Investidura, dice la RAE, es “el carácter que se adquiere con la toma de posesión de ciertos cargos o dignidades”, término que no debe de confundirse con el de “embestida”, que es “ir con ímpetu sobre alguien o sobre algo”. Claramente, lo primero es lo que pretende Alberto Núñez Feijóo, y lo segundo expresa la actitud de Pedro Sánchez sobre su oponente.

Una vez constituidas la Cámaras Legislativas, por cierto, en muchos casos con una fórmula de promesa lejana de la señalada por las leyes, pero que el Tribunal Constitucional dio por válidas, y elegidas las Mesas que gobernarán en ambas y a sus respectivos Presidentes, llegó el momento en el que la Presidente del Congreso llama a los portavoces de los distintos grupos parlamentarios, tanto los constituidos conforme al reglamento, como aquellos que se constituyen al margen de él, tras negociaciones un tanto chapuceras en las que los grupos mayoritarios “prestan” diputados a los que no tienen el número de diputados que exige el reglamento para constituir un grupo propio y poder acceder a las prebendas que ello conlleva: mayor presencia política, mayor tiempo para intervención en los Plenos y una dotación económica importante.

Es justo reconocer que esta “trampa” es habitual en las sesiones constituyentes, en las que los grupos que se constituyen “de prestado” compensan a los prestadores con el voto. Eso explica la “generosidad” del Psoe con Just (4 diputados) y de Sumar con ERC (2 diputados). Claro que esto no es más que el comienzo de las contraprestaciones que los minoritarios van a exigir al Psoe si llega la oportunidad de que SuperSanchez se someta a la investidura, y en esto no cabe negar la sinceridad de los separatistas al hacer públicas sus exigencias para posibilitar un nuevo Gobierno Sanchezstein.

Pero volvamos al tema: el Rey Felipe VI recibió a la Presidente del Congreso quien le informó de la Constitución de la Cámara y la composición política de la misma, y él le trasladó su voluntad de iniciar las consultas políticas con carácter inmediato. Como es habitual, no todos los grupos atendieron a la llamada del Jefe del Estado, pues ERC, Just, EHBildu y el BNG no acudieron a la invitación del Jefe del Estado, a pesar de lo cual las consultas se iniciaron con los grupos de menor a mayor, cerrando las mismas Alberto Núñez Feijóo en su calidad de ser el candidato más votado en las pasadas elecciones generales.

Finalmente el Rey, a la vista de las manifestaciones que le hicieron sus interlocutores y de los apoyos “seguros” que le acreditaron, decidió proponer a quien había ganado las elecciones y acreditaba el apoyo de más diputados, 172, frente al presidente en funciones que además de haber perdido las elecciones sólo aseguraba el respaldo de 159 diputados, aunque presumía de que llegaría a la mayoría absoluta, por supuesto sin hacer públicas las concesiones que habría que hacer a tal efecto.

Curiosamente los sanchistas decían que no era el momento de ejercer presiones a la Jefatura del Estado al tiempo que exigían que el invitado a someterse a la investidura fuera su Secretario General, pero el comunicado de la Casa Real, hecho público después de comunicárselo a la señora Armengol era contundente y con argumentos incuestionables: en un escrito de una extensión superior a la de todos los casos anteriores, se exponían las razones que habían movido al Monarca a proponer al político gallego. Siempre se propuso al candidato que había ganado las elecciones y salvo en la XI Legislatura, en la que Mariano Rajoy declinó la invitación, todos los demás aceptaron la propuesta del Monarca

Y después de las conversaciones entre la presidente del Congreso y el aspirante nominado, se han hecho públicas las fechas del debate de investidura para finales de septiembre, un mes en el que el candidato intentará captar los cuatro votos que le faltan para la mayoría absoluta comprometiéndose a hablar con los responsables de todos los grupos políticos con la sola excepción de EHBildu, invocando incluso el voto de algunos diputados socialistas. Sánchez Lage pudiera ser un claro ejemplo, después de renegar de que el futuro de España lo decida Puigdemont manejando el mando a distancia desde Waterloo. Ciertamente no lo tiene fácil, pero en política no hay nada imposible.

Lo que realmente es importante es hacer públicos los acuerdos con los que los negociadores del Psoe y sus colaboradores de Sumar están dispuestos a ceder. Ciertamente en una negociación las partes tienen que ceder, pero es claro que las exigencias del Prófugo de Waterloo son inasumibles, claro que cuando un de los interlocutores es el Presimiente Sánchez, todo es posible.

En fin, el panorama es harto sombrío: o gobierna Núñez Feijóo con 172 escaños, salvo que consiga los 4 que le darían la mayoría absoluta, o desgobierna Pedro I el Mentiroso, sumando a los sanchistas los escaños de Sumar (20 partidos), BNG, ERC, Just, EHBildu, PNV… en fin, una mezcolanza que difícilmente puede calificarse de progresista, si en este bloque se incluyen el PNV y Just, sin duda situados tradicionalmente muy a la derecha del PP.

Me temo que en este momento nadie tiene la solución. Ya veremos la semana que viene.