La familia Fontaneda con Rafael, hijo del fundador, en el centro de la imagen arriba

La familia Fontaneda con Rafael, hijo del fundador, en el centro de la imagen arriba Secocons/Geneanet

Palencia

La familia Fontaneda hizo de Aguilar el pueblo de las galletas: su supervivencia como Cerealto gracias a Mercadona

El pueblo que mejor huele de España está unido desde hace muchos años a este alimento. Sus fábricas han vivido grandes momentos con crisis tremendas. 

Más información: Más del 80% de los trabajadores de Cerealto Siro en Aguilar de Campoo respaldan el acuerdo entre Comité y empresa

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En muchas ocasiones la historia de un lugar se escribe con el mismo olor de sus calles. En Aguilar de Campoo (Palencia), ese aroma es inconfundible, en todas sus casas y alrededores huele a galleta.

Una fragancia que ha acompañado a generaciones enteras y que, pese a estar a punto de desaparecer en varias ocasiones, ha encontrado una forma de permanecer. En la memoria se mantienen las visitas de los colegios en la famosa excursión a la fábrica de Fontaneda.

Además, aquel eslogan de ‘Qué buenas son, las galletas Fontaneda’ se convirtió a lo largo de los años en un referente de la cultura popular.

Y es que la historia de Fontaneda, una de las marcas más emblemáticas del sector galletero en España, comenzó en 1881 cuando el burgalés Eugenio Fontaneda Millán inició en Aguilar de Campoo la producción artesanal de bizcochos, galletas y chocolates.

Como todos los inicios en aquella época fueron humildes: en una pequeña confitería localizada en la Plaza de España del municipio palentino.

En sus inicios, la producción era manual y artesanal, pero hacia 1920 Eugenio Fontaneda adquirió una nave cerca del castillo de Aguilar, donde se estableció la fábrica histórica y se dio un salto hacia la producción industrial y mecanizada de galletas, destacando la famosa "galleta María", que tiene origen británico pero fue adaptada y popularizada por la familia.

Primera fábrica de Fontaneda

Primera fábrica de Fontaneda

Así, durante un tiempo, se atribuyó en España el nombre de la galleta al de la nieta de Eugenio Fontaneda e hija de Rafael, pero los orígenes más probables lo encuentran en la persona de María Aleksándrovna de Rusia, en honor a su boda con el duque de Edimburgo en Londres, en 1874.

Tras adquirir esa nave en 1920, su hijo Rafael modernizó la actividad e impulsó la producción industrial, especialmente de la popular galleta María, hasta dominar el mercado nacional a finales de los años 20.

Durante la posguerra, la empresa sorteó la escasez de materias primas gracias a las gestiones de Rafael Fontaneda y al marco económico del franquismo, que favoreció a fabricantes con plantaciones propias.

En los años 50, Fontaneda ya era la principal galletera del país y continuó invirtiendo en maquinaria y expansión, convirtiéndose en un motor económico clave para Aguilar de Campoo, que su alcaldesa María José Ortega no se cansa de asegurar que es el que mejor huele de España. Hasta en el Grand Prix de Ramón García lo dijo.

La familia Fontaneda mantuvo la dirección del negocio durante varias generaciones, contribuyendo al desarrollo local. Eugenio Fontaneda Pérez del Pomar, nieto del fundador, fue una figura clave en la empresa y un mecenas e historiador local.

Manifestación en Palencia en apoyo  a Fontaneda en 2005

Manifestación en Palencia en apoyo a Fontaneda en 2005

La situación financiera se deterioró hasta culminar en 1996 con la venta a la multinacional Nabisco. Tras sucesivas compras y fusiones, la plantilla se redujo drásticamente y en 2002 United Biscuits anunció el cierre de la histórica fábrica aguilarense.

La villa sintió que algo más que una fábrica se apagaba. Desde 1881, cuando Eugenio Fontaneda comenzó a hornear bizcochos y galletas, aquella factoría se había convertido en el latido económico del municipio palentino.

Durante décadas, la galleta María, la que ha acompañado a cientos de generaciones de niños cuando llegaban a casa de la escuela, había salido de sus hornos rumbo a toda España.

La fábrica, que llegó a ser la principal galletera del país en la década de 1950, fue un símbolo de Aguilar de Campoo durante más de un siglo, aunque luego fue demolida y el enclave se transformó en un aparcamiento, dejando atrás el característico olor a galletas que impregnaba la localidad.

