Es posible que, por primera vez en una década, el PSOE de Ferraz sea el partido que más se parezca a España. No lo era cuando imponía su moralismo insultante y excluyente, aplaudido por Podemos. Tampoco cuando dividía a los ciudadanos entre sanchistas y fachas, ni al convertir el victimismo cobarde e inmaduro en seña de identidad de su estrategia de resistencia. Porque ni siquiera tras sus puertas cerradas existía la España que vendió la izquierda.

España ha sido históricamente un país de lazarillos, pillos y buscones. Una picaresca leyenda negra de la que quizá no debamos sentirnos orgullosos, pero que sigue en el ADN de una sociedad cocinada a fuego lento en el límite entre premiar lo astuto y castigar lo deshonesto. Recuerde cuál es el primer comentario de todo español al viajar a un país sin barreras en el metro. El ansia primitiva de agotar el bufé libre en los hoteles, esa sensación de triunfo cuando engaña en la taquilla para conseguir un descuento o se cobra en B para esquivar a Hacienda. Todo empieza y termina en la ibérica satisfacción insaciable de sentirse más listo que el resto.

Este PSOE trufado de truhanes chusqueros se parece más a la España real. Las conversaciones de los Torrentes de las mordidas, las prostitutas y los enchufes no son más que la versión marbellí hortera de las desventuras de Guzmán de Alfarache en el siglo XVII. Siete años ha tardado el periodismo, la justicia y la UCO en bajar al PSOE sanchista de ese pedestal inmaculado al que se encaramaron para echar al PP por las corruptelas. Hasta Pedro Sánchez ha ido perdiendo belleza mientras avanzaba el desgobierno del trueque, las concesiones y las trampas que Koldo y Aldama documentaban para garantizarse el despecho.

Ahora que el PSOE se parece más a España, también el partido socialista en Castilla y León se parece más a esta tierra de terruños. Comienza el ajuste de cuentas por provincias tras años de férreo control. Ferraz y La Moncloa, inmisericordes, desterraban traidores. Empieza a engrosarse la lista de damnificados de Santos Cerdán. Hay contestación al maltrato del hasta hace poco todopoderoso Óscar Puente. Emerge un atomizado PSOE de Castilla y León que siempre estuvo roto y que Óscar López dejó descuartizado en su fracaso por ganar la Junta. Un PSOE harto y desorientado que ha sufrido en silencio, alimentado tan solo de poder nacional, que debe ser que alimenta bastante.

“España responde” es el lema que se leía durante la Ejecutiva Federal de este lunes. Y España responderá en las urnas. Pero hoy es el turno del PSOE que responde. Ese que debería haberse plantado hace demasiado ante la soberbia y la falta de principios. Es el propio PSOE el que tiene que descabellar cuanto antes una dirección que lo ha degradado como ni siquiera hicieron sus enemigos en democracia. La política debería aspirar a ser ejemplar, no a parecerse a la cuquera España de siempre.