Estoy tan contenta

Pablo Iglesias anunciando que abandona la política tras las elecciones en la Comunidad de Madrid.

Estoy tan contenta…. Lo que ha sucedido me conforta y me devuelve la esperanza, en el futuro, en nosotros, capaces de reunirnos y unirnos en un nuevo mayo, ni francés ni podemita. Un mayo madrileño y español.

El usurpador, traidor y felón arrinconado y apalancado en su máquina de robar (para otra cosa no ha parecido servir) y moralmente cesado por los votantes, dimitido si tuviera lo que hay que tener, que no parece. Pero acabado, derrotado, políticamente muerto. Para siempre.

Y Madrid, unido en torno a una causa irrenunciable de defensa de la libertad, la Constitución, los valores tradicionales. Y venciendo con la ley, con los votos, democráticamente.

La amargura impotente experimentada ante los reiterados atropellos de los traidores (en plural: son por lo menos tres y habrá que pedirles responsabilidades civiles y penales), se retrae ante una perspectiva de realidad de haber vencido al mal sin renunciar a los procedimientos democráticos. No tan deprisa. El mal en sus múltiples versiones, intensidades y calidades sigue ahí, pero más desarbolado, más impotente. Y estamos en la lucha. Y vamos a seguir.

El “maudit”, desgastado, retrotraído, cada vez más solo, tendrá que desistir más pronto que tarde y convocar comicios. Y ahí vamos a estar unidos y eficaces: todos. Los que querían decretar el fin del mundo que amamos, contemplarán el fin de quien lo amenaza y su retroceso a las zahúrdas, de donde no debería de haber salido, a los bastiones de Mordor.

Mientras nosotros, los émulos del hobbit disfrutamos de esa poquita libertad exterior, imprescindible para sobrevivir a los embates del mal, a la calumnia, la hipocresía, la mentira, el robo. Esa poquita libertad exterior que nos devuelve la confianza en el semejante, la alegría de vivir y la confianza en la bondad de los demás (no todos), que nos permite saber a quién no vamos a votar y desear que se vaya por donde vino.

Rey de la trampa la envidia la falsedad, vete con Dios a ser posible por dónde viniste, hoy mejor que mañana. Desearía no haberte conocido, pero el destino no me ha librado de ello y créeme que lo lamento, aunque pensándolo bien, noto un punto de agradecimiento por lo rentable que parece todo el enorme sufrimiento que nos propinaste. Vale.