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El Ayuntamiento de Valladolid presentaba en el mes de mayo un Plan de Movilidad Sostenible con los peatones, los ciclistas y el transporte público como ejes centrales. Evitar el colapso circulatorio en la ciudad y garantizar el acceso en coche necesario para realizar las actividades esenciales figuran entre los objetivos principales de este proyecto, bajo el lema ‘Valladolid ciudad verde’. Sin embargo, lejos de cumplir esos propósitos, Valladolid está sufriendo, cuatro meses después, uno de los problemas de movilidad más significativos de los últimos tiempos.

Solo hace falta acercarse al centro a determinadas horas punta para comprobar la ratonera en la que se han convertido algunas de las vías céntricas de la ciudad como la Avenida de Salamanca, el Puente del Poniente y Fuente Dorada, algunas de las zonas que padecen más embotellamientos tras la puesta en marcha de este plan de movilidad.   

En verano se levantó la polémica con los impresionantes atascos en el paseo de Isabel la Católica, con la circulación reducida a un carril único y un carril bici por el que apenas circulaban bicis. Detectada la disfunción en el giro al puente de Isabel la Católica, el Ayuntamiento rectificaba a finales de agosto y anunciaba otra obra para desviar unos metros el trazado verde y devolver así dos carriles de coches. Estos colapsos han provocado malestar entre los ciudadanos, que lamentan tener que perder ahora más tiempo al volante y se consideran los paganos de estas medidas de prueba y error.

En este plan de movilidad del Ayuntamiento para hacer de Valladolid una ciudad más sostenible y menos contaminada, se plantea ampliar más de 25,5 kilómetros nuevos de carril bici, implantar ‘cajas verdes’ pintadas para los giros de bicicletas y aumentar el número de calles limitadas a 30 km/h. Pero lo cierto es que tal cantidad de señalizaciones provoca una enorme confusión entre los conductores, más pendientes al volante de comprender la compleja normativa que de circular con seguridad.

 

Unas señalizaciones que tampoco han sido bien vistas por el colectivo de motoristas Vallamoto que han presentado una queja al consistorio ante las pinturas verdes del ciclocarril, que aseguran, no se contempla en ninguna normativa y pueden suponer una “auténtica trampa” para los motoristas con más riesgo de resbalarse.

Tampoco se ha librado de los ataques de la oposición. El PP en el Ayuntamiento ha pedido dar marcha atrás “urgentemente” a este plan de movilidad porque consideran “no es el momento” de potenciar el transporte público frente al privado por la situación de la pandemia. Los populares lamentan que se haya “puesto un problema donde no lo había, cuando hay otros más importantes que resolver”. Para profundizar en el asunto, el grupo municipal popular ha exigido un pleno extraordinario para debatir asuntos relativos a la movilidad, que se celebrará el próximo 17 de septiembre.

A pesar de que se trata de un proyecto recién nacido, son ya numerosos los frentes abiertos. En definitiva, se trata de un plan de movilidad que no acaba de convencer y que se ha convertido en estos meses en el mayor látigo de Óscar Puente, quien, por el contrario, defiende que “viene para quedarse”.