Esta frase con la que Cicerón inicia la primera Catilinaria, y que para quienes no estudiaron latín en el bachillerato se puede traducir por “Hasta cuando abusarás, Pedro, de nuestra paciencia?”, es de plena aplicación a la conducta que SuperSanchez mantiene, “in crescendo”, desde su acceso a la Moncloa.

Y es que, Pedro I el Mentiroso, no ha hecho otra cosa que utilizar su condición de Presimiente del Gobierno, para hacer cualquier cosa que le permita mantenerse en la Moncloa, aunque para ello tenga que desdecirse de cuanto prometió en la campaña electoral, desde recuperarse del insomnio que le produciría la presencia de Podemos en su gobierno, hasta su afirmación de que “no pactaré nada con Bildu, si quiere se lo repito cinco o veinte veces…” y es que uno comienza su carrera falsificando su tesis doctoral, y termina convocando elecciones generales un 23 de julio, para, aprovechando la temperatura previsible en esas fechas y el calendario laboral de los españoles, unos de vacaciones y otros de puente, tratar de reducir la afluencia a las urnas de una buena parte del electorado.

Es evidente que las elecciones municipales y autonómicas celebradas el pasado domingo han supuesto un tremendo revolcón para las candidaturas socialistas en toda España, unas veces por la nefasta gestión de los candidatos socialistas que buscaban su reelección y otras para demostrar su rechazo a la política sanchista, (legislación ideológica desde la Ley del Sí es si, el aborto, la eutanasia la memoria democrática, el bienestar animal… hasta la Ley de la vivienda, pasando por la ocupación partidista de las Instituciones del Estado) y en casi todas por ambos factores, y el intento de comprar el voto con las subvenciones anunciadas sábado tras sábado, que evidentemente no consiguieron el efecto buscado. Por cierto, de aquí al 23 de julio, habrá que estar pendiente de las nuevas ofertas sanchistas.

Pues bien, Su Sanchidad, en lugar de firmar en las primeras horas del día 29 el cese inmediato de su amigo Tezanos y convocar una reunión urgente del Comité Federal para analizar sosegadamente el resultado electoral, sus causas y sus consecuencias y poner su cargo a disposición del Partido, reaparece en Moncloa, por supuesto en una comparecencia sin periodistas ni preguntas, para anunciarnos que ha decidido, a la vista de los resultados, previo despacho con el jefe del Estado, disolver las Cortes y convocar elecciones generales. Por supuesto, sin un ápice de autocrítica, y eso sí, después de consultar con su conciencia, algo que desconocían hasta los miembros de su gobierno. Vamos, como lo del Sáhara.

Y aunque es mala gente, tonto no es: convoca a sus grupos parlamentarios, que por aquello de mantenerse en las próximas listas le recibieron con una estruendosa ovación, para expresarle su inquebrantable adhesión. Y es que, los “caídos” en las recientes elecciones también esperan hacerse un hueco en las listas electorales del verano. Curiosamente, algunos de ellos, que reconociendo su derrota anunciaron incluso su retirada de la política, (Fernández Vara había solicitado su incorporación como médico forense), rectificaron a las 24 horas.

Por el momento están desligándose, al menos aparentemente, de sus pactos con Bildu, lo que ha provocado una respuesta contundente de Otegui reconociendo públicamente que llevan cuatro años colaborando en ese Gobierno Sanchezstein al que ahora Pedro I el Mentiroso finge renunciar, pero que sin duda intentará reeditar si necesitara los votos bilduetarras para mantenerse en Moncloa.

Una vez más, los socialistas “de toda la vida” se reunieron a comer ayer en Madrid y han manifestado una vez más sus discrepancias con las decisiones sanchistas, algo que a buen seguro le importa un pimiento a SuperSanchez, pero que debería hacer  recapacitar a los socialistas de verdad y a sus votantes.

Por otra parte, los responsables del PNV ven encenderse las señales de alarma ante el crecimiento de Bildu en el País Vasco y en Navarra, y el presidente de la Generalidad Catalana propone un pacto nacionalista antiespañol. Yolanda Díaz se apresura a inscribir su formación como partido político mientras Unidas Podemos, desde la agonía electoral, implora un pacto con la formación de la vicepresidenta gallega al ver en su horizonte inmediato bastante negro.

En la oposición, Ciudadanos decide, en una decisión que les honra, no concurrir a esta convocatoria electoral para evitar la pérdida de unos cientos de miles de votos, y su presidenta, Inés Arrimadas, anuncia su retirada de la política. Vox saca pecho ante unos resultados que aunque muy positivos no aceptan como su techo electoral, y el PP ha convocado la Junta Directiva Nacional para celebrar el éxito electoral y elaborar la estrategia del partido, de un lado sobre los resultados del 28 M y de otro sobre las elecciones del próximo verano. En el primer tema el PP ha dejado libertad a los líderes autonómicos respecto a futuros pactos de gobierno y en el segundo, tratando de agrupar bajo las siglas populares a cuantos apuestan por el fin del sanchismo, invocando el voto útil. La oferta de dejar gobernar a la lista más votada, hecha antes de las elecciones y no aceptada por el partido socialista, ya no tiene razón de ser.

En la reunión con sus grupos parlamentarios, SuperSanchez, que por cierto todavía no ha felicitado al ganador y tampoco fue muy diligente en hacerlo con García Paje único barón socialista moderadamente contestatario, acuñó un nuevo eslogan que repite hasta seis veces: “la extrema derecha y la derecha extrema”, pero ni una sola referencia a la extrema izquierda, a los separatistas o a los bilduetarras que lo han mantenido en la Moncloa hasta la fecha y espera lo sigan haciendo después del 23 de julio, sin que esa coalición sea merecedora del más mínimo reproche. Al terminar su reunión los aspirantes a repetir en las listas lo premiaron con una ovación de dos minutos y medio.

Ciertamente, yo pensaba dedicar mis comentarios de hoy a los resultados del 28 M y particularmente en Valladolid, pero una vez más la actualidad me obliga a posponer dichos comentarios. Espero poder hacerlos el viernes que viene.