El fiscal general, Álvaro García Ortiz, durante su declaración.

El fiscal general, Álvaro García Ortiz, durante su declaración. EFE

Opinión

Un lumbralense condenado

"Estamos en un país que siempre, y no solo en sus guerras civiles, ha tenido y sigue teniendo dos almas y dos sensibilidades en un continuo debate consigo misma. Con objetivos varios y contradictorios de buenos y malos".

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Acaba de conocerse el fallo, que no la sentencia de la condena, ya calificada de histórica, al hijo del pueblo salmantino de Lumbrales, el hasta ahora Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, por un delito de revelación de datos reservados, a la pena de multa y suspensión de su cargo por dos años y que, a pesar de ello, es una condena benigna, a juicio de expertos penalistas, ya que le absuelve del resto de las acusaciones, que eran más graves.

No obstante, las reacciones no se han hecho esperar y mientras que por el lado gubernamental se discrepa abiertamente de la sentencia, por la oposición, se pide la dimisión del presidente del Gobierno y la convocatoria de elecciones. Incluso, en la 1 de televisión, me resisto a llamarla española, se ha hablado por algunos intervinientes de “golpe de Estado”, nada más y nada menos.

La dicotomía es total y el enfrentamiento no ha hecho más que empezar. Todo ello, pone de nuevo de actualidad lo que el hispanista británico Henry Kamen analiza en su recientísima obra: 'Las dos Españas'.

Y es que, se diga lo que se diga, estamos en un país que siempre, y no solo en sus guerras civiles, ha tenido y sigue teniendo dos almas y dos sensibilidades en un continuo debate consigo misma. Con objetivos varios y contradictorios de buenos y malos.

Manuel Marchena, uno de los magistrados del Tribunal, ha publicado también un reciente libro con un título esclarecedor: “La Justicia amenazada” y en el que, con su sobria brillantez de experto juez, pone en evidencia los desafíos de nuestra Justicia y de los cambios que precisa para cumplir mejor su alta misión constitucional, no obstante él defiende la acción popular, el Tribunal del Jurado y la instrucción por los fiscales, que deben estar dirigidos por alguien que no cometa los errores como el que ha sido causa de condena para García Ortiz.

Ahora ya sabemos el pronunciamiento del Tribunal Supremo por 5 a 2 de sus miembros, lo que dará mucho que hablar, y ello por cuanto la condena no es por violar secretos sino datos reservados que, aunque se conozcan, no pueden ser difundidos por su fuente, en este caso el Fiscal. En fin, el debate está servido.

Sin embargo, y volviendo a lo de las dos Españas, debo recordar las palabras de Henry Kamen, “Podemos considerar los defensores de las dos Españas, pero, al mismo tiempo resulta evidente que formaban parte de una sola España, una nación que tenía la riqueza suficiente para tolerar la diversidad”. Esperemos que esta tolerancia no haga que la sangre llegue al río y, a pesar de todo, este episodio, indudablemente llamativo y grave, no constituya ninguna ruptura insalvable.