Desmontando las leyendas urbanas sobre el Festival de  Eurovisión

Desmontando las leyendas urbanas sobre el Festival de Eurovisión

Televisión

Desmontando las leyendas urbanas sobre el Festival de Eurovisión

29 noviembre, 2014 09:03

Empecemos con un experimento sociológico. Salgan ustedes a la calle y pregunten. Pregunten por Eurovisión. El resultado, seguro, no distará mucho del que sigue: 

¿Eurovisión? ¿Pero eso se sigue celebrando todavía? 

¿Eurovisión? ¡Es un festival de frikis, ahí no se presentan cantantes serios!  

¿Eurovisión? ¡Anda, si es un festival antiguo, casposo y pasado de moda!

¿Eurovisión? Nunca lo he visto, ¿pero lo sigue viendo la gente? 

¿Eurovisión? ¿Por qué España sigue participando? ¿Por qué malgastar el dinero público?

Desgraciadamente, esta es la radiografía del Festival de Eurovisión en nuestro país. Una instantánea que, por otro lado, nada tiene que ver con la realidad. En España se necesita más promoción, más interés por trasladar a la ignorante opinión pública no sólo el contenido sino el continente de un formato televisivo innovador, de vanguardia y que ha sabido reinventarse desde sus orígenes, en 1956. 

Estas, y otras razones, le han valido a Eurovisión el Premio Ondas Internacional de Televisión 2014. Se ha querido reconocer la destacada profesionalidad y creatividad de la final del festival de este año, producida por la televisión danesa, la DR, y que consiguió una audiencia de 100 millones de telespectadores en la gran gala final, y más de 195 millones en el acumulado total con las dos semifinales.

Ya era hora de que se reconociera en España lo que sí es Eurovisión. Y no es otra cosa que el evento musical, televisivo y de entretenimiento más importante, no sólo de Europa sino del mundo, con millones de seguidores hasta en Australia y Estados Unidos. 

Eurovisión no sólo es esa imagen en blanco y negro del Lalala de Massiel grabada a fuego en el imaginario patrio. Es un festival vanguardista que con el paso de los años, sesenta para ser exactos, ha sabido adaptarse a las nuevas tendencias musicales, atraer a las nuevas generaciones de espectadores, y aplicar los avances técnicos y artísticos de producción televisiva más punteros. En 2013 se llegó a estrenar en Eurovisión el proyector más brillante del mundo, el HDQ-2K40, con 40.000 lúmenes, para aportar la mayor nitidez de imagen posible.

Eurovisión es como un máster para los profesionales que se dedican a la televisión

Aún recuerdo la cara de asombro, fascinación y envidia de un grupo de directivos de Antena 3 paseando por la sala de prensa del festival de Düsseldorf en 2011 al conocer de primera mano las tripas y el entramado de recursos humanos y tecnológicos que mueve un evento como es Eurovisión. José María Iñigo siempre lo dice: “Eurovisión es como un máster para los profesionales que se dedican a la televisión”. Razón no le falta.

Y es que, pese a quien le pese, Eurovisión es un producto televisivo redondo, uno de los programas más coste-eficaces en términos económicos y de audiencia de Televisión Española. Muchas cadenas privadas estarían dispuestas a invertir millones de euros en el formato, si la participación no estuviera restringida a las televisiones públicas miembros de la Unión Europea de Radiodifusión (UER).  

Vamos a los datos, que ayudarán a desmontar ciertas leyendas urbanas. Participar en Eurovisión le supone a TVE un gasto anual en torno a 300.000 euros, según información facilitada por el propio presidente de la corporación en el Congreso de los Diputados. Por contra, el presupuesto de un solo capítulo de series como Águila Roja o Cuéntame es tres veces mayor, alrededor de 900.000 euros, o la emisión de un partido de la Selección Española, está en torno a los dos millones de euros. 

Eurovisión se convierte todos los años en la emisión no deportiva más seguida en TVE

En términos de audiencia, Eurovisión, ese festival que se supone apenas ven los españoles (ejem) pero por el que han pasado grandes celebridades como Noa, Bonnie Tyler, Katrina and the Waves, Celine Dion, Patricia Kaas o ABBA, se convierte prácticamente todos los años en la emisión no deportiva más seguida en Televisión Española. La final de 2014 le reportó a la pública 5.141.000 espectadores y una cuota de pantalla del 35,2 por ciento, mientras que las votaciones fueron seguidas por más de 6,3 millones, 41,7 por ciento de cuota. 

Ningún programa, ni de la pública ni de las cadenas privadas, en un mercado televisivo tan atomizado como el nuestro, logra ni por asomo acercarse a estas audiencias con un coste tan ajustado como el de Eurovisión.

En definitiva, como diría Ana Pastor, estos son los datos. Suyas, las conclusiones. La mía es clara. En España aún hay que hacer mucha didáctica sobre lo que es y lo que simboliza Eurovisión en muchos países de Europa, y lo que puede suponer para la industria musical y los artistas de nuestro país, que todavía siguen mirando el festival de soslayo y con recelo.

En los países nórdicos y en muchos del Este, nos llevan ventaja. Y no es vecinismo. Es interés, trabajo y profesionalidad. En definitiva, ganas de ganar. Señores de TVE, españoles todos, tomemos nota.

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José García Hernández. Periodista. Redactor jefe del portal www.eurovision-spain.com