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El rumbo de Alberto Rivera Díaz

5 junio, 2019 02:44

Estos días estamos asistiendo a los más histriónicos cambalaches a que nos llevan estos políticos de tres al cuarto. No es menos cierto que se tiene que gobernar. No es menos cierto que los españoles hablaron en las urnas y emitieron un mensaje claro que, parece ser, algunos políticos de nuevo cuño, aunque ya tienen olor a naftalina no han entendido. Las urnas fueron claras. Allá cada uno con su conciencia y con su futuro.

De todo este baile de reuniones, pactos, secretismos, silencios, lo que para este periodista no pasó desapercibida fue la cara del líder de Ciudadanos, Alberto Rivera Díaz, en la reunión de este lunes del Comité Ejecutivo nacional. Sentado al lado de su fiel escudero y secretario general del partido naranja, José Manuel Villegas, que no quería mirar a la cámara ni al frente. Elocuente. Por el contrario, Rivera miraba con la mirada perdida, con ojeras, mucho más delgado de lo normal, con cara amancillada y, lo peor, de pocos amigos. Todos dicen que fue un  cónclave de uniformidades. Nada más cierto. Hubo voces críticas. Se escucharon palabras de los más centrados del “suicidio” que puede suponer entregarse a los brazos de un oso, el PP, con el que no cabe Gobierno alguno que no cuente con el beneplácito de VOX. He ahí el problema que rodea a esta formación política.

Todos sabemos que Alberto Rivera busca acomodo en el Grupo de los Liberales Europeos que, a día de hoy, lidera el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, un político muy alejado de los postulados que aquí y ahora defiende Alberto Rivera. Macron sí marca un cinturón sanitario, no a su amigo Pedro Sánchez, sino a la extrema derecha de la señora Marine Le Pain. ¿Qué pensará Alberto Rivera cuando el presidente francés busca en Sánchez su aliado, junto a Merkel, para frenar a los grupos ultra nacionalistas, xenófobos y populistas de Europa? Esa es una de las cuestiones que provocarán insomnio a Rivera.

¿Cómo se puede vender “regeneración” entrando a formar parte de gobiernos manchados por supuestos casos de corrupción? ¿A quién quiere convencer de regeneración política sosteniendo gobiernos con más de 20 años de políticas de mayorías absolutas? Dice José Manuel Villegas que entrando a formar parte de esos gobiernos “ya es regeneración”. Cosas de nuestros nuevos políticos. Es como el personaje de Tancredi, cuando declara a su tío Fabrizio la conocida frase: "Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie" (en italiano: "Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi"). Esta frase simboliza la capacidad de los sicilianos para adaptarse a lo largo de la historia a los distintos gobernantes de la isla, pero también la intención de la aristocracia de aceptar la revolución unificadora para poder conservar su influencia y poder. El 'gatopardismo' o lo 'lampedusiano' es en ciencias políticas el "cambiar todo para que nada cambie", paradoja expuesta por Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957).

Otra de las preocupaciones de Alberto Rivera también se cierne sobre los pactos que se puedan fraguar con el PP, pero claro, en todos los lugares donde quieran gobernar, necesitan de un tercer partido. Y ese partido es VOX, al que Alberto Rivera – dejamos al margen a Pablo Casado y su PP, quienes han tenido la gallardía y honradez de decir alto y claro que también pactarán con VOX, guste o no guste-. Rivera juega en el filo de navaja, porque el diputado vasco aunque electo por Madrid –por si las moscas…- Santiago Abascal ha dejado patente que “con nosotros no juegan más”. Atentos a lo que pueda ocurrir en Andalucía si la formación de extrema derecha presenta una enmienda total a los Presupuestos del PP y Cs y, como suele ocurrir en estos casos, se convocan elecciones anticipadas. La hecatombe centro derecha puede ser total, vistas las elecciones generales y también las locales, con una pérdida asombrosa de votos de populares y naranjas.

¿Debe el PP ser el socio preferente o, como mantiene el sector crítico, Cs no puede continuar siendo su "subalterno" y ha de buscar acuerdos también con el PSOE? La encrucijada de Rivera es crucial, porque marcará su futuro más inmediato e incluso su vida política, pero debe afrontarla y confirmar así su madurez que, a día de hoy, está en entredicho. Si hoy las urnas le han entregado las llaves de la gobernabilidad es por nacer como un partido centrista -no de derechas- que llegó al escenario nacional para superar el bipartidismo Un centrismo del que no puede renegar porque, de lo contrario, podemos recordar que fue del CDS o más cercano a la UPyD, de la que Garicano e Igea saben, y mucho, cuando se entregaron a los brazos del Partido Popular.

De Cataluña y el no 'sorpasso'

Alberto Rivera tiene otros dos problemas añadidos. El primero, que por mucho viraje a la derecha que haya dado a una formación en la que creímos en su momento como centro moderado, no ha logrado sobrepasar al PP de Pablo Casado, lo que ahora se llama 'sorpasso' y, ¡vaya problemón que lo corroe! Tampoco es el jefe de la oposición ni mucho menos líder de la oposición, con un PP al alza y un Cs a la baja. Siempre gustan los originales. Y, otro problema serio es la cuestión catalana. Su discurso, con el que salió airoso en un primer momento en Cataluña, de ruptura total con los partidos nacionalistas, incluido el PNV, no se puede extrapolar al resto de España. No es creíble como han demostrado las urnas en estas diversas elecciones. Los españoles quieren diálogo, consenso, paz… y no continuos exabruptos y mezclar churras con merinas. El problema de Cs –parece ser que no aprendió del PP- en Cataluña comienza a ser también preocupante. De fuerza más votada a quinta formación política, superada por el PSC  (12 diputados) al que demonizan, con ERC (15 diputados) al frente, las confluencias de Podemos (7 diputados) y el PDeCAT (7 diputados), Mientras, Cs se quedó en 5 y el PP en 1. Y Alberto Rivera no aprendió la lección. Desde que esta democracia tiene uso de razón, es de sobra conocido que sin ser fuerza preponderante en Cataluña y el País Vasco, nunca podrá ser presidente del Gobierno de España.

Todas estas cuestiones no las ha tomado en consideración Alberto Rivera y su núcleo duro. Del cinturón sanitario al PSOE, pasa a decir “acuerdos excepcionales”. ¿Cómo se vende eso? Cada cual es libre de guiar el rumbo de su formación por los cauces que quiera. Eso sí, el choque puede ser frontal y con hundimiento del barco que navega a la deriva. Algunos analistas se preguntan si, visto lo acontecido en Podemos cuando Pablo Iglesias –otro líder personalista- llegó hasta donde llegó negando el pan y la sal a Pedro Sánchez dando el gobierno a Rajoy, no surgirá otro Errejón en Ciudadanos para que centre el barco en esta fuerte corriente que nace tras las diversas elecciones. Que Alberto, bueno Albert Rivera en catalán, no se equivoque, su enemigo no está en el PSOE, ay!

"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".  

"¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado".

"…una de esas batallas que se libran para que todo siga como está".

No olvidemos la cita de Alphonse Karr "plus ça change, plus c’est la même chose" ("cuanto más cambie, es más de lo mismo"), publicado en enero de 1849 en la revista Les Guêpes ('Las Avispas'). Esperemos que esta España y esta tierra nuestra no se conviertan en un avispero, ay!