El zahorí Miguel López durante una búsqueda de agua

El zahorí Miguel López durante una búsqueda de agua

El campo

El zahorí que este verano ha hecho el agosto con la sequía: “Agua hay, pero hay que saber buscarla”

El agricultor salmantino Miguel López ha recibido más llamadas que nunca de ganaderos, ayuntamientos, chalets privados y empresas para buscar el líquido elemento

28 septiembre, 2022 07:00

Noticias relacionadas

Sequía. La palabra que más se ha escuchado este verano en Castilla y León y en España. La situación de esta temporada ha provocado que, al estilo de Mad Max (y su mítica frase Amigos míos no se vuelvan adictos al agua. Se adueñará de ustedes y se molestarán con su ausencia), todos quieran encontrar agua, así las actuaciones de búsqueda del líquido elemento se ha multiplicado. Y es aquí donde aparece la figura de un zahorí, un trabajo que lejos de extinguirse, está más de moda que nunca.

El zahorí Miguel López, de 61 años, lleva desde hace tres décadas siendo la mejor herramienta para buscar agua. Lo hace gracias a sus conocimientos de geología, su experiencia y un péndulo, aunque cada vez lo usa menos, para localizar los pozos de agua. Debido a la sequía, este verano se han multiplicado las llamadas que ha recibido de ayuda para encontrar agua por todo Castilla y León y otras comunidades. Le llaman agricultores y ganaderos, ayuntamientos o particulares de chalés.

Reside en el municipio de Lagunilla, muy cerca de Béjar (Salamanca), y desde allí recibe múltiples llamadas desesperadas de gente que quiere encontrar agua. Y lo hacen de lugares tan distantes como Logroño, Badajoz, Madrid o incluso Cádiz. Este verano se han multiplicado las de ganadores que han visto como se han secado los manantiales y el ganado ya no puede beber. También de ayuntamientos que “desesperados” intentan buscar agua para evitar cortes durante los meses con más presencia de veraneantes. Y por supuesto de particulares que residen en chalés y que tienen pozos que se están secando.

Miguel López, zahorí, buscando agua

En lo que va de año lleva localizados unos cuantos pozos en zonas diferentes. Hablamos de un oficio muy antiguo, al que ya recurrían los romanos, y del que se desconoce cómo lo averiguan. “Pues no sé si será un don o la experiencia, pero lo que sí te digo es que casi nunca fallo y no necesito ni péndulo ni varas, lo sé en cuanto lo veo, me siento en un buen momento”, presume nuestro zahorí salmantino, que asegura que “me llevan a un sitio con pozos hechos y no me tienen que decir si da o no agua, porque lo sé a la primera”.

Miguel ha sido toda la vida agricultor en tierras salmantinas, donde cultivaba olivares por lo que su contacto con el suelo y el campo ha sido constante. Cuando era crío hicieron un pozo para tener agua y fue su primer contacto con este mundo. Al principio con péndulo y varas, posteriormente, y gracias a su experiencia, solo con la intuición.

El precio de buscar agua

Lleva metido casi “media vida” en este oficio tan singular que algunos incluso consideran ciencia. Al principio lo hacía de manera gratuita y como una “afición”, pero “me llamaba tanta gente que decidí cobrar algo porque siempre acertaba”. Ahora mismo sus emolumentos se encuentran entre 200 y 300 euros, dependiendo del tamaño de la parcela, del tiempo empleado y del desplazamiento, eso sí, apunta que muchos le han comentado que es “de los más baratos”. El precio de un pozo varía según si el terreno es llano o de montaña y de la profundidad.

Miguel durante una demostración de su oficio

Miguel durante una demostración de su oficio

Tras 30 años en el oficio ya está dejando en herencia el oficio a su hija Lara, que “tiene mejor ojo que yo y ya sabe si circula agua o no” comenta su padre. A Lara le encanta buscar agua. “Como mi padre marcaba, yo iba con él y lo he aprendido”, apunta.

En este sector el agua está cada vez más cotizado, por eso afirma que le “da pena” comprobar que hay gente que se gasta 6.000 y 7.000 euros en hacer pozos en zonas que posteriormente no tienen agua. “Eso es porque no se ha medido bien”, apunta. Por eso, recuerda que para que haya líquido tiene que haber corrientes de agua, “no bolsas”. Y nada mejor que un refrán castellano para ejemplarizarlo: “Donde se saca y no se mete, no se llega”.

Por último, Miguel López lanza un mensaje de esperanza. “No creo que nos quedemos sin ella, porque aguas subterráneas siempre tendremos. Lo que pasa es que hay que saber buscarla”.