Nicky Jam ha sido el segundo invitado internacional que esta semana ha disfrutado de El Hormiguero, y es que ayer Michael Bublé acudía al programa presentado por Pablo Motos para presentar su nuevo disco, Higher. Aunque el canadiense quiso también revelar a la audiencia que su hijo Noah estaba totalmente recuperado del cáncer que le diagnosticaron con tan solo tres años. 

Pero sin duda, el cantante que llegaba a nuestro país con novedades era Nicky Jam, que elegía el plató de Antena 3 para promocionar su último sencillo Ojos rojos, un adelanto de su próximo álbum que llegará a finales de este año. 

Parece que ha desvelado también cuáles son sus otros planes en Madrid, y es que el cantante también es empresario y es dueño de varios locales especializados en tortitas americanas. "Después de la pandemia no me quise quedar quieto y por eso monté los restaurantes. Quiero ser de todo, director de cine, panadero...". 

A lo largo de la entrevista, Pablo Motos quiso saber cómo lleva el artista el "tema de la fama y el dinero". Nicky Jam comenzó su carrera en 2001 pero tras unos años de éxito tuvo que dejar la música por problemas con las drogas y varios episodios violentos en Puerto Rico. "Yo tuve dinero y lo perdí todo, Dios me ha devuelto el dinero en el momento justo porque ahora soy adulto. Yo lo tuve todo y lo perdí. Hay muchas personas que se creen intocables cuando están en la cima, pero todo lo que sube baja. Si no has sonreído con quien te ha visto subir, no esperes la sonrisa cuando estés cayendo".

El presentador ha querido saber cómo fue el paso de Nicky Jam por la cárcel, un momento complicado en el que el cantante no ha querido profundizar mucho, pero sí ha querido contar lo que sacó en positivo de su experiencia, y es que él ya estaba "preparado para la pandemia, no me costó nada estar en casa sin salir, después de pasar por la cárcel ya estaba preparado". A lo que añadió que de "lo que más aprendí de la cárcel fue disfrutar de mi libertad". 

Pero su discurso no terminaba ahí y hablaba de lo peor de la prisión. "Yo era el payaso de todo el mundo, yo estaba asustado pero intentaba cantar y hacer reír a la gente. Lo que pasa la gente dentro es muy duro, llega un punto que se siente que ya no somos humanos, nos sentimos como animales. Somos humanos, estamos aquí porque cometimos errores, pero no todo el mundo es malo. Hay muchas cosas más feas, pero no es para hablarlas en televisión". 

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