Cuando iba a comenzar a escribir mis comentarios de esta semana, que pensaba dedicar a profundizar en las próximas elecciones, la comparecencia de la ministra de Hacienda en las pantallas de televisión para explicar, o al menos intentarlo, las medidas fiscales aprobadas en el consejo de ministros, (y ministras y ministres que diría la otra Montero), y por aquello de que la actualidad manda, voy a aplazar mis comentarios sobre las próximas elecciones.

Para complicarlo aún más, mientras la titular de Hacienda anunciaba las medidas fiscales aprobadas en el recién terminado consejo de ministros, sus socias podemitas aseguraban que el acuerdo no estaba cerrado, porque entre otras cosas pretenden que el impuesto a los ricos no sea temporal y algún que otro retoque fiscal. En grandes cifras, se cargan 4.000 millones de impuestos a las grandes empresas y los grandes patrimonios, se eleva la fiscalidad al rendimiento del capital y a las plusvalías, elevando tímidamente las ventajas fiscales a las rentas inferiores a 21.000 € cuando antes era a las inferiores a 18.000. El mínimo exento se eleva de los 14.000 € actuales a los 15.000. Del sablazo a los ricos, (más de 3 millones de patrimonio) se esperan recaudar 3.144 millones en dos años. 

Y Daniel de la Calle ya ha calculado que con estas “rebajas” a las clases media y trabajadora, estas pagarán 800 millones más, de los que en el mejor de los casos recuperarán 100. Y no hay que olvidar que Pedro Sánchez ha elevado 46 veces impuestos diferentes desde que accedió al Gobierno.

En honor a la verdad, hay que reconocer que la guerra fiscal la abrió como tantas otras Isabel Díaz Ayuso. Y como viene siendo habitual cada vez que la presidenta madrileña toma alguna decisión trascendente, sea sobre el tema que sea, los ministros y su cohorte de asesores, y por supuesto los medios subvencionados por el Gobierno se le tiran al cuello.

Comenzó Díaz Ayuso suprimiendo el impuesto sobre el patrimonio, impuesto prácticamente desaparecido en la Unión Europea, y a continuación reduciendo el IRPF aplicando la deflactación para que los ciudadanos compensen la mayor fiscalidad derivada del crecimiento desmesurado de la inflación que a quien más perjudica es a las clases “media y trabajadora” y que al único que beneficia es al Gobierno, al que el incremento de los precios supone un incremento del IVA que ha supuesto un aumento de miles de millones de euros a disposición de Farruquita Montero. Con estas medidas Madrid carece de impuestos propios mientras Cataluña tiene más de 30.

A continuación de la intrépida decisión de Díaz Ayuso y de las amenazas proferidas por varios ministros del gobierno acusándola de dumpin fiscal, fueron varios los gobiernos autónomos populares que siguieron el camino abierto por la presidenta madrileña, como Andalucía, Castilla y León, Murcia y Galicia, que coincidiendo con la política fiscal reclamada por Núñez Feijóo entendieron que bajando la fiscalidad aumentan los ingresos de hacienda, el consumo y la inversión.

El propio Núñez Feijóo, desde su acceso a la presidencia del PP, ofreció un pacto fiscal a SuperSanchez que como era de esperar fue rechazado por Su Sanchidad sin siquiera leerlo. El presidente Popular insistió una y otra vez en la necesidad de rebajar el IVA del gas, la electricidad, y determinados productos básicos relacionados con la alimentación (llegó a confeccionar una lista de estos), y, por supuesto la deflactación en la declaración del IRPF para compensar el incremento tributario sin acompañarse de un incremento de los ingresos. Alguna de estas propuestas, rechazadas inicialmente por el autor del “no es no”, fueron incorporadas a la política fiscal del Gobierno al cabo de unos meses, con lo que los ciudadanos siguieron pagando y el ministerio de hacienda haciendo caja, y así se explican los 22.282 millones de euros recaudados de más este año hasta el mes de julio, respecto a lo recaudado el pasado año.

Y conviene aclarar, cuando desde el Gobierno y sus comparsas mediáticas insisten en que la presión fiscal( concepto teórico), en España es baja (de hecho ocupamos el puesto 16 o 17 en los distintos ránkings), no mienten, pero ocultan que el esfuerzo fiscal, que es el que interesa a los que pagamos impuestos, es mucho más elevado y ocupamos el puesto 4º o 5º de esos mismos ránkings. Que la presión fiscal solo tiene valor estadístico.

El problema le surge al Gobierno cuando a las CC. AA. del PP comienzan a sumarse algunas de las gobernadas por el PSOE: en el país vasco, en el que gobierna el PNV con el PSOE, en Valencia, con un presidente socialista que hace una semana reclamaba penalizaciones para las CC. AA. que rebajaran la fiscalidad acusándolas de dumping fiscal, o el de Cantabria donde el impresentable y muy televisivo Revilla, que también gobierna con el PSOE, avisa de que se va a sumar a las rebajas fiscales. Es decir, los socialistas con responsabilidades de gobierno temen perderlo en las próximas elecciones si siguen las consignas de Sánchez y sus ministros, y comienzan a desmarcarse de la política del Gobierno.

Y la solución no puede ser otra que una nueva improvisación: después de una larga noche de discusión entre los integrantes de este gobierno Sanchezstein, comparece de urgencia la ministra de hacienda para exponer los improvisados cambios fiscales, unos nuevos, otros de incremento de la presión fiscal y algunos, los menos, de rebajas. Vamos que como viene siendo habitual responden con ocurrencias imprevistas a las peticiones razonadas y razonables de Núñez Feijóo que cada vez convencen más a los ciudadanos, y así lo confirman todas las encuestas, y está claro que este gobierno funciona a golpe de encuesta, mal que a Tezanos le pese.

Y no es que los ciudadanos nos neguemos a pagar impuestos, la realidad es que no estamos conforme con la utilización que se hace de los mismos. Sin ir más lejos, estos días nos bombardean en radio y televisión con el tema de los “bonos culturales” de 400 para los que este año cumplen 18 años, es decir, para aquellos que estrenarán el voto el próximo mes de mayo… pero no, estos recortes no afectarán a los servicios sanitarios, culturales o sociales, eso se queda para las rebajas fiscales de las CC. AA., y la foto del presidente haciendo una donación de 120 millones a la fundación de Bill Gates, (pobrecito él), ha  dado la vuelta al mundo. Y por supuesto ni un sólo recorte en el despilfarro del mayor y más inútil gobierno de la historia de la democracia española. No sólo no han recortado, sino que el gasto público se ha incrementado en 300.000 millones desde que gobierna SuperSanchez.

Por si fuera poco, ayer por la tarde la Mesa del Congreso de los Diputados aprobó con el voto en contra del PP y Vox, subir un 3,5% el sueldo de los diputados para el próximo año. Eso se llama predicar con el ejemplo.

En fin, el Gobierno no ha tenido más remedio que plegarse a las propuestas de Núñez Feijóo, bien es verdad que tarde, mal y contra su voluntad, y caminar por la senda abierta por Díaz Ayuso, y seguida por las CC. AA. populares primero y las socialistas después, y no sé si de hoy a mañana habrá novedades. Al Presimiente Sánchez no le creen ni los suyos. Pero cuidado, no se rendirá y morirá matando, y cuando lo echemos de la Moncloa tendrá un puesto en algún chiringuito internacional. Y si no, al tiempo.

Hasta el viernes que viene.