El cierre desató protestas, encierros y mucho temor. Pocas veces una fábrica había sido tan consustancial a la identidad de un pueblo. Y pocas veces un pueblo había sentido tan de cerca el riesgo de perderla.

El lema original fue “Fontaneda es Aguilar” pero se modificó en “Fontaneda es de Aguilar” debido a que la gente se dio cuenta de que Aguilar no era solamente Fontaneda, ya que existe otra fábrica como es la de Gullón, que da empleo a más de 3.000 personas.

Un pueblo en la calle

Los vecinos de Aguilar de Campoo despertaron el 4 de abril de 2002 con la noticia del cierre de la emblemática fábrica, cuyo traslado a Navarra y Vizcaya fue anunciado por United Biscuits junto a un expediente de regulación de empleo que incluía traslados, prejubilaciones y la creación de una sociedad vinculada al grupo para recolocar a parte de la plantilla.

La respuesta ciudadana fue inmediata: el 6 de abril unas 6.000 personas, es decir casi toda la población, salieron a la calle en defensa de la continuidad de la fábrica. Comercios y bares cerraron sus puertas en señal de apoyo, mientras autoridades regionales y distintos partidos se comprometieron a mediar para evitar el cierre.

Manifestación contra el cierre de Fontaneda en Aguilar de Campoó ne 2012

Manifestación contra el cierre de Fontaneda en Aguilar de Campoó ne 2012 P. Requejo ICAL

Al día siguiente, cerca de 7.000 manifestantes protagonizaron una nueva protesta, incluyendo cortes simbólicos de las carreteras nacionales 611 y 617.

El 10 de abril, el Ministerio de Trabajo rechazó inicialmente el ERE, mientras representantes de UGT y CCOO, junto a miembros del comité de empresa, protagonizaron encierros en la fábrica.

Tras meses de protestas, la factoría cerró finalmente en noviembre de 2002. El 8 de ese mismo mes, los trabajadores aceptaron su venta al Grupo Siro, que rebautizó las instalaciones como Horno de Galletas de Aguilar.

El acuerdo incluyó 34 prejubilaciones, 27 bajas incentivadas y 19 traslados a Viana, conservándose 212 empleos. Además, United Biscuits garantizó la compra de 25.000 toneladas anuales de productos, incluida la emblemática galleta María, símbolo histórico de Aguilar.

Aparece Siro

En ese momento crítico apareció el Grupo Siro, hoy Cerealto. En 2003, la compañía alcanzó un acuerdo con la Junta de Castilla y León para hacerse cargo tanto de las instalaciones como de la plantilla.

No recuperó la marca Fontaneda, que siguió produciéndose fuera, pero sí algo más importante para Aguilar, supo mantener su industria, sus empleos y, por ende, su futuro.

El ‘Horno de Galletas de Aguilar’ sustituyó al cartel de Fontaneda, y con él llegó una nueva etapa. La decisión de Siro salvó decenas de puestos de trabajo que estaban en riesgo inminente y evitó que la villa perdiera un símbolo económico centenario.

La apuesta de Siro no fue solo simbólica: fue económica y ambiciosa. En 2008 inauguró una fábrica completamente nueva en el polígono industrial de Aguilar. Moderna, automatizada, diseñada para competir en un mercado global. Allí se empezaron a producir galletas, cereales de desayuno, barritas y productos sin gluten.

Asamblea de trabajadores del Horno de Galletas de Aguilar de Campoo (Palencia) en 2005

Asamblea de trabajadores del Horno de Galletas de Aguilar de Campoo (Palencia) en 2005 ICAL

La plantilla pasó de 174 trabajadores iniciales a alrededor de 310 personas, según confirman fuentes de la empresa.

Un impulso industrial que volvió a situar a Aguilar en el mapa galletero español, como ya lo estuvo en los años 60, cuando llegó a albergar cinco fábricas y producía nueve de cada diez galletas que se consumían en España.

En su planta de Aguilar se destina principalmente a la producción de galletas, pan sin gluten, barritas y cereales. La compañía pertenece a Davidson Kempner y Afendis, y cuenta con doce centros de producción en España, Portugal, Reino Unido, Estados Unidos y México.

Cerealto colabora activamente con iniciativas en la localidad. Este año han renovado su colaboración con el equipo femenino infantil A de la escuela de fútbol del Atlético Aguilar en esta nueva temporada 25/26, “contribuyendo a que la ilusión y la pasión por el deporte sigan creciendo en nuestra comunidad”, apuntan fuentes a este medio.

“Es una muestra del compromiso de Cerealto con iniciativas que generan oportunidades, fortalecen el talento local y refuerzan nuestro vínculo con la comunidad”, aseguran.

Además, colaboran activamente con el campeonato de fútbol ‘Cookie Cup’ de Aguilar de Campoo’ organizado por el Club Deportivo Aguilar.

Asimismo, han estado presentes en algunas campañas solidarias importantes para el municipio, como en la XV Maratón Solidario de Manos Unidas con donación de producto para el evento.

Alianza con Mercadona

Hoy, el centro de Cerealto Siro Foods en Aguilar emplea a 310 trabajadores y es clave en la estrategia internacional de la compañía.

Recientemente, Cerealto ha realizado una inversión mayoritaria en Fresca Foods, una de las principales empresas estadounidenses de fabricación para terceros de snacks naturales y orgánicos.

Esta operación supone una importante expansión en el mercado de Estados Unidos y refuerza las capacidades de ambas compañías en segmentos de alto crecimiento del mercado de snacks. Norteamérica representa ahora aproximadamente un 20% de los ingresos futuros del grupo.

Ahora bien, buena parte del éxito de Siro tiene nombre propio: Mercadona. Desde 1998, Siro se convirtió en interproveedor principal de la cadena valenciana, elaborando para Hacendado galletas, cereales, pan de molde, bollería y pasta.

Esta relación fue un motor de expansión que permitió invertir, modernizar y estabilizar plantas como la de Aguilar. Pero la dependencia también fue profunda: más del 80% de las ventas del grupo llegaron a depender de Mercadona durante años.

Cada cambio en la política de aprovisionamiento de la cadena repercutía en la estructura económica de Siro.

Aun así, la colaboración se mantuvo estratégica: ambas empresas trabajaron en mejoras de calidad, búsqueda de materias primas y desarrollo de nuevos productos. Aguilar siguió siendo una pieza clave dentro de esa alianza.

En los últimos años, la planta de Aguilar no ha sido ajena a tensiones financieras ni a reestructuraciones. Sin embargo, trabajadores, sindicatos y empresa han dado ejemplo de negociación y resistencia.

En 2022 saltaron las alarmas. La amenaza de retirada del inversor americano, tras la negativa de suscribir un pacto de competitividad de los trabajadores de las plantas de Toro y Venta de Baños (esta última bajo amenaza de cierre) hizo saltar todas las alarmas.

La intervención del Ministerio de Industria, con la vallisoletana Reyes Maroto al frente, sirvió para desbloquear la situación. Tras una larga y tensa negociación con los comités de empresa de Toro y Venta de Baños, llevadas a cabo en Madrid, se llegó a un acuerdo que ha sido ratificado por el 90 por ciento de los trabajadores de ambas plantas castellanas.

Posteriormente, el centro ha sido objeto de acuerdos trascendentales para asegurar su viabilidad.

En 2024, el 82% de la plantilla ratificó un pacto crucial para garantizar la estabilidad de más de 300 empleos, tras jornadas intensas de negociación que incluyeron un encierro de 40 horas del comité.

Ese acuerdo incluía inversiones, garantías de empleo y un compromiso mutuo para atraer nuevos proyectos a la planta. El apoyo institucional y sindical ha sido fundamental.

Todo para mantener vivo un símbolo económico que no podía volverse a perder.

Fábrica actual de Cerealto en Aguilar

Fábrica actual de Cerealto en Aguilar Cedida

Otro de los pilares clave de la estrategia de sostenibilidad de Cerealto es la construcción de una cadena de suministro ética, local y resiliente.

En 2024, la compañía ha realizado un importante esfuerzo por reforzar su modelo de compras responsables, basado en relaciones a largo plazo con proveedores alineados con los valores del Grupo.

En este sentido, el 83 % de las compras se realizaron a proveedores locales (frente al 70 % en 2023), reforzando así el "compromiso con el desarrollo económico de las comunidades en las que opera", aseguran.

Hoy, cuando uno camina por la villa y el aire trae el perfume de una hornada recién hecha, es fácil pensar en la cantidad de veces que Aguilar ha estado en la cuerda floja… y en cómo siempre ha encontrado la manera de seguir adelante.

Desde los hornos artesanales de 1881 hasta los centros de producción de Cerealto Siro Foods, desde la mítica galleta María hasta los cereales sin gluten para medio mundo, Aguilar ha vivido transformaciones profundas, pero eso sí, sin renunciar a su esencia.

Un pueblo que todavía huele, y quiere seguir oliendo, a galleta.