El recientemente desaparecido Papa Francisco, sin perder un ápice del sentido del humor del que siempre hizo gala, mantuvo hace unos meses una entrevista en la COPE. En un diálogo con Carlos Herrera y a la pregunta de cómo se encontraba de estado de salud, el Pontífice afirmó: "todavía estoy vivo", para añadir: "cuando un Papa está enfermo corre una suave brisa o huracán de cónclave". Francisco ya barruntaba el huracán.

El Papa siempre quiso agotar el ministerio de su pontificado. La renuncia de Benedicto XVI fue excepcional. Hay que remontarse quinientos noventa y ocho años para hallar otro Papa que rehusase al Papado. Juan Pablo II fue un auténtico ejemplo de entendimiento de su ministerio como la carga de una cruz, a imagen de Cristo en su Pasión.

Pablo VI, otro Papa santo como el pontífice Wojtyla, nunca gozó de buena salud. Instituyó el Vía Crucis de Viernes Santo hasta el Coliseo. En sus últimos años como Pontífice cargó físicamente en esa celebración con una cruz, en estoico esfuerzo. Pablo VI entendió también que soportaba el Papado como el peso del madero de la cruz de Jesucristo.

Pronto se celebrará el cónclave en el que se elegirá un nuevo Papa. Ese día se reunirán los cardenales electores en la Basílica de San Pedro, y celebrarán la misa «Pro eligiendo Pontífice». En la tarde, los cardenales acudirán en procesión a la Capilla Sixtina, lugar de emisión de las votaciones. Y de la fumata "bianca o nera".

Castilla y León no aportará cardenales electores para el cónclave. Solo votan los purpurados que cuenten con menos de ochenta años en el momento de la celebración del acto. El abulense Ricardo Blázquez (80), quien fuera Presidente de la Conferencia Episcopal Española y Arzobispo de Valladolid, sobrepasa la edad fijada. El bueno de don Ricardo no elegirá al nuevo Papa. Ya tiene bastante mérito, entre otros muchos de los que ha hecho gala como Pastor, el soportar el insulto supremacista que le dedicó Arzalluz, aquel xenófobo Presidente del EBB, que al resultar don Ricardo nombrado obispo de Bilbao, soltó aquella patochada de "un tal Blázquez".

El salmantino Fernando Vérgez Alzaga acaba de cumplir ochenta años. Sacerdote de la Congregación de los Legionarios de Cristo, ha sido presidente de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano. Del municipio vallisoletano de Canillas de Esgueva, es natural el cardenal claretiano Aquilino Bocos (86). Ha sido superior general de los Misioneros Claretianos y miembro de la Congregación vaticana para la Vida Consagrada. Por el contrario, sí que es cardenal elector el salesiano Ángel Fernández Artime. No es nacido en Castilla y León, pero mantiene importantes vínculos en esta Comunidad. Estudió Filosofía en la Universidad de Valladolid y se ordenó sacerdote en León. Ha sido rector mayor de la Congregación Salesiana.

Siete cardenales electores españoles accederán al cónclave, pero solo dos tienen ministerio activo. Uno de ellos es José Cobo, Cardenal Arzobispo de Madrid, y el otro Juan José Omella, Cardenal Arzobispo de Barcelona. España cuenta con una gran representación en el Colegio Cardenalicio. Son catorce sus purpurados, la mayor cantidad de cualquier país, excepto Italia y Estados Unidos. De todos ellos, solo ocho tienen derecho a voto. Algunos son eméritos o miembros de la Curia.

La Cristiandad espera ya conocer al sucesor del Papa Francisco. A Juan XXIII se le conoce con el sobrenombre del "Papa bueno". A Francisco nunca le gustó un apodo, pues reclamó ser el Papa de todos, de los más y de los menos afortunados. Pero los sobrenombres no los eligen los Pontífices, sino los fieles. Francisco pasará a la historia como el "Papa de los pobres". Se airea a los cuatro vientos: es también un huracán.