Hoy no voy a escribir sobre lo que todo el mundo habla porque hay cosas muy relevantes sobre las que merece la pena reflexionar. El otro dia cuando hacía la compra semanal pensaba en lo que significa la seguridad alimentaria y he querido traer aquí mi análisis sobre esta cuestión: la globalización de la economía y los conflictos están afectando seriamente a nuestra alimentación. Hace no demasiado tiempo podíamos conocer la trazabilidad de lo que comíamos. Sabíamos cuál era el origen de la leche que tomamos, del cereal con el que se fabricaba la harina para elaborar el pan, de las vacas de las que provenía la carne, de las aguas en las que se pescaba, de dónde provenía la fruta y la verdura...

El origen de las materias primas

Ahora no sabemos de dónde vienen la mayoría de los alimentos que consumimos y lo más grave es que no lo podemos saber aunque nos lo propongamos. Esto entraña importantes riesgos porque realmente somos lo que comemos.

Todos sabemos que cada vez hay más enfermedades cuya aparición y evolución desconocemos. Algunos cánceres que han incrementado su aparición en personas con estilos de vida aparentemente saludables, cada vez más enfermedades raras, alergias  e intolerancias que se han hecho presentes de una forma más extendida y que antes eran escasas y puntuales.

Europa se ha distinguido por la implantación de una Política Agraria muy fuerte que tiene en la seguridad alimentaria una de sus máximas.

Seguridad alimentaria

Ahora bien, siendo esto absolutamente cierto, también se practica una buena dosis de hipocresía. En Europa no se permiten los cultivos transgénicos a pesar de contar con todos los informes científicos que avalan la seguridad de los mismos, podríamos decir que en un ejercicio fariseo de “postureo” se ha decidido no autorizarlos. Pero mientras que esto es así, la cabaña ganadera europea necesita inexorablemente la soja que se importa de otros países del mundo,entre ellos de América, y esta es de origen transgénico. Quiere esto decir que aunque no la produzcamos nuestras vacas se alimentan con ella y nosotros cuando comemos la carne acabamos ingiriendo. Esto es sólo un detalle de cómo funciona esto de la alimentación.

Sucede lo mismo con la llegada de productos de la huerta procedentes fundamentalmente de países como Marruecos o del resto del norte de África. En estos países las normas de utilización de productos fitosanitarios son mucho más laxas que en Europa, se permite el uso de tratamientos que en Europa están prohibidos. La UE cierra acuerdos con estos países desde los que se permite la llegada de sus producciones y que aquí no estaría permitido su consumo. Pero en Europa hay países a los que les interesa vender su tecnología y tienen mucha fuerza para tomar las decisiones, es el caso de Alemania.

Ahora bien, cuando Alemania compra productos de la huerta es muy exigente y sólo le compra a países que le ofrecen la máxima calidad y estándares de producción europeos, como es España.

Alimentos de primera y de segunda

El resultado de esto es que son las familias con menos poder adquisitivo quienes acaban consumiendo los alimentos que no cumplen los estándares de seguridad más altos, porque es el precio el que marca la diferencia en muchas ocasiones, generando así diferentes niveles de seguridad alimentaria, situando a los consumidores en una posición de indefensión y de desinformación, ya que aparentemente toda la alimentación se presenta como si cumplieran todas las normas de seguridad alimentaria, pero no es así.

¿Qué esconde un trozo de pan? ¿De dónde vendrá la fracción de grano de cereal que lo compone? Es imposible saber si lo que consumimos todos los días no está minando nuestro organismo y lo está colocando en una posición más vulnerable o de riesgo de contraer enfermedades.

Deberíamos replantearnos seriamente estas cuestiones en Europa y en España. Promover la capacidad de identificar claramente lo que comemos. Apostar por la localización en origen de las materias primas. No tiene ningún sentido que el cereal que producimos en España vaya a cualquier parte del mundo y que venga el que se ha producido en Ohio para fabricar el pan o la pasta que consumimos.

Nos hemos vuelto locos los hombres y hemos llegado a este punto de desquicie en la producción de lo que comemos cuando resulta que es lo más importante para preservar nuestra salud ya que repito y no me canso de decirlo: SOMOS LO QUE COMEMOS.