Joaquín Sabina acaba el concierto, el público rompe en aplausos, enloquece, se niega a dar el espectáculo por finalizado. Él, ante tal aclamación, claudica, sale de nuevo y toca algún tema más. La gente, enardecida, celebra el gesto como si fuera un regalo inesperado.
Los bises son un elemento canónico de la música en directo, tal vez el más bello, envuelto en esa preciosa apariencia de espontaneidad. Son un fake, una convención, una estupenda mentira piadosa que dulcifica el siempre odioso final.
En la vida pública los bises se entonan con versos que esgrimen “razones personales” y se cierran con palmadas en la espalda y abrazos de naturaleza mecánica. En ocasiones como la actual, pueden presentar variaciones y acercarse al “No sos vos, soy yo” de aquella película argentina.
Elegante y nervioso -dignas condiciones ambas para la circunstancia- salía este miércoles el alcalde de Soria a anunciar su candidatura (precandidatura, se apresuraba a corregir) para liderar el PSOE de Castilla y León. Se le escapaba -bendita naturalidad- un inquietante “porque si digo que no ahora, fíjate la que liamos”. La palabra “ahora” tiene en esa oración varios significados que no llegaremos a conocer. Aventuramos uno: “ahora” es después de hablar “prácticamente a diario” con Luis Tudanca durante el último mes, como el líder saliente explicaba el martes. Estamos ante el resultado de una partida de póker con dos jugadores que nos muestran en sus manos fichas del parchís.
Se ha tejido la sucesión en la intimidad, todo un éxito, “sin ningún tuit, sin casi ninguna filtración”, dónde se ha visto una operación tan limpia. El alivio entre los líderes socialistas es notorio y confeso. Lo contrario habría sido sumamente delicado, esto le honra, dicen. Lo contrario son las primarias. Algo así como el currículum ciego, una promesa impecable en el terreno de la hipótesis pero defectuosa en su aplicación práctica. Son los oxímoron de la política, en cualquier partido, en cualquier lugar, a menudo obligados a predicar una cosa y admitir su contraria. El poder está en los militantes pero vamos a evitar un choque que nos debilite. Un choque de trenes. Personas a bordo tras cada candidato.
Tudanca fue hijo de una bicefalia -la palabra aún escuece-, y deja su herencia a un adversario interno, “que no enemigo”. Por el bien de todos. No sos vos. El de Soria tiene ahora la oportunidad única de la primera impresión. Ni siquiera a Óscar Puente lo conocían más allá de Guadarrama antes de aquella réplica en el debate de investidura (fallido) de Feijóo. No hay por desagracia una ISO para políticos que dé garantías pero le avalan elecciones ganadas y eso son galones.
De los movimientos telúricos que acompañen iremos sabiendo en los próximos días y de las razones e intenciones ocultas, lo que se les escape y los buenos periodistas puedan ir arañando. La sucesión trascendió el día de Reyes, la mentira piadosa por antonomasia. “Yo le quería decir la verdad / Por amarga que fuera (…) / Le dibujaba un mundo real / No un color de rosa / Pero ella prefería escuchar mentiras / Piadosas”. Ovación final.