, El 2 y Cous Cous. Así hasta 1996. El lugar que más le marcó fue El Refugio, en especial por el empresario innovador que estaba al mando, Carlos Artigas, hoy gerente de un restaurante en Puente Jardín.  

Como curiosidad, y ahora que parece que hay que pedir perdón por cada letra de canción, Leal recuerda que fue el primero en pinchar a Hombres G en Valladolid y en El Cuadro. Una compañera de carrera le trajo el disco desde Madrid y se convirtió en una obra de arte. “Lo pedían en el resto de bares y nadie lo tenía”, evoca. Y es que al Cuadro la gente iba a escuchar música interpretada por los más grandes. “El hilo conductor era la música, y la música de calidad. En Valladolid siempre ha habido pinchas, (prefiero este nombre a DJ), de mucha calidad. Según el bar al que ibas tenías estilos definidos”.

Entrada de 1991 para El Refugio con el pincha Cuco Leal

Entrada de 1991 para El Refugio con el pincha Cuco Leal

Posavasos de El Conde Costa

Posavasos de El Conde Costa

La competencia entre bares se hacía gracias a los pinchas. Nombres como Carlos Raúl, Curro Puertas, Kiko Garrido, Cholo Ibáñez, Nachete, Javier 'el huesos', David Guerra o Machi (la primera dj de El Cuadro) forman parte ya de la leyenda de esta zona (perdón a todos los que nos dejamos en el olvido). “Los pinchas éramos el reclamo y los dueños de los bares te llamaban según tu estilo”, apunta Leal. Los primeros años ganó el pop y el rock con grupos como Radio Futura, U2, The Cure o Loquillo, pero pronto la moda tecno invadió muchos de los bares de la noche vallisoletana. En el Cuadro no se apagaba la música, comenzaba con sesiones lights para adolescentes, cachi en mano, y bravo chupito pasando por la garganta, y acababa a altas horas de la madrugada, casi de día, con clientes por encima de los 40 años. Unas noches llenas de amistades, recuerdos imborrables y amores que comenzaron en una barra.

Los empresarios también forman parte del ser de El Cuadro. Es impensable no mencionar a los hermanos Francia, Chuchi, Chavi, Artigas, José Luis Rubio que montó Camarote. Este lugar es mítico. Su bajada por las escaleras te evocaba a un mundo mágico. Era la época en la que se salía la tarde de los domingos y se disfrutaba de las Tardes de Guerra en Camarote, años después hasta el estilo de este local cambió.

Discoteca Camarote

Discoteca Camarote

Los dueños de los bares ponían en manos de los pinchas toda su confianza. Cuco Leal recuerda que compraba 25.000 pesetas de aquel entonces en música. En la tienda de discos Foxy se reunían todos los pinchas, pero lo hacían en la parte de abajo, con grifo de cerveza incluido, para comprobar qué llegaba de música desde otros países. Incluso los jueves de verano, para atraer a más clientes, les daban crédito para hacer la fiesta temática que el maestro de ceremonias quisiera. Su recompensa era en forma de tanto por cierto de la caja.

Redes sociales

Hoy, 2022 solo queda la memoria, Internet y Youtube para disfrutar. Las redes sociales han servido para seguir conectado a la generación Cuadro. En el grupo de Facebook, 'Los del cuadro.....los mejores años de nuestras vidas' se puede comprobar cómo aquella generación se mantiene viva y con ganas de evocar tiempos pasados. Vídeos de música de aquella época, recuerdos en forma de fotos, recortes de prensa o entradas de las discotecas se comparten entre los usuarios. Hasta el punto de que siguen quedando y para el próximo 17 de diciembre hay una quedada en La Tarara a partir de las 17.00 horas, “siempre con todo lo mejor, solo para gente de El Cuadro”, afirman.

Una época que nunca volverá, pero como dirían los más castizos de esta zona, “que nos quiten lo bailado”. Para muchos, “los mejores años de nuestra vida”.