Si tuvieras que elegir de una forma rápida, alocada e incluso un tanto precipitada ser el personaje bueno o el malo en una serie juvenil de por ejemplo 6 temporadas, con 10 capítulos cada una ¿cuál de los dos escogerías? Y si esto lo extrapolamos a tu vida real. ¿Qué harías?

Analicemos ambos casos antes de tomar la decisión correcta.

El bueno de la película es un hombre tranquilo, atractivo, incluso guapo, que obviamente siempre hace las cosas bien, y toma las mejores decisiones.

Es el yerno que todas las suegras quieren tener, el hijo que todas las madres desearían y el novio ideal de cualquier fémina.

Él garantizará su futuro, su tranquilidad y la de sus vástagos.

Formará familias felices, con hijos perfectos y vidas alegres.

Además, nunca falla. Está ahí para todo, es el que cuida a quien se encuentra mal, tiene un montón de amigos, soluciona cualquier problema por dificultoso que sea. Vamos, es un tesoro en toda regla.

Pero… ¿qué pasa si las cosas se tuercen? ¿qué pasa si un día el bueno comete un fallo?
Agárrate que vienen curvas.

Ahí todo cambia. Después de una vida perfecta, una vida 10, al mínimo fallo, a este individuo se le va a aniquilar. Tendrá que depurar responsabilidades y aun así no logrará resarcirse y limpiar su nombre.

“No era tan bueno, ya sabía yo que no podía ser tan perfecto, no es oro todo lo que reluce, nos tenía engañados”, serán algunas de las cosas más suaves que se comentarán sobre él.

Un montón de años dedicado a los demás, a ayudarles, a complacerles y a hacerlo todo lo mejor posible, tirados a la basura por un error, un fallo, una nimiedad.

Ya no se acuerda nadie de aquel señor tan bueno, ahora es un paria, una mala persona que no merece ni que le des la hora cuando pases a su lado.

¿Y el malo? ¿qué pasa con él?

Lleva toda su vida pasando de todo, actuando como le da la gana y haciendo lo que le place. Es solitario, impulsivo y no tiene un grupo de amigos cerrado porque a casi todos les ha defraudado en numerosas ocasiones. Es cautivador, tiene el atractivo del “malote”. Ese que hace que todas suspiren por él aun sabiendo que, si algún día muestran algún tipo de interés, sufrirán. Pero les da lo mismo porque ese encanto las vuelve locas.

Las madres no le quieren cerca, y los padres de las damnificadas aún le buscan para ajustar cuentas y sanar las heridas.

Nunca formará una familia al uso, ni su vida será plenamente feliz.

¿Pero, qué pasa si el malo de la peli comete el error de hacer algo bueno?
Ahí sí. Se lía, pero muy gorda.

El mundo se para, deja de girar en torno al sol y empieza a girar en torno a él.
En ese momento se convierte en un Dios del Olimpo, como si el mismísimo Zeus se hubiera hecho carne.

“Yo lo sabía, era un buen tipo, no había podido salir su verdadero yo, le amo con locura”, serán algunos de los cantos que se oigan a su paso.
Toda su vida siendo un cafre, y ¡chas!, de repente todo cambia. Aquel ente oscuro, misterioso y maligno se ha vuelto un ser de luz. Brillando tanto que incluso deslumbra.

Es ahora cuando te planteo de nuevo, ¿si tuvieses que elegir entre ambos? ¿cuál escogerías?

Yo no sé vosotros, pero yo lo tengo claro, clarinete. Sin lugar a dudas sería el...