Despidos y humillaciones: ¿Debería ‘Sálvame’ dejar de disfrazar a sus colaboradores?

Despidos y humillaciones: ¿Debería ‘Sálvame’ dejar de disfrazar a sus colaboradores?

Bluper TELEVISIÓN

Despidos y humillaciones: ¿debería ‘Sálvame’ dejar de disfrazar a sus colaboradores?

12 agosto, 2021 16:43

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Esta semana, Sálvame ha explicado la ausencia de José Antonio Canales Rivera en el programa. El pasado 13 de junio, la última vez que estuvo en el plató, una chica llamada Miriam aseguró haber tenido algo con el torero y mostró varios mensajes que se habían mandado. Uno de ellos decía: “Deja abierta una ventana que me pongo el traje de Spiderman y entro por la ventana”.

Al día siguiente, la dirección le propuso a José Antonio Canales Rivera estar en el plató vestido como el citado Spiderman, algo que aceptó en un primer momento, pero luego se echó para atrás. Según explicó Carlota Corredera, “se le comunicó que si no accedía a cumplir con su palabra se tenía que ir a su casa”, y así, el colaborador no acudió ese día a Sálvame ni tampoco ninguno más.

“Me echaron para casa porque me negué a vestirme de Spiderman, ni más ni menos” aseguró el torero en una llamada. “Yo he hecho muchas cosas en ese programa, pero me he negado a entrar en eso. ¿Qué hago yo sentado en un plató de máxima audiencia vestido de Spiderman? Iba a sentir que hacía el ridículo”, explicó, dejando la puerta abierta a alguna posible reincorporación.

Canales Rivera en 'Sálvame' con el traje de Spiderman

Canales Rivera en 'Sálvame' con el traje de Spiderman

La reaparición de Rivera:  “Todos tenemos un límite y el mío es vestirme de Spiderman”

Este jueves, Canales Rivera reaparecía finalmente en SálvameKiko Hernández, que ejercía de presentador, explicó que la ausencia de Canales de Sálvame “fue una decisión suya, la decisión de no cumplir una promesa que al parecer le hizo a un director del programa”.

Yo no me comprometí, él me lo dijo, que me tenía que disfrazar y yo me fue. Pero ni lo hablamos y mucho menos me comprometí”, aseguraba el torero. “Quiero pedir disculpas porque me llegaron a transmitir que si no me disfrazaba me cargaba la escaleta… y efectivamente me la cargué. Yo tenía claro lo que quería y no quería hacer”, ratificaba.

En los minutos finales del programa, Kiko Hernández sacó un disfraz del hombre araña, y le preguntó al torero: “Decide, ¿te vas a vestir de Spiderman, sí o no?”.

Ahí Canales se mostró tajante, y volvió a explicar sus razones. “No. Cuando digo que no me voy a disfrazar no quiero decir con esto que yo no me disfrace: me he disfrazado de Miguel Bosé y de Queen, que me favorecía mogollón con la falda y el top. Entonces no me voy a disfrazar porque lo he hecho ya, disfrazarme de Spiderman después de estos mensajes mandados de coña me parece una falta de respeto hacia mi pareja” alegaba.

Kiko Hernández le preguntaba si el hecho de no disfrazarse no se podía considerar una falta de respeto hacia sus compañeros que sí se disfrazan. El torero pidió disculpas a quienes sí se disfrazan. “Pero todos tenemos un límite, un techo, y el mío es vestirme de Spiderman”. Además, recalcó que tampoco está dispuesto a disfrazarse “de lo que sea” y también declinó la propuesta de pasar un día entero en un traje junto a una de las Mellis, con la que al parecer tuvo cierto acercamiento romántico hace 25 años.

Los disfraces, fuente de conflictos en ‘Sálvame’

Para Sálvame los disfraces han sido un recurso muy habitual desde sus primeras emisiones. En 2010 todos los colaboradores, incluido el presentador, se vistieron de playeros con trajes vintage para celebrar el programa 300, y por el 400 se disfrazaron de personajes de cómic. En aquella ocasión, Jorge Javier fue precisamente Spiderman, mientras que Terelu y Kiko Matamoros eran Supergirl y Superman, y Kiko Hernández Batman.

No hay que irse tan lejos para recordar una performance grupal: este año, tal como señaló Canales, para promocionar la película Bohemian Rapsody, todos los colaboradores se disfrazaron de Freddie Mercury y cantaron una canción conjunta al inicio del programa. 

“Me avergüenzo de lo que estoy haciendo”

Los disfraces también se han utilizado cuando había que recordar una fecha importante, como un aniversario, o si moría una celebridad. Así, Chelo García-Cortés se ha vestido de Mafalda, Amy Winehouse, El Chavo del 8, Madonna, Donald Trump o Jacqueline Kennedy, y Lydia Lozano se convirtió en David Bowie el día que murió el cantante.

Lo que queda patente es que en Sálvame no todos los colaboradores son iguales, y que hay algunos que se disfrazan más que otros, aunque sea en contra de su voluntad. Como la propia Chelo García-Cortés. “Yo misma me avergüenzo de lo que estoy haciendo. Cuando me disfrazo es como si dejara de ser yo y me siento ridícula. He tocado fondo, pero no puedo responsabilizar a nadie” dijo en una entrevista en Semana en 2017.

En cierta ocasión, Chelo se quitó el disfraz que tenía diciendo que era periodista y que no tenía que pasar por ello. En verano de 2020, la pillaron diciendo que “la próxima vez se va a disfrazar tu puta madre”, insultando a la madre del director David Valldeperas. Como castigo, tuvo que ir disfrazada una semana entera.

En febrero de este año, Jorge Javier Vázquez regañó a Chelo por hablar poco. “¿Echas de menos disfrazarte?” le preguntaba, sabiendo que a Chelo no le gusta pasar por caracterización. “Me he disfrazado muchas veces muy cabreada. Basta que diga que no lo quiero para que me lo hagan”, se lamentaba ella.

Poco después, en ese mismo día, Gema López le ha preguntado a Chelo si “mañana te traigan lo que te traigan, te lo pones”. García-Cortés le decía que se quería disfrazar con ella, respuesta que no ha gustado nada a López. “Pues haz lo que hago yo en este plató y a lo mejor no te disfrazan. Piénsatelo”, le dijo Gema. Chelo entonces estalló diciendo que “lecciones las mínimas” y que “no se merece” lo que hacen con ella.

“Es denigrante”

El ver a un colaborador disfrazado puede ser humillante para el propio colaborador como para sus seres más queridos. En 2018, Sálvame disfrazó a Gustavo González de David el Gnomo, y su mujer, María Pascual, lloró por esa situación. “Es denigrante”, se lamentó la actriz.

María había participado ese año en Supervivientes y había pasado sin pena ni gloria, lo que le valió el apodo de seta. De ahí que se hiciese un juego con David el Gnomo ante su presencia.

La intención del programa no es humillar. Cuando decimos que eres un mueble o una seta hablamos por tu concurso”, le aclararon. Una explicación que le pareció insuficiente, y enfatizó que tanto ella como el padre de su hijo han sido humillados en el programa en muchas ocasiones.

Mila Ximénez y su enfado por vestirse de Menina

La difunta Mila Ximénez tampoco era muy amiga de los disfraces, ni en Sálvame ni dentro de la casa de Gran Hermano VIP. Su cabreo más épico en ese sentido tuvo lugar en 2017, cuando salió al plató vestida de Menina.

“Ni media coña porque estoy de muy mala leche” advertía al público del plató, que estalló en risa al verla salir. “Parece que tengo un perro de agua en la cabeza. Parece que he salido del hospital, que me ha dado un ictus cerebral”, insistía muy enfadada.

El tema de los disfraces ha trascendido ya de Sálvame y salta a sus programas derivados, como La última cena. Allí Mila también se enfadó al tener que cenar vestida de galleta de jengibre, y Belén Esteban también protestó por tener que vestirse de cangrejo.

¿Es hora de acabar con los disfraces?

Está claro que los disfraces, por norma general, no son plato de buen gusto para los colaboradores. Ni para los que habitualmente acaban disfrazados, como Chelo, ni tampoco para los que los esquivan a toda costa, como Gema López.

Y parece excesivo que una persona (Canales Rivera en este caso) pueda perder su trabajo por no acceder a disfrazarse, algo que en el programa llamarían remar a favor de obra.

Así, igual llega la hora de terminar con este tipo de espectáculo. Realmente es innecesario que alguien se sienta humillado en su puesto de trabajo por decisión de la dirección. Sin duda, Sálvame puede hacer espectáculo sin tener que obligar a nadie a hacer cosas en contra de su voluntad por miedo a perder el trabajo.