Miguel ha visto cómo se había convertido en ganador de su propia vida en imágenes, ha dejado claro que ese era el único objetivo por el que había pasado por GH y que le hacía sentirse ganador, por lo que le daba igual lo que le dijeran. La audiencia decidía dejarle a las puertas de la gran final del programa, convirtiéndose en el cuarto finalista de la edición.

Desde que era pequeño, Miguel quería ser algo y había hecho todo lo posible para conseguirlo. El presentador tenía un punto de vista bien distinto. Jorge Javier ha tenido la sensación de que había utilizado su sufrimiento como un espectáculo para conseguir el apoyo de la audiencia. Un comentario que a Miguel le ha dado exactamente igual porque no se va a traumatizar por lo que le digan.

El ya exconcursante también ha abordado las polémicas que le han rodeado. Respecto a su aspecto actual, ha dejado claro que lleva parte del pelo pintado con rímel para dar la sensación de que tiene más pelo. El tema de la Navidad también ha resultado muy polémico y Miguel ha explicado que nunca dijo que no hubiera celebrado la Navidad en su casa, pero sí que desde hace dos años la celebra de una forma más intensa y que está deseando ser papá para vivirla de verdad porque en su casa no han tenido árbol desde que su padre tuvo un accidente cuando él tenía siete años. 

En cuanto a sus problemas de la infancia, el expulsado ha explicado que él se creía el rey del mundo y que en Guadalix se ha dado cuenta de que es mucho más sensible y vulnerable de lo que imaginaba. Miguel es un gran conquistador y ha aprovechado que Jorge Javier Vázquez le dijera que no se volviera a poner el peluquín porque estaba mejor así, para tirarle los trastos: “¿Tú pillarías conmigo?”. El presentador le ha dicho que no en un primer momento, pero se lo ha pensado mejor y le ha confesado que eso nunca se puede saber porque él no se cierra a nada.