Jesús Quintero, en Canal Sur.

Jesús Quintero, en Canal Sur.

Bluper NECROLÓGICA

El eterno legado de Jesús Quintero, el 'loco' que nos enseñó la importancia de los silencios en televisión

El periodista andaluz ha fallecido este lunes a los 82 años. Con él se va un profesional que supo darle a la pequeña pantalla un sello único e inconfundible.

3 octubre, 2022 21:43

Sálvame es un programa en el que siempre hay ruido. Gritos, risas exageradas, discusiones, voces de los directores que llegan a escucharse desde tu propia casa. Ha sido precisamente en este espacio de Telecinco a través de donde nos hemos enterado de la muerte del periodista Jesús Quintero, quien, paradójicamente, hizo un tipo de televisión donde el silencio tenía tanto peso como las palabras.

El legado de Jesús Quintero, que cumplió 82 años el pasado agosto, es enorme en la historia de nuestra televisión. Él es el loco de la colina, el perro verde que conseguía hacer una gran entrevista a quien tuviese delante. Ya fuese una estrella consagrada del mundo del espectáculo o alguien que cumplía condena en la cárcel, como en aquel Cuerda de presos de Antena 3. Sabía ver dónde había una historia que merecía ser contada, y se divertía como un niño lanzando preguntas que descolocaban al que tenía delante.

Como andaluz, y por una cuestión de edad, para mí Jesús es el de El Vagamundo y Ratones coloraos, programas de Canal Sur que tenían su sello personal e intransferible, y que dotaban a la televisión pública andaluza de una calidad que parece irrecuperable. Allí pudimos conocer a gente que llegaría muy lejos, como por ejemplo, Andy y Lucas, quienes en su primer disco le dedicaron el tema ‘Ratoncitos colorados’, donde le regalaron frases como “Y entre risas y preguntas y silencios siempre le toman por un caballero. Su mirada puede traspasar un alma. Sus ratones pueden ser tan embusteros, que hasta a veces algunos sueltan veneno cuando el pregunta directo a lo sincero”. Pero también nos regaló personajes que pronto se convirtieron en fenómenos de la cultura popular, como El Risitas y el Cuñao, o El Penumbra, aquel hombre que aseguraba haber venido del espacio exterior.

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Él no tenía complejos a la hora de sentarse frente a cualquiera que tuviese ocasión. Lo mismo charlaba con Rocío Jurado que con transformistas como La Petróleo y la Salvaora. O Manolito, Pozí, quien tuvo profundas charlas con el periodista antes de que en Crónicas Marcianas lo viésemos disfrazado recitando diálogos del serial radiofónico Ama Rosa.

Él incluso entró en la cárcel en los años 80 para hablar con Rafael Escobedo, yerno de los marqueses de Urquijo, que fue condenado por la misteriosa muerte de ambos, allá por 1980. Rafael, Rafi, le dijo a Jesús: “La cárcel me ha destruido. He llegado ya al final. Nuestras autoridades jurídicas y penitenciarias pueden estar orgullosas. Han conseguido que hoy en día sea nada. Ya no soy nada”. “Lo único que me falta ya es la caja con la crucecita encima”(…) “Me tiro horas y horas mirando las rejas de la ventana diciendo ahórcate, termina de una vez con todo esto”. Poco después, lo encontraban muerto en su celda.

Aquella entrevista, que tantas veces se ha reproducido en televisión, cada vez que el caso Urquijo volvía a la palestra, es toda una clase magistral de lo que Jesús sabía hacer. Callar para que el otro hable. Sin cortapisas, ni nervios, ni presión. A él el silencio no le incomodaba, sabía manejarlo, y allanaba el camino a su interlocutor para que expresase lo que quisiese. A veces, hasta más de lo que desearía.

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Quintero era calidad. Un entrevistador premium. Era un honor que él te quisiese en su plató para lanzarte preguntas, porque te permitía expresarte como pocos. Eso lo supo bien Isabel Pantoja cuando lo eligió personalmente en 2004 para confirmarle de lo que todo el mundo hablaba en ese momento. Que era pareja de Julián Muñoz, alcalde de Marbella. A Quintero fue al que le dijo aquella frase mil veces repetida, y que ya forma parte de la cultura popular. Que Julián le preguntaba “Gitana, ¿tú me quieres?” y ella entonces le respondía “Más que a mi vida”.

Este sevillano tenía tal carta blanca con la tonadillera que incluso le podía preguntar, sin que se lo tomase a mal, que cómo se tomaba los comentarios sobre su orientación sexual. Isabel hizo una extraña metáfora con el tren de la bruja de la feria. “No estoy seguro de haberme enterado”, le decía entonces el periodista. “Pues te lo he explicado muy graciosamente. A buen entendedor, con pocas palabras basta”, esquivaba ella.

Desde hace años Jesús vivía alejado de los medios de comunicación. Su salud era delicada, y de vez en cuando saltaban las alarmas en la prensa por su situación. Su corazón no ha aguantado más, y este 3 de octubre ha dejado de latir para siempre. Y con su defunción ha dejado un silencio importante en la televisión, un silencio que nadie jamás sabrá cómo emular, por mucho que lo intenten.