“Emocionante” encuentro entre Francisco y Yolanda es el título del trabajo de los comentarios que mi buen amigo Jorge Fernández Díaz dedica a la cuando menos sorprendente visita de la vicepresidenta 2ª del Gobierno al Papa Francisco, cuya lectura les recomiendo. Ella misma lo calificó de “emocionante” y de ahí el título de los comentarios de Fdez. Díaz.

Yo, como la mayoría de los españoles creyentes y no creyentes, prefiero calificarlo de sorprendente, por la personalidad de los protagonistas, las fechas elegidas, el desarrollo y la duración de la entrevista, y el sigilo con que se llevaron las negociaciones previas. Algo, dicho sea de paso, que intentó Pablo Iglesias y que el COVID, entre otros factores abortó.

En la historia de los papas ha habido de todo:  papas preocupados por la doctrina social de la Iglesia Católica, y como ejemplo habría que citar a León XIII, que con su encíclica RERUM NOVARUN, encíclica que los de mi promoción tuvimos que estudiar en preuniversitario, en la que sentaban las bases de la Doctrina Social Católica, pasando por Juan XXIII hasta llegar a Francisco.  Papas más conservadores como Pio XII y Juan Pablo II, cuya contribución fue fundamental para la caída del muro de Berlín y la liberación de los países de la órbita comunista. Papas más preocupados por la espiritualidad y la teología como Benedicto XVI, hoy papa emérito. Evidentemente los fieles siempre hemos considerado como “nuestro” papa al más próximo a nuestra forma de pensar y vivir.

Pero el caso del Papa Francisco, antiguo cardenal Bergoglio, es un tanto singular: a pesar del secreto del Cónclave, dícese que no promovió un grupo de presión para apoyar su candidatura, e incluso que él mismo se sorprendió por su elección. Su condición de jesuita tampoco facilitaba su acceso al trono de San Pedro, y de hecho Bergoglio es el primer jesuita que lo consigue.

Tradicionalmente, el Prepósito General de los jesuitas es conocido como el “Papa Negro” frente al “Papa Blanco”, el auténtico, el inquilino del Vaticano  aunque sus decisiones han provocado que alguno de los detractores de Francisco lo llamen el “Papa Rojo”. En todo caso conviene recordar que la infalibilidad del papa se limita a sus pronunciamientos en materia de Fe, y en otras cuestiones no existe tal infalibilidad.

Yolanda, que evidente está desde hace tiempo, en campaña electoral, unas veces cometiendo errores, como cuando hizo público que en el mes de febrero del 2020 estaba al corriente de la llegada de la pandemia, que se lo comunicó a sus compañeros del gobierno, Presidente incluido, llegando a elaborar una guía de conducta para evitar los contagios, siendo despreciada por sus colegas que querían celebrar a cualquier precio el 8-M, (“nos va la vida en ello” lo que  aseguró Carmen Calvo y casi acierta) que contagió a la casi totalidad de los portadores de la pancarta y que dejó en mal lugar al Gobierno en pleno, y al borde de una decisión delictiva.

Además, la visita prácticamente coincide con una foto de la interesada al estilo de las chicas Bond, en un “comunismo pret a porter”, como dice Cesar Antonio Molina, en una mujer que antepone la ideología a la salud pública que, aunque se reconoce comunista pero no estalinista, lo que no la impide prologar la última edición de “El Capital”, de Karl Marx, y afirma que nunca estuvo a la izquierda de la izquierda.

Otro tema harto discutible es la utilización del Falcon para una visita privada, como hace habitualmente su jefe. El coste del combustible se estima en 1500 € por hora en cada trayecto, la contaminación aérea que sabemos que es la más alta de los medios de transporte y que el presidente se enteró del viaje dos días antes, como el resto de los españoles, digan lo que digan. Y eso que dice que iba a hablar de la reforma laboral y el medio ambiente, tema este último que no es de su competencia como tampoco lo son las relaciones de España con el Estado Vaticano.

Pero para mí, lo sorprendente es el tratamiento que se le da desde el Vaticano: ciertamente distintas vicepresidentas de distintos Gobiernos de España fueron recibidos por el Papa, siempre mesa de escribanía por medio entre ambos interlocutores, costumbre que sólo se perdió en dos ocasiones: con Cristina  Kirchner, presidenta argentina y nuestra Yolanda, algo que no se hizo con Ángela Merkel o la presidenta de la Comisión Europea. Además, los 40 minutos que duró la entrevista es el tiempo marcado para las recepciones de jefes de Estado (de hecho, la entrevista con Pedro Sánchez no llegó a los 35 minutos). Y el gesto de ambos revelaba cierta complicidad…Por decir algo positivo, la vestimenta fue discreta y la reserva de lo tratado con el Papa es lo correcto, aunque no sabremos nunca si le explicó el porqué de sus críticas al discurso del Papa ante el Parlamento Europeo, o las Leyes sobre la eutanasia y el aborto.

Mientras, nuestro “presimiente” sigue batiendo récords: el IPC alcanza niveles de hace 30 años, la factura de la luz es hoy 500 veces más alta que hace un año y alcanza un récord histórico, pasa un mes sin someterse al control parlamentario, la deuda pública supera los 124.000 millones, el déficit se dispara, la pandemia se descontrola, y sigue mintiendo y plegándose a las exigencias de los golpistas. Vamos de error en error hasta el desastre final.

Hasta la semana que viene, y en todo caso, ¡FELIZ NAVIDAD!