Como se aproxima la noche en la que recorren el mundo para traer regalos, yo quiero escribirles esta carta para exponer mis deseos. Vaya por delante que estoy plenamente convencido, no solo de su existencia, sino de su labor en el mundo en este día tan señalado. Estoy convencido de que, si caminaron tantos años en busca de “la Estrella de Belén” es porque, realmente, eran sabios y además “Magos”, mágicos, pues más de dos mil años en plena actualidad, aunque solo sea un día, no lo puede hacer cualquiera.

Al margen de mis personales deseos, quiero hacerles las peticiones que afectan a todos los hombres en general y a los españoles en particular. Soy consciente y convencido de que, como Magos y Sabios que son, lo conocen todo y nos conocen a todos, pero conviene que les haga alguna aclaración antes de llegar a España, no vaya a ser que hagan lo que hicieron cuando conocieron a Herodes, que, viendo lo mentiroso e interesado que era ese personaje, se fueron por otro camino y les dejaron a todos sin el regalo deseado.

Antes de detenerme en nuestro país, un deseo de paz en el mundo, que falta hace. Y si tienen que traer algún regalo para solucionar los problemas de las guerras, que sea un poco de tolerancia, el destierro del odio y que veamos a nuestros semejantes como auténticos “prójimos”.

Ya saben que, en España, el año 2023 ha sido complicado y, si queremos superar todos los problemas, convendría que entre sus regalos nos lleguen cantidades ingentes de tolerancia y unos grandes contenedores para llevarse el odio y a los que lo fomentan.
Debo advertirles que la situación es difícil y, por lo tanto, la tarea es ingente.

Hay trabajo para los tres y otros cuantos que puedan venir a ayudarles, siempre que sean sabios, es decir, hombres con Sabiduría, Prudencia y Humildad. De necios, imprudentes y orgullosos ya tenemos el país lleno. Precisamente de esto es de lo que quiero hablarles. La única forma de superar todas nuestras dificultades es que nos traigan sabiduría a todos y cada uno de los españoles.

Sabiduría para discernir el bien del mal, la verdad de la mentira, con amplitud de conocimiento y profundidad de entendimiento, de manera que nos aporte sensatez y claridad de juicio. El hombre sabio goza de discreción y previsión en sus decisiones, de manera que actúa con prudencia, cautela, autodominio y moderación. De todo esto nos está faltando y ya se sabe que la ausencia de sabiduría conduce a la necedad, a la estupidez y a la falta de un juicio sano. Percibirán, Sus Majestades, que el panorama es complejo, pero real y que tiene sus repercusiones en la vida diaria.

¿Quién puede decir que un país que deja marchar a sus jóvenes mejor formados es un país “cuerdo”? Un país que hace leyes de educación para anular su calidad, en la que los alumnos excelentes desaparecen y la falta de exigencia atrofia las posibilidades de los que necesitan más ayuda.

Un país que amnistía a los delincuentes y condena a los cumplidores de la justicia. En el que los jueces son juzgados por los transgresores de la ley. Donde los intolerantes e intransigentes con la verdad, que han segado vidas, se convierten en demócratas progresistas. 

Llegan, Sus Majestades, a un país donde todo se vende por “un puñado de votos” y donde la verdad se ha desterrado. El “relato” es del que manda y todo se cuenta según interese en cada momento. La mentira ha dejado de ser contraria a la verdad porque se ha ninguneado la realidad y las cosas son o acontecen según nos dicten los poderosos. 

Sitúan a los ciudadanos en bandos según se posicionen “a favor” o “en contra” de sus narraciones. Las competencias personales para afrontar tareas o trabajos se han mudado por la afinidad o disparidad de convicciones. Ya no gobierna los mejores ni los más capacitados, sino los afines y los “mansos”, entrenados para hacer lo que dice el jefe y nunca contrariarlo.

Entenderán ahora que lo que desee es que traigan SABIDURÍA, mucha sabiduría a nuestro país, y con ella prudencia y humildad, eso que tienen ustedes. De esa manera podríamos llegar a descifrar realmente las estrellas del cielo y llegar con bien a nuestro destino.

Y para los necios, egoístas, soberbios, engreídos, intransigentes, e incompetentes por la ideología, carbón, mucho carbón, toneladas de carbón. ¡Ah! Por favor, no pasen por la Moncloa a pedir información como con Herodes, sólo dejen el carbón y salgan corriendo, no vaya a ser que les cuente a ustedes también su relato y nos fastidie a todos esta noche mágica.