El bailarín Saïd Ramos ganó anoche la primera edición de Prodigios, pero además, protagonizó uno de los momentos más hermosos de la noche cuando recibió un mensaje de Nacho Duato, miembro del jurado. El entonces finalista en la categoría de danza ejecutó “Andantino” de Tchaikovsky, y al finalizar, Boris Izaguirrre bromeó sobre si le gusta llevar mallas en su vida diaria o solo para bailar.

Al dar la voz al jurado, Nacho Duato fue el primero, y conmovido por la interpretación, quiso compartir alguna de sus experiencias como hombre que se ha dedicado a la danza, y cómo desde pequeño sufrió una gran homofobia incluso dentro de su familia por amar esta disciplina.

“En casa no me dejaban. Me tuve que ir a un estudio de ballet donde yo era el único niño, todas eran niñas”, recordaba Duato. “Cuando salía me tenía que poner las mallas y las zapatillas a escondidas porque los niños de mi colegio me llamaban marica, eso es para nenas”, decía visiblemente emocionado.

Explicó cómo en casa su padre le espetaba “Nacho, habla como un hombre” y él no comprendía cómo podía hablar con un hombre con escasos doce años. También recordaba cómo tenía que jugar a escondidas con su prima Ana Duato, precisamente por el miedo a que le dijesen que se comportase como un hombre.

Continuó explicando cómo ha actuado a lo largo y ancho de todo el mundo, y cómo su padre “en toda mi carrera creo que ha venido a bailar cuatro veces”, y por ello se emocionó al comprobar el apoyo que Saïd recibe dentro de su casa, y la ilusión que tiene por reivindicar el puesto del hombre en la danza. “Yo pasaba de todo y decía si no venía mi padre es porque está muy ocupado. Pero ahora pienso qué cosas más grandes me he perdido”.

La actuación de Saïd emociona a Nacho Duato

“Qué suerte que hayas nacido en una España libre, una España democrática, y no la que me tocó vivir a mí”, terminaba diciendo el bailarín.