enrique_santiago_opinion_noticiascyl

enrique_santiago_opinion_noticiascyl

Opinión

Cuando la política sólo destruye

20 octubre, 2019 22:33

Abre la ventana, escucha la radio, mira la televisión o acércate a los medios de comunicación escritos y tendrás una sensación de desasosiego, de angustia y de profunda pena que te embargará sea cual sea tu ideología, tu posición y tus creencias.

Las 2 España que resucitó ZP, que Rajoy ahondó y Sánchez agrandó echando más leña al fuego, solo sirve para que alguno lucre varios suculentos sueldos; unos, envueltos en la bandera y, otros, apropiándose de fondos públicos y cobrando sus salarios de un Estado al que quieren matar y/o traicionar. Solo desde el cumplimiento de la ley y la acción política firme, tranquila, sin pasión y moderación aplicada en la educación, con pedagogía y sin miedo ni complejos se puede volver a ser una. Si deseas la imposición, la amenaza, la fractura social, no eres demócrata ni crees en la libertad, estés en un “bando” o en el otro.

España ha sido el imperio más grande y potente del mundo en toda la historia y lo obtuvimos con el esfuerzo de la unión, del duro trabajo en común y lo perdimos cuando perdimos la perspectiva y nos precipitamos poco a poco en la desintegración.

Querer y amar a España es buscar la unión de todos desde el diálogo, el enamoramiento y la convicción que otorga el observar los errores e identificar los defectos para superarlos, y no para usarlos como arma arrojadiza o medio de obtención de un lucro personal o rédito político cortoplacista. Hemos de superar la tendencia natural de trasladar la culpa a otro para, inteligentemente, detectar el error y, con humildad, buscar el modo de resolverlo.    El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, por su vanidad de creerse el único inteligente, demostrando ser el más estúpido, pues sólo con el reconocimiento humilde del error y aplicando la inteligencia, no solo no caeremos en la misma sima, sino que detectaremos el modo de prevenirla y no solo esquivarla.

Debemos de tener claro que, el Estado, los partidos y los ciudadanos, podemos hablar, dialogar y comprender siempre que no exista violencia, amenaza o presión, pues ante estas no se puede dar un paso atrás o al lado. Quien pretende negociar o simplemente dialogar aplicando, admitiendo o utilizando la violencia o la presión es un totalitario que está fuera de la democracia y la quiere destruir.

Los independentistas, o no, deben de comprender que la tolerancia, la mesura y el diálogo solo se puede producir sin un ápice de violencia y que el único cauce eficaz es la Constitución que, libre, voluntaria y democráticamente, nos dimos TODOS, de forma que cualquier ataque será, de ser, resuelto con la firmeza democrática más absoluta, que nunca puede permitirse ser doblegada, alterada o negociada..

España se puede discutir, pues sus formas, grandezas y fortalezas son de los españoles, pero los cauces democráticos y legales no, pues nadie puede apropiarse ni de España ni de la democracia. Los políticos deben dejar trabajar libremente a los jueces, a los médicos, a los profesionales, a la policía… y aplicar, o no, determinados procesos jurídicos cuando sean requeridos por los profesionales, con el asesoramiento profesional… ellos no tienen ni puñetera idea, dañan y sólo sirven para su provecho.

A Muchos se les llena el pecho con la exhumación del dictador y se “zurran” o comprenden el independentismo (coletitas rebelde y larguirucho engolado, croqueta musical, etc) y otros se envuelven en la bandera (cabo de varas, Kent anaranjado, jovencito rajoyano, caballista osado, etc.) para, cobardemente, utilizarla para obtener 4 sueldos en lugar de trabajar por los policías, la educación, el respeto y la democracia.

España no se merece la clase política que tiene, España se merece repartir el dinero y la riqueza entre sus ciudadanos y no entre sus políticos, superar el pasado para remar todos juntos, unirnos cada vez más en esa misión que es el futuro de nuestros hijos, respetar, dialogar y, desapasionadamente, aceptar las diferencias para comprender y crecer, y no para insultar y destruir.