Se atribuye a von Bismarck la celebérrima frase: "La nación más fuerte del mundo es sin duda España. Siempre ha intentado autodestruirse y nunca lo ha conseguido. El día que dejen de intentarlo volverán a la vanguardia del mundo". España ha tratado de suicidarse desde entonces a través de varias guerras inciviles, siendo la más dolorosa la contienda de 1936.
Una de las lacras que ha consumido a España es la corrupción sistémica en sus instituciones y en los partidos políticos. La podredumbre ha campado también aquí en “casa”, donde se han cocido habas. El partido gobernante en Castilla y León se vio afectado por ramificaciones del caso Gürtel, la trama de las eólicas, de enorme gravedad, el de la Perla Negra, los chanchullos de Arroyo de la Encomienda que concluyeron con el encarcelamiento del que fuera alcalde José Manuel Méndez. La Operación Púnica afectó a la Diputación de León y al presidente Marcos Martínez, que fue condenado a pena de inhabilitación. Por Meseta Ski hubo sentencia condenatoria por prevaricación para el alcalde de Olmedo. El caso Samaniego organizó adjudicaciones irregulares que afectaron al consistorio de Valladolid. Y lamentablemente hay etcéteras.
En todo el siglo XX y el XXI hasta la actualidad, la corrupción ha sido una constante en el sistema institucional español. En la monarquía de Alfonso XIII se sucedieron graves casos de corrupción. En 1931 con la proclamación de la república se cantaba en las calles “¡Alirón, alirón, Alfonsito es un ladrón!”. Al rey se atribuyeron escándalos vinculados a internacionales del juego y turbios negocios en concesiones de ferrocarriles y monopolios. La deshonestidad asentada en el ejército afectó incluso al equipamiento para las tropas, especialmente en la Guerra del Rif. Soldaditos de leva forzosa, calzados con zapatillas de esparto, cayeron como conejitos en el Desastre de Annual. Alrededor de diez mil muertos, convierten el suceso en la derrota más deshonrosa de un ejército colonial.
Durante la Segunda República surge el escándalo del estraperlo, que aunque se desarrolló principalmente durante la posguerra, tuvo sus raíces en el período republicano. Junto con el asunto Nombela se llevaron por delante el gobierno del partido radical de Lerroux. Los socialistas Largo Caballero y Negrín esquilmaron con avaricia dineros públicos y privados.
Durante la dictadura franquista, la codicia del clan Franco fue compulsiva. Al frente del mismo Carmen Polo, esposa del general, y su yerno el marqués de Villaverde. La austeridad militar de Franco es solo un mito. Frugalidad del general solo en sus costumbres alimenticias. A pesar de la férrea censura que ocultó fuentes documentales, durante la dictadura se practicó todo género de tráfico de influencias. El investigador Sánchez Soler ha cifrado en medio centenar las empresas y sociedades anónimas presididas por familiares de Franco. Según sus cálculos, el capital del holding de El Pardo superaba los cien mil millones de pesetas a la muerte del dictador, hoy seis mil ochocientos millones de euros.
Lo verdaderamente perverso es que en la actual democracia española pervivan todo tipo de amaños. Si narrásemos con todo detalle las actuaciones corruptas que también se produjeron en los gobiernos de González, Aznar y Rajoy, no serían suficientes los sesenta y cinco millones de folios que al parecer ocupan las grabaciones de Koldo.
¿Y qué ocurre con el actual presidente Sánchez? El Gobierno socialista está totalmente enfangado: Begoña Gómez, rescate Air Europa, Aldama, Cerdán, Koldo, Ábalos. Sin perder de vista al gran rasputinesco Zapatero y sus “manejos” (eufemismo) con la dictadura de Maduro y el Gobierno comunista chino. Para añadir mayor indignidad, el suegro de Sánchez regentaba prostíbulos y al parecer su excelencia se lucró y residió en viviendas pagadas con el negocio de la prostitución. Sánchez se pavonea de hablar en inglés, pero no cuenta ni pío de los negocios de la ingle. La gobernación de España se ha vuelto oscura, tanto como los pasillos de las saunas de la familia política del presidente